THE WALL STREET JOURNAL
Aumentan los temores de una emboscada presidencial en la O.N.U. en sus días finales.
El Medio Oriente tiene pocos puntos brillantes en estos días, pero uno es el acercamiento en ciernes entre Israel y sus vecinos árabes suníes, incluida Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, gracias a amenazas compartidas desde Irán y el Estado Islámico. Ahora el gobierno de Obama puede tener planes de arruinar incluso eso.
Diplomáticos israelíes se preparan para la posibilidad de que el Presidente Obama pueda intentar forzar una resolución diplomática para Israel y los palestinos en las Naciones Unidas. La Casa Blanca ha estado inusualmente hermética acerca de qué podría tener en mente, si es que tiene algo. Pero nuestras fuentes dicen que ha solicitado al Departamento de Estado que desarrolle un menú de opciones para las semanas finales del Presidente.
Una posibilidad sería patrocinar, o al menos permitir, una resolución del Consejo de Seguridad de la O.N.U. condenando la construcción de asentamientos israelíes, tal vez junto con nuevas regulaciones de la IRS revocando el estatus de exención de impuestos de personas o entidades involucradas en la construcción de asentamientos. La administración vetó tal resolución en el 2011 bajo el fundamento de que “ésta arriesga endurecer la posición de ambas partes”, lo cual sigue siendo cierto.
Pero condenar los asentamientos siempre ha sido una forma popular de anotarse puntos contra el estado judío, no menos en el Departamento de Estado, y una resolución anti-asentamientos podría pulir la marca progresista de Obama para su post-presidencia.
Obama puede también buscar el reconocimiento para un estado palestino en el Consejo de Seguridad. Esto estaría en conflicto con la opinión de largo tiempo del Congreso de que “Palestina” no tiene los atributos de estado reconocidos internacionalmente, incluidos un territorio definido y gobierno efectivo, aunque Obama podría superar la objeción a través de su recurso usual de una acción ejecutiva, desafiando así al próximo presidente a revertirla.
Ambas acciones serían una bendición para el movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones, mientras que también someterían a los ciudadanos y partidarios de Israel en el exterior a formas nuevas y más agresivas de acoso legal. Podría incluso criminalizar al ejército israelí–y a todo reservista que sirve en él–en la teoría de que está ocupando ilegalmente un estado extranjero. ¿Quiere Obama ser recordado como el presidente que criminalizó la ciudadanía israelí?
La peor opción sería un esfuerzo por presentar una resolución en el Consejo de Seguridad de la O.N.U. estableciendo “parámetros” para un acuerdo final entre Israel y los palestinos. Los franceses han estado impacientes por hacer esto durante algún tiempo, y una opción para la administración sería permitir que se apruebe la resolución simplemente negándose a vetarla. O aún mejor, Estados Unidos podría presentar él mismo la resolución para asumir el crédito por ella.
Como dice el viejo verso, esto sería peor que un crimen, sería un disparate. La política estadounidense ha sabido durante mucho tiempo que sólo los israelíes y los palestinos pueden elaborar un acuerdo de paz entre ellos, y que los esfuerzos por imponer uno serían contraproducentes.
Cualquier parámetro que estableciera la O.N.U. sería inaceptable para cualquier gobierno israelí, de izquierda o derecha, destruyendo por lo tanto lo que sea que quede del bando de la paz en Israel.
Los palestinos se apropiarían de esos parámetros como su patrimonio, haciendo imposible para cualquier futuro líder palestino negociar parte de ellos en una negociación seria. Los estados árabes tendrían atadas sus manos diplomáticas, haciendo imposible desempeñarse como intermediarios útiles entre Jerusalem y Ramala. Podría volver a congelar las relaciones con Israel aun cuando ellas parecen finalmente haberse descongelado.
El Presidente Obama puede ser el último hombre sobre la tierra en recibir el mensaje, pero después de décadas de esfuerzos infructuosos por terminar el conflicto israelí-palestino podría ser más sabio para Estados Unidos dar un paso atrás hasta que los palestinos reconozcan que la paz no puede ser impuesta desde afuera. Si Obama está buscando todavía un legado de Medio Oriente en esta etapa final de su presidencia, su mejor medida es no hacer nada para empeorarlo.
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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