GIULIO MEOTTI
El mayor portal de compras del mundo, Amazon, vende muchos disfraces de Halloween. Una de las novedades de este año ha sido el “Burka Sexy”, la típica prenda oscurantista que los talibanes y el Estado Islámico imponen a las mujeres. Pero el burka sexy, que Amazon UK vendía a 18.99 libras, no ha durado mucho.
El gigante de las compras de Jeff Bezos retiró el artículo de la web después de que Amazon se viera inundada con acusaciones de “racismo”, “islamofobia”, de comercializar una prenda islámica con la cara de una modelo blanca y utilizar “una prenda religiosa con fines comerciales”. “Son repugnantes, mi cultura no es su disfraz”, escribieron muchos usuarios de confesión islámica. Otros emplearon un tono un poco menos encantador: “Sean quienes sean, deberían temer a Alá. Esto no es una broma”.
Un portavoz de Amazon respondió de inmediato: “Todos los vendedores de Marketplace deben seguir nuestras directrices de venta, y se tomarán medidas para quienes no lo hagan, entre ellas la posible cancelación de su cuenta. El producto en cuestión ya no está disponible”.
Así que una parodia de Halloween del símbolo global de la opresión contra la mujer ha sido censurado. Como el velo islámico contradice los valores occidentales de la libertad, la igualdad y la dignidad humana de manera tan absoluta, la mentalidad progresista relativista defiende con lealtad estos velos islámicos, al igual que el burkini.
Pero aquí también hay una doble vara de medir. ¿Qué pasa con el disfraz de Halloween de “Monja Sexy” que se burla de la Iglesia Católica? A pesar de las protestas de muchos clientes católicos, la “Monja Sexy” sigue a la venta en Amazon. ¿No es eso una forma de “cristianofobia”? Además, una monja es una personalidad religiosa, mientras que el burka es una prenda.
Veamos el caso de The Guardian, el periódico británico más famoso de la izquierda progresista. Cuando la banda Pussy Riot actuó con su supuestamente ofensivo show de tres minutos en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, por el cual dos de sus tres componentes fueron encarceladas por negarse a repudiar el texto (la tercera se disculpó para evitar la cárcel), el periódico las defendió diciendo que hacían “pura poesía protesta”. Cuando la asociación política Pegida convocó protestas contra la islamización de Alemania, el mismo periódico la condenó diciendo que era “un vampiro que tenemos que matar”. También surgió la misma doble moral durante la batalla para construir una mezquita cerca de la Zona Cero, cuando los medios progresistas se pusieron del lado de la comunidad musulmana.
En enero de 2006, el humorista gráfico más famoso de Noruega, Finn Graff, declaró que se estaba autocensurando en lo relativo a Mahoma. Graff jamás había tenido ningún problema para hacer bromas sobre los cristianos, a los que dibujaba con camisas pardas y esvásticas. Graff también era el autor de una serie de polémicas viñetas contra Israel: en una de ellas mostraba al primer ministro israelí Menachem Begin como el comandante de un campo de concentración nazi.
Lo mismo ocurrió con el cineasta germano-estadounidense Roland Emmerich, director de muchas películas del género catástrofes. Abandonó un proyecto para borrar de la faz de la tierra –en la gran pantalla– el lugar más sagrado del islam por temor a provocar una fetua (dictamen religioso) pidiendo su muerte. Para su película 2012, Emmerich quería demoler la Kaaba, la emblemática estructura con forma de cubo que se encuentra en la Gran Mezquita de La Meca. “Puedes dejar que los símbolos cristianos se caigan a pedazos, pero si lo haces con un símbolo árabe, tendrás… una fetua”, dijo Emmerich. Al menos fue honesto.
Tras la masacre de la mayoría del personal de la revista satírica francesa Charlie Hebdo, todos los periódicos, televisiones y agencias de fotografía del progresismo occidental, empezando por los “tres grandes” (MSNBC, CNN y AP) compitieron por ver quién justificaba más su vergonzosa decisión de censurar la portada de Charlie Hebdo en la que el profeta Mahoma dice “todo está perdonado”. La CNN dijo que podía ofender “las sensibilidades del público musulmán”. Un año después, cuando Charlie Hebdo publicó una nueva portada donde aparecía un “Dios asesino” judeocristiano en vez del profeta islámico, la CNN sí la mostró.
En 2015, la BBC describió la portada de Charlie Hebdo, pero no la mostró, decisión que la cadena británica no mantuvo un año después, cuando Charlie Hebdo publicó la nueva portada anticristiana. La misma doble moral mostró el periódico británico conservador Daily Telegraph, que omitió la portada con la caricatura de Mahoma, pero publicó una con un Dios abrahámico.
Associated Press también censuró en 2015 las viñetas islámicas de Charlie Hebdo. ¿Por qué motivo? Eran “deliberadamente provocadoras”. En 2016, la agencia no tuvo ningún problema en mostrar la nueva portada, en la que no aparecía Mahoma, sino el Dios judeocristiano.
Esta doble moral de la élite progresista también ha aparecido en el New York Times, que por “respeto” a la fe musulmana censuró las viñetas de Charlie Hebdo, para después decidir, con absoluta falta de respeto, que la Vieja Dama Gris podía y debía publicar la obra Eggs Benedict, de Nikki Johnson, expuesta en el Museo de Arte de Milwaukee, que consiste en un retrato del papa Benedicto XVI compuesto con condones de colores.
El “califa” del Estado Islámico, Abu Bakr Al Bagdadí, ridiculizado por Charlie Hebdo, provocó la autocensura por su “discurso del odio”, mientras que la obra de Chris Ofili, The Holy Virgin Mary, donde la madre de Jesús aparece cubierta de heces e imágenes de genitales, fue defendida por el New York Times en aras de la “libertad de expresión”. ¿Significa esto que algunas religiones son más iguales que otras?
Si un imán protesta con violencia por algo, la élite progresista respaldará la falsa acusación de “islamofobia”. Si una protesta pacífica la lidera un sacerdote católico, esa misma élite siempre la rechazará en nombre de la “libertad de expresión”.
Olvidémonos del “Sexy Burka”. Para la noche de Halloween, solo hay la “Monja Sexy”, mientras que el “califa” Bagdadí puede violar a sus esclavas sexuales yazidíes y cristianas con impunidad.
Fuente:es.gatestoneinstitute.org
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