En “Maldito cielo”, Nathan Silver explora el mundo de las personas que buscan su identidad

La película se estrenará mañana en la Cineteca, tras su proyección en el Foro Internacional.

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La libertad creativa radical, la juventud como paradigma y el empeño por retratar los valores alternativos catalogados bajo la famosa etiqueta de Generación X son algunos de los temas que inundan el cine independiente del director estadunidense Nathan Silver, judío de Nueva York. Así se puede observar en su más reciente entrega, Maldito cielo (2015), que se estrena en la Cineteca Nacional tras su paso por el 36 Foro Internacional.

La película podrá disfrutarse a partir del 21 de octubre en la Sala 4, Arcady Boytler.

La historia gira en torno a Jim y Lucy, un matrimonio a cargo de una comuna para ex adictos en La Nueva Jersey suburbana de la década de los años 90. La armonía del lugar es perturbada cuando Ann, adicta y ex amante de uno de los integrantes, irrumpe en el hogar desatando un imparable torbellino de paranoia, drogas y muerte.

Especie de cooperativa terapéutica

Se trata del quinto largometraje de Nathan Silver, en el cual continúa su exploración sobre grupos de personas que buscan un lugar en el que se sientan identificados. Al igual que en Uncertain Terms (2014), que se situaba en un santuario para adolescentes embarazadas, Maldito cielo toma como escenario una especie de cooperativa terapéutica en la que se desarrollan dinámicas disfuncionales que atraen y apenas mantienen juntos a personajes bajo un mismo techo.

Silver y el director de fotografía, Adam Ginsberg, crearon una estética que subraya su rechazo al trazo limpio. La cinta fue filmada en formato Betacam con una cámara de la época de los años 90. El resultado es una imagen algo tosca que remite a esas viejas cámaras de videocasete barato, una especie de reivindicación de lo sucio que mira de un modo extrañamente amoroso el desastre vital en el que están sumidos sus personajes.

Tanto esta opción estética como la cercanía (visual y emocional) que va con la intimidad de los protagonistas proponen una experiencia de inmersión sin reparos. La imagen se acerca en extremo a los rostros de sus personajes mediante un recurso continuo al primer plano y el uso de una cámara en mano siempre en movimiento, tan inquieta y nerviosa como los habitantes de la casa.

En su crítica en La Jornada, Carlos Bonfil expresa que “la actividad de los antiguos drogadictos se confunde con el trabajo mismo del cineasta, quien decide conferir a Maldito cielo un aspecto muy deliberado de película improvisada y sucia, con tomas siempre muy cerradas y un escrutinio casi clínico de los rostros”.

El cineasta judío Nathan Silver se graduó de la Escuela Tisch de Artes de la Universidad de Nueva York en 2005. Desde entonces ha escrito y dirigido varios cortos y seis largometrajes con los que colocó su nombre en la escena independiente. Sus películas son realizadas con bajos presupuestos y por medio de una intensa colaboración con los actores, que improvisan libremente.

Fuente:jornada.unam.mx

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