Margo Glantz, judía mexicana, propuso en su primer tuit aprovechar mejor a algunos funcionarios públicos: “Quizá nuestros políticos podrían ser de utilidad si los transformásemos en metano”.
Esa tarde de marzo de 2011, la escritora, con entonces 81 años de edad, se inició en el uso de Twitter, la red que meses antes le había sorprendido por su papel en la organización de las manifestaciones de la Primavera Árabe.
Cinco años después, para Margo Glantz la interacción en redes sociales es algo cotidiano, casi un deber. Si no lo hace, sus días no son iguales.
“Aunque a veces no tenga nada que decir y me sienta absurda, si no escribo, me siento como en falta”, dice en su casa del sur de la Ciudad de México.
La escritora había emitido, hasta el 9 de noviembre, 30 mil 221 mensajes, y había acumulado 21 mil 734 seguidores.
Desde su smartphone o su computadora portátil, tuitea cuando escucha a Shubert o Chopin, cuando ve de nuevo el cine de Bergman. Se queja por los malos servicios públicos, retuitea memes políticos y difunde notas periodísticas culturales. Pero también escribe sobre corrupción, inseguridad y feminicidios.
A veces, escribe palabras aisladas: “Amanezco”.
Glantz, una escritora consagrada que apenas ayer fue homenajeada por su trayectoria en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, demuestra que el uso de estas herramientas no depende de la edad.
Su actividad en Twitter rebasa por mucho la de su hija mayor, Alina López-Cámara, quien llegó año y medio antes a esa comunidad cibernética, pero suma sólo la décima parte de los mensajes de su madre.
Los 140 caracteres le ayudan a Glantz en la construcción de sus ideas.
El discurso planteado en esas líneas virtuales coincide con la forma fragmentaria de su obra literaria.
“El peso es como una damisela romántica, todo le pesa”, escribió en su cuenta, @Margo_Glantz, el 7 de noviembre, un día antes de que a la moneda mexicana le cayera encima el efecto de la victoria de Donald Trump.
Continuó: “Mueren las abejas y renacen los fascismos”.
La autora de más de 20 obras de ensayo, crítica, novela y cuento usó planteamientos hechos previamente en Twitter para elaborar su libro Yo también me acuerdo (Sexto Piso, 2014), que retoma el ejercicio hecho por George Perec en 1978, una obra con pequeños bloques de texto que inician con la frase “Me acuerdo…”.
La novela que publicó Margo Glantz este año, Por breve herida (Sexto Piso), retoma esa estructura fragmentaria. Son textos cortos, unos más que otros, aforismos que construyen una historia cuyo hilo conductor es la visita de la autora al consultorio dental.
Uno de los personajes del libro es el pintor Francis Bacon, obsesionado al igual que ella con los dientes.
El británico creó una serie de 45 cuadros que representan al Papa Inocencio X con la boca abierta, gritando “deletreando el horror”.
La cantidad de intentos de esa serie casi coincide con las 44 versiones que la autora hizo de su libro antes de publicarlo.
“Lo importante cuando uno produce algo es que funcione. No lo publiqué hasta que funcionó”, refiere sobre los 16 años que tardó en hacerlo.
En Facebook, Margo Glantz abrió una cuenta desde hace un año. Ahí está su familia y muchos de sus amigos. Esta red le ayudó a reencontrarse con personas con las que hacía mucho no se relacionaba, algunos muy queridos para ella. Y también le funciona como un espacio para ejercer su escritura.
“Es muy importante escribir de una manera regular sobre mis viajes, lo que veo, lo que me interesa, cine, cultura, feminicidios…”.
Margo Glantz tiene una manía por coleccionar. Libros, zapatos, frases… “De todo”, dice, “cuando escribo, voy coleccionando recuerdos”.
Lectora de tiempo completo, en su memoria guarda conjuntos ordenados de imágenes relacionadas con la literatura.
A los seis años, ganó una competencia por su forma de leer y recibió como premio una muñeca que podía hablar.
Sus padres, Jacobo Glantz y Elizabeth Shapiro, migraron de Ucrania a México en 1925. Arribaron al barrio de la Merced con un baúl lleno libros, ropa, almohadones y colchonetas de pluma.
“Cuando era niña, nos mudábamos de casa constantemente porque mi familia no tenía dinero. Recuerdo muy bien la cantidad de libros que teníamos que trasladar, junto con un piano. Era lo más pesado”.
Escritora, periodista y académica, Glantz ha recibido, entre otros, el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances de la Feria de Guadalajara, el Xavier Villaurrutia, el Herralde de novela. Es doctora Honoris causa por la UNAM, donde acaba de cumplir 55 años como docente en la Facultad de Filosofía y Letras.
En octubre, recibió la Presea Cervantina en el festival de Guanajuato.
“Quizá uno es muy voraz y acepta los reconocimientos”, reconoce.
Con la misma vitalidad con la que alimenta sus redes sociales, Glantz platica sobre mujeres de la política y las letras.
Glantz ha enfocado buena parte de su carrera profesional al estudio de la vida y obra de personajes femeninos como La Malinche y las escritoras Sor Juana Inés de la Cruz, Nellie Campobello y Elena Garro.
“No sé si soy feminista, pero sí me interesa cómo funciona lo femenino y cómo ha funcionado para los varones y la tradición masculina”, refiere.
La escritora celebra que cada vez haya más publicaciones de escritoras, pero lamenta que se les clasifique como escritura femenina.
“Nos separan del resto de la humanidad por ser mujeres. Simplemente es una forma de ver el mundo. Por otra parte, las mujeres tienen cada vez más importancia, pero hay más violencia y feminicidios. Estamos viendo cómo crece exponencialmente el número de muertes a manos de varones”, lamenta.
Margo Glantz señala que el género no es por sí mismo determinante en la calidad de un gobernante.
Dudaba que Hillary Clinton fuera la opción ideal en la contienda presidencial de Estados Unidos, pero la prefería ante quien resultó ganador.
“Trump es una caricatura del fascismo”, dice.
En el caso mexicano, pasa algo similar con la aspirante panista Margarita Zavala.
“Vi una estadística que decía que la que tenía más posibilidades es Margarita Zavala, lo cual sería un desastre. Pero como ninguno de los otros candidatos en México vale la pena, como han demostrado todos los partidos que son igualmente corruptos y que todo se mantiene en un convenio de impunidad… No sé qué pueda pasar en México. Si uno ve la trayectoria de Felipe Calderón, no me parece que Margarita Zavala vaya a ser muy buena”…
Eterna viajera, Glantz radicó en París cuando esa ciudad aún era la capital cultural del mundo; también vivió en Londres, Nueva York, España e Italia. Tiene pendiente conocer Japón y Vietnam. El lugar más impresionante que ha visitado es la India, que retrató en su libro Coronada de moscas (UNAM, 2012).
Margo Glantz se niega a definir la literatura. Sin embargo, acerca de la lectura, una actividad que lleva realizando más de ocho décadas, esboza lo que significó en su vida: “Sin leer, no somos. Para mí ha sido fundamental. Quizá era muy tímida y necesitaba leer para tener un sentido de la vida…”.
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