Todo se inició pasando el día de Yom Kipur, tal como se estipula, y se construyó la Sucá comunitaria con acceso al Shul y al patio del colegio. Este año la Sucá fue enorme, además de que los niños se juntaron el domingo previo con sus padres para empezar a decorar la misma. Dibujos y tarjetas de buenos deseos, flores y muchas cosas más sirvieron como adorno.
THELMA KIRSCH PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Los días en los que se inicia el Jag, el Shul estaba dispuesto para recibir a todos los que asistían a los rezos y se quedaban a celebrar esta “Fiesta de la Alegría” en la Sucá, donde se sirvió un Kidush para los asistentes. En el Shul los servicios se llevaron regularmente y en las casas las tradiciones siguieron, con las Brajot, la bienvenida a los Ushpizim y las preparaciones que la mamá hace para toda la familia o para los invitados en las diferentes Sucot.
Antes del Jag, como se viene haciendo ya desde hace unos meses, un grupo de señoras nos juntamos para compartir recetas que tenemos especiales para las fiestas. Esta vez tocó recetas para Sucot. ¿Especiales? Si, en esta Simjá, se lee Eclesíastes o Kohelet. Donde el Rey Salomón, ya siendo mayor, escribe sobre la vida y su fragilidad. El tiempo que pasa y nosotros junto con él, dejando a las nuevas generaciones un lugar. El tiempo que utilizamos en reír o en llorar, en sembrar o cosechar. Y como siempre recordamos en múltiples ocasiones: No hay nada nuevo bajo el Sol.
Recetas agridulces, donde simbólicamente se mezcla la tristeza y la alegría. Recetas que han pasado de generación en generación y justo de eso se trata esta reunión, compartir algún sabor que nos lleve a la niñez, a la Sucá de nuestras bobes, y tener frente a nosotras las frutas que se mencionan en la Torá y usarlas en nuestros platos para estos días en los que salimos de la casa para entrar a la Sucá, un recinto que nos acerca a D’s. Que nos hace recordar los 40 años que los judíos pasaron en el desierto por un terrible error: adorar a un ídolo de oro. Aquí debemos prestar especial atención, puesto que la tercera fiesta del Año Judío y que al igual que el Tercer Mandamiento, se recuerda lo material. “No harás ídolos”.
¿Acaso no es una potente lección también para el día de hoy?
La pregunta la dejo abierta. Cada uno, al leer estas palabras sabrá lo que quieren decir y tal vez su discernimiento les lleve a entender que el hombre es valioso de muchas formas, tal como nos lo muestran las 4 especies, pero que D’s es solamente Uno y jamás todo el oro del mundo podrá cambiar esta verdad absoluta.
Están sucediendo muchas cosas en nuestra comunidad, que se mueve constantemente, las áreas de festejos o de conferencias se ven llenas por actividades. Trabajamos por un Club que sea un hogar para todos. Así como nos juntamos para compartir recetas, también hay quienes se juntan para hablar hebreo, para practicarlo, otros para recordar y practicar el Idish, para dar opiniones acerca de la política o leer un poema. Otros se juntan para platicar acerca de la Parashat Hashavúa, (independientemente de que a todos nos llega en las circulares que son enviadas cada semana), muchas señoras disfrutan jugando canasta o poker, al igual que los señores y otras, simplemente se reúnen para tejer, para enseñar lo que ya saben e intentar que las generaciones que les siguen aprendan un poco. (Quizás una puntada básica)… y realmente para convivir y platicar.
Durante Jol Hamoed se presentó la película “Los Ushpizim”, y a pesar de la tremenda lluvia y el granizo (que nunca puede faltar) hubo una buena asistencia.
Los niños del colegio, en Jol Ha moed, tomaban su refrigerio durante los descansos en la Sucá que está montada con mesas y sillas, listas para usarse.
Además de que estudiaron todo lo referente a la fiesta con los morim y, como todos los viernes, fueron los encargados de llevar el rezo, para después cantar y bailar en el Shul al lado del Rabino.
