JUDITH BERGMAN / Varios gobiernos europeos han dejado claro a sus ciudadanos que criticar las políticas europeas migratorias o a los migrantes es penalmente inadmisible y puede acarrear una detención, un enjuiciamiento e incluso una condena. Aunque estas prácticas son constitutivas de un Estado policial, los gobiernos europeos no se detienen ahí. Van aún más lejos asegurándose de que el islam, en general, tampoco sea criticado.
ENLACE JUDÍO MÉXICO –Finlandia ha sido el último país europeo en adoptar la manera de las autoridades europeas de sancionar a quienes critican el islam. Según la agencia finesa YLE, el Tribunal del Distrito de Pirkanmaa declaró culpable a Terhi Kiemunki, miembro del Partido de los Finlandeses, por “calumniar e insultar a los adeptos de la confesión islámica” en una nota en el blog Uusi Suomi. En ella, Kiemunki decía que todos los terroristas que están en Europa son musulmanes. El tribunal concluyó que cuando Kiemunki escribió sobre “una cultura y religión represora, intolerante y violenta”, se refería a la confesión islámica.
En el juicio, se le preguntó a Kiemunki por qué no distinguió entre el islam y el islam radical. Respondió que ella se estaba refiriendo a la expansión de la cultura y la religión islámicas, y que “probablemente debería” haber hablado de elementos radicalizados de la religión, en vez de la religión en su conjunto. Recibió una multa de 450 euros. Su abogado ha apelado el veredicto.
Kiemunki emitió un comunicado tras el veredicto, en el que decía:
Sigo pensando que afirmar datos estadísticos o incluso compartir una opinión no es un delito porque a alguien no le guste (…). Yo escribí que no quiero que nuestro país sea absorbido por una cultura y una ley que se basan en una religión violenta, intolerante y opresora.
Según YLE, Kiemunki añadía que en su artículo no generalizaba sobre los musulmanes, sino que señalaba que no todos los musulmanes son terroristas. “En estos tiempos, y en concreto en el pasado reciente y ayer, todos los autores de actos terroristas han resultado ser musulmanes”, dijo.
Así que en Finlandia, a partir de esa sentencia judicial, los ciudadanos tienen la obligación de hacer una distinción, totalmente ficticia, entre el “islam” y el “islam radical”, o de lo contrario se verán procesados y multados por “calumniar e insultar a los adeptos de la confesión islámica”. Como dijo el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan: “Estas descripciones son muy desagradables, son una ofensa y un insulto a nuestra religión. No hay un islam no moderado o inmoderado. El islam es el islam y ya está”. Hay musulmanes extremistas y musulmanes no extremistas, pero sólo hay un islam.
Es una lástima que Kiemunki no se presentara en el juzgado con citas del Corán, como “Mata a los no creyentes allá donde los encuentres” (9:5) o “Combátelos hasta que no haya más fitna [lucha] y se sometan todos a la religión de Alá” (8:39). Tal vez, entonces, el tribunal habría intentado al menos explicar a la opinión pública con más específico detalle las diferencias