ALBERTO AMATO
A casi dos años de la oscura y dudosa muerte del fiscal especial para la causa AMIA, Alberto Nisman, el Poder Judicial decidió investigar a la ex fiscal Viviana Fein, al ex secretario de seguridad, Sergio Berni, y al juez Manuel De Campos por el todavía más dudoso papel que desempeñaron en las horas iniciales al descubrimiento del cadáver en el edificio Le Parc de Puerto Madero.
Es tarde. Tan tarde, que eso que parece una broma de gusto horrible, no es sino el reflejo de la enorme politización del Poder Judicial que amenaza ya no sólo con impedir la investigación de la corrupción en el Estado o en las empresas privadas, sino la más simple y sencilla operación de administración de Justicia.
¿Qué hizo hasta ahora el Poder Judicial que no investigó a Fein, a Berni y a De Campos, además de no poder determinar cómo fue que Nisman recibió el balazo en la cabeza que lo mató? Esos interrogantes suenan retóricos. Quién sabe si alguna vez se sabrá algo digno de ser creíble. La decisión judicial tiene un costado interesante. A un mes de la muerte de Nisman, la prensa señaló una y otra vez la conducta poco profesional, precaria, equívoca, ambigua y suspicaz de los tres funcionarios. En las páginas de este diario se señalaron las contradicciones flagrantes de la entonces fiscal, que aseguraba que todo el personal, una multitud, que invadió la escena del crimen llevaba guantes y calzado protector, cuando las fotos y filmaciones señalaban lo contrario y la misma fiscal chapoteaba en el plasma sanguíneo del desdichado fiscal.
Fue la prensa la que señaló que Berni, quien cuando se conoció la muerte de Nisman estaba atascado en el barro con su auto en Zárate, llegó primero que la fiscal que estaba a minutos del escenario del crimen; que el secretario de Seguridad entró al departamento del fiscal embarrándolo todo, valga la alegoría, sin que hubiera una autoridad judicial presente; Berni lo puso confuso: “Llegué casi junto con el juez – dijo– Con uno o dos minutos de diferencia”. Nunca aclaró si fue antes o después, es decir, si el juez De Campos le permitió el paso a la escena del crimen o si Berni entró antes que el juez.
Una columna de este diario, publicada en febrero de este año, hace diez meses, destacó: “Berni dijo que hizo todo bien en el departamento de Nisman, donde no tenía nada que hacer. La fiscal, en cambio, admite que no puede garantizar que se haya preservado la escena del crimen. Si es así, todo es confuso y sospechoso”. Todo sigue confuso y sospechoso. Y pese a estos, y a tantas otros avisos, el Poder Judicial se tomó un año casi para empezar, con resultado incierto, a investigarse a sí mismo. Quienes con intenciones sombrías sugieren a menudo que la prensa es un poder omnímodo y casi supremo, deberían tomar nota de este y otros ejemplos antes de dejarse llevar por los impulsos. No hay quien reemplace a los poderes del Estado, que suelen ser infalibles, si es que están en buenas manos.
Fuente:cciu.org.uy
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