Serán trasladados a centros de acogida en todo el territorio francés.
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO
Cientos de migrantes y refugiados han comenzado a abandonar este lunes la llamada ‘Jungla’ de Calais, el inmenso campamento situado en el norte de Francia que el Gobierno de François Hollande ha dado la orden de desalojar.
La calma y la ausencia de incidentes han marcado esta primera jornada de evacuación. Antes del amanecer había cientos de personas haciendo cola cargados con sus maletas y bultos en el centro de registro ubicado cerca del asentamiento. El primer paso es el registro de los habitantes para repartirlos después en autobuses entre diferentes centros por toda Francia.
El procedimiento será el mismo durante los días que dure el proceso: los inmigrantes -procedentes principalmente de Sudán, Afganistán, Eritrea y Etiopía- podrán elegir entre dos regiones para ser destinados, exceptuando las afueras de París y Córcega. El registro, que comenzó poco después de las 08:00 horas de la mañana, solamente sirve para el reparto y no implica el inicio de un pedido de asilo.
La mayoría de los centros a los que serán enviados los inmigrantes están en el sur de Francia, muy lejos de su objetivo, que era en su mayoría cruzar al Reino Unido. El campamento se formó en Calais por su cercanía al país vecino, al que los migrantes querían cruzar en camiones, ferries o a través de las vías que atraviesan el Canal de la Mancha.
Meses de espera
Bashir, un sudanés de 25 años que esperaba en una de las filas esta mañana, aseguraba que “cualquier lugar de Francia” será mejor que las tiendas del campamento. Mohammed, etíope, por el contrario no está tan convencido: “Soy menor de edad, quiero ir a Gran Bretaña, los autobuses no me interesan”.
Entre 6.000 y 8.000 inmigrantes deben subir a los autobuses habilitados para ser alojados en distintos centros de internamiento de Francia. Hombres, mujeres y niños que han permanecido pacientemente durante meses entre el fangoso barro esperando cruzar el Canal.
El Gobierno francés anunció a finales de septiembre el desmantelamiento del campamento que, con la inseguridad y la exasperación que genera en la población local, se ha convertido en un absceso que envenena el debate en Francia en torno a la inmigración.
La enorme operación que ha comenzado este lunes fue presentada por el Gobierno como “humanitaria”. Permitirá sobre todo poner fin al campamento de chabolas más grande de Francia que comenzó a surgir hace 18 meses y está habitado mayoritariamente por refugiados llegados de Afganistán, Sudán y Eritrea que sueñan con llegar a Gran Bretaña.
Las autoridades comenzaron a repartir el domingo folletos impresos en varias lenguas para explicar el operativo y tratar de convencer a los más reticentes. “Quedan personas por convencer”, admitió Didier Leschi, director general de la Oficina francesa de Inmigración.
Según los medios galos, han sido dispuestos 60 autobuses para trasladar a los que acepten irse hoy.
Una semana de plazo
Como Karhazi, un afgano que lamenta que lo obligaran a irse. “Tendrán que forzarnos para partir. Queremos ir a Reino Unido”, insiste.
Varios inmigrantes han abandonado el campamento los últimos días para no alejarse de la región y seguir intentando cruzar el Canal de la Mancha, según voluntarios de las ONG que trabajan en la zona. Las excavadoras comenzarán a derribar este martes las carpas y chozas que daban cobijo a los inmigrantes.
Durante tres días, 145 autobuses se turnarán para transportarles hacia los 300 centros de acogida temporal distribuidos en toda Francia. El Gobierno, que afirma haber movilizado 7.500 plazas de alojamiento, pretende que la operación finalice en “una semana”.
El Ejecutivo francés ha movilizado a 1.250 policías para garantizar el buen desarrollo de la operación de la evacuación, una operación delicada que ha provocado el desacuerdo de algunas autoridades locales francesas que ven una amenaza en el reparto de inmigrantes y que han aludido al riesgo de crear varios ‘mini-Calais’ a lo largo del país.
“Acoger en estas localidades a 30, 40 personas (…) me parece lo mínimo”, respondió el domingo el ministro de la Ciudad, Patrick Kanner, exigiendo “respeto” y “humanidad” para estos inmigrantes, de los cuales muchos huyen de guerras y conflictos en sus países.
Fuente:elmundo.es
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