Como un homenaje a nuestros heroicos antepasados que nos liberaron de la civilización griega-helénica, hoy me gustaría compartir con ustedes algunas reflexiones acerca de los valores judíos y compararlos con los valores de la antigua civilización griega, que quería imponerse en Israel y reemplazar a la Torá.
RAB YOSEF BITTON
Para esto me voy a basar fundamentalmente en un estudio que hizo el rabino Ken Spiro en su libro “World Perfect”, cuya lectura recomiendo muchísimo, y en otras fuentes independientes.
Advierto seriamente que el tema que exploraremos hoy es sumamente duro, y puede herir sensibilidades (como dicen en inglés: “WARNING: Some readers May Find This Content Disturbing”). Pero… es la verdad histórica.
Y esta información, creo, nos va a ayudar a apreciar algunos aspectos de la celebración de Janucá, nuestro triunfo sobre la civilización griega, que por lo general son olvidados o ignorados.
Veremos hoy uno de muchos ejemplos.
El infanticidio.
Si bien en la sociedad gentil moderna todavía existen discusiones y debates acerca del tema del aborto, nadie discute el derecho a la vida de un bebé una vez que este niño o niña ha nacido. ¿De dónde proviene este principio? ¿Es acaso un valor innato en la mente y en el corazón de todo ser humano desde los tiempos más remotos? ¿Es parte de la así llamada “ética universal”? En realidad, no. Este es un valor 100% judío.
En el judaísmo el derecho a la vida es fundamental. La ley judía permite el aborto cuando está en peligro la vida de la madre. Pero esto es, antes de que el bebé “comience” a nacer. Una vez que la cabeza del bebé está afuera del cuerpo de la madre, las dos vidas son iguales. La preservación de la vida, antes y después de que un bebé nace, es, y fue durante toda la historia del pueblo judío, un principio absoluto y sagrado. Nuestros sabios, entre muchas otras cosas dijeron: “Todo el que destruye una vida, es como si destruyera a toda la humanidad”. Esto incluye también, o quizás por sobre todo, la vida de un bebé recién nacido, sin importar en qué condiciones físicas haya nacido.
Lo que es menos conocido es que en la antigua sociedad griega no era así. Los griegos (y más tarde también los romanos) practicaban el infanticidio con toda naturalidad. Es decir, el asesinato de niños recién nacidos como una forma de control de la población, selección de sexo y como la manera habitual de liberar a la sociedad de personas, incluso con una mínima discapacidad.
Así, un bebé que nacía débil, enfermizo o sufría de algún defecto físico de nacimiento, incluso si su labio o su pie estaban levemente hendidos, era asesinado al nacer. Esta eliminación no era realizada por un escuadrón de eliminación de bebés, sino por un miembro inmediato de la familia, por lo general la madre o el padre. Y por lo general dentro de los tres días después del nacimiento. El método de la “eliminación” variaba. Pero en general se sabe que, en la antigua Grecia, los bebés eran llevados a la selva y se los dejaba morir por abandono o se los tiraba a un rio donde morían ahogados, etc.
“El horror de un padre que es capaz de matar a su hijo es lo suficientemente impactante. Pero que este padre tuviera tan pocos sentimientos hacia sus hijos, y que sin absolutamente nada de piedad los expusiera a morir lenta y dolorosamente, o a ser recogido por alguien que los criaría en la esclavitud o en la prostitución … sugiere un nivel de crueldad más allá de nuestra imaginación moderna.” (Ken Spiro)
Lloyd DeMause en su ensayo “La evolución de la Infancia” escribe: “Al infanticidio en la antigüedad [DeMausse demuestra que el infanticidio no era un tema que solo afectaba a los griegos, y no terminó con la llegada del cristianismo YB] , se le ha solido restar importancia pese a los, literalmente, centenares de claras referencias por parte de los autores antiguos en el sentido de que era un hecho cotidiano y aceptado. Los niños eran arrojados a los ríos, echados en muladares y zanjas, “envasados” en vasijas para que se murieran de hambre y abandonados en cerros y caminos, ‘presa para las aves, y alimento para los animales salvajes’ (Eurípides, Ion, 504). En primer lugar, a todo niño que no fuera perfecto en forma o tamaño, o que llorase demasiado o demasiado poco, o que fuera distinto a los descritos en las obras ginecológicas sobre ‘Cómo reconocer al recién nacido digno de ser criado [=dejarlo vivir YB]’, generalmente se le daba muerte.
Aparte de esto, al primogénito se le solía dejar vivir sólo si era varón. A las niñas se las valoraba muy poco, y las instrucciones de Hilarión a su esposa Alis (siglo I de la era común) son típicas en cuanto a la franqueza con que se hablaba de estas cosas: “Si, como puede suceder, das a luz un hijo, si es varón consérvalo; si es mujer, abandónala”.
Hasta el siglo IV, ni la ley ni la opinión pública veían nada malo en el infanticidio en Grecia o en Roma. Los grandes filósofos tampoco. Los autores más antiguos aprobaban abiertamente el infanticidio, diciendo, como Arístopo, que un hombre podía hacer lo que quisiera con sus hijos, pues “¿no nos desprendemos de nuestra saliva, de los piojos y otras cosas que no sirven para nada y que sin embargo son engendradas y alimentadas incluso en nuestras propias personas?” O, como Séneca, respecto a los niños enfermos: “A los perros locos [rabiosos. YB] les damos un golpe en la cabeza; al buey fiero y salvaje lo sacrificamos; a la oveja enferma la degollamos para que no contagie al rebaño; matamos a los engendros; ahogamos incluso a los niños que nacen débiles y anormales. Pero no es la ira, sino la razón la que separa lo malo de lo bueno.”
(Para leer el artículo completo de DeMause en español, es largo pero muy recomendado para quien quiera profundizar en este tema, haga click aquí ).
Es cierto que de la antigua Grecia heredamos la arquitectura, las artes, los deportes, la estética y la democracia. Pero, ¿qué pasa con la moralidad y la ética? Si bien la palabra “ética” proviene del griego, muchas de las prácticas éticas de los antiguos griegos, como vimos brevemente hoy, eran aberrantes y totalmente opuestas a los valores que practicaba el pueblo judío, que son los valores que practican hoy las sociedades más civilizadas del mundo moderno. La ética moderna, en cuanto al respeto por la vida, y en muchos casos más, se basa en la ética judía, no en la griega. El mundo moderno le debe mucho a nuestros antepasados, los Jashmonayim, que lucharon y dieron sus vidas para no absorber los valores de la cruel sociedad griega.
Vale la pena conocer más y mejor los valores de la sociedad griega helénica para comprender que en Janucá, por sobre todo, celebramos la preservación de la ética judía, la ética de nuestra Torá.
Fuente: halaja.org
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