Tenemos pronto también la presentación de la película “Paraíso en Auschwitz” donde se ha invitado a la comunidad regiomontana en general. Esta proyección se llevará a cabo en un cine muy grande, pero… ¡Ya estamos temiendo que no habrá espacio suficiente para todos!. Es un regalo que hace el Centro Israelita para la ciudad, para los interesados en lo sucedido en aquel terrible capítulo de la vida y un aprendizaje para aquellos que todavía no alcanzan a entender el horror tan profundo que se vivió.
Pero hay otros planes que se iniciarán también después de los Jaguim. Un taller literario o simplemente de lectura, quizá un poco “taller” para aquellos que quieran presentar algún escrito, y para comentar lo que los interesados en esto deseen, seguirán las clases de judaísmo, y todo hasta el día de hoy sigue adelante. Es increíble que el 2016 haya pasado tan rápido. Aún recuerdo cuando enviaba el artículo y las fotografías de Pésaj.
Sucot es uno de estos recordatorios, bien lo dijo el Rey Salomón. Es por eso que debemos vivir el momento y sacar lo bueno de lo que poseemos. Las Najes de los hijos, de los nietos, o hasta de nuestra propia vida, tan solo por estar aquí presentes y por la que oramos cada mañana; “Mode Ani Lefaneja”. “Heme aquí, frente a ti, Rey que vive eternamente.”
Este año la plática en todos los sitios donde nos reunimos, trató de la resolución de la UNESCO. Pero aún no han dicho la última palabra, ya tendrán que aceptar que en este mundo moderno, donde se puede hacer de la historia, no solo un cuento o una meguilá mas, sino todo un estudio científico y lógico, tendrá el mundo que aceptar que el sitio donde estuvo el Segundo Templo seguirá siendo el sitio sagrado para el judaísmo. Intentar negar esta verdad es imposible. Una verdad que nos une como pueblo en todos los lugares y ocasiones, aún en una boda donde todo debe ser felicidad porque se forma una nueva familia, el novio rompe una copa de cristal en recuerdo de la destrucción del Templo. Y lucharemos porque esta falacia quede olvidada, pisoteada por mentiras y calumnias y que Jerusalem es y será por siempre el centro espiritual de un pueblo, como lo ha sido por miles de años; del pueblo Judío. De todos aquellos que al visitar el Kotel sienten que el espíritu se acerca a D’s y que aquello por lo que pedimos en esos papelitos que dejamos entre las piedras, llegarán a las alturas y nos serán concedidos los deseos.
Tengo una anécdota al respecto; me gustaría compartirla en este artículo. Durante el verano mi hijo y su familia viajaron a Israel. Mi nieto, entonces de 6 años, escribió: “Hashem, solo te pido que jamás permitas que esta pared se caiga”. Y es hasta ahora, hasta el día de hoy, que comprendo la profundidad de las palabras de un pequeño que apenas podía escribir. No solo puede caerse literalmente, pero sí pueden pasar cosas como las que vivimos en estos días.
La primera vez que fui a Israel con mi familia, hace cientos de años (me parecen); vimos al Kotel a través de una reja y después de la reconquista de la ciudad pudimos pasar por un pasillo que lo separaba de un amasijo de casas o construcciones, unas sobre otras.
Y el día de hoy, con esa explanada en la que se realizan algunos rezos masivos, las festividades y todo lo que un judío tiene la Mitzvá de llevar a cabo, no es momento para separarlo o para intentar cambiar el nombre y borrar el que ha llevado por miles de años, Har Habait. Y la Torá nos da la razón y todos, desde donde estemos, defenderemos el derecho que nos une en esa ciudad santificada por el creador.
Desde Monterrey, donde la fiesta de Sucot ha sido un momento de felicidad, de anhelos de paz y de justicia. ¿Justicia? (Volveré a revisar el diccionario, algunas veces me da la impresión que esta palabra ha sido borrada, o ya no es parte del lenguaje de los humanos). Pero tenemos un D’s, tenemos un estado que se construyó después de que millones habían muerto solo por tener una fe distinta, muchas veces ni por este motivo… y a pesar de todo ese pueblo late, sigue aquí, forma parte de la humanidad y responde a ella con grandes descubrimientos, con gigantescas ayudas para controlar enfermedades, para continuar con una tecnología que nunca fue creada para dañar al prójimo, y sobre todo, con un espíritu de lucha constante.
Con cariño desde Monterrey.
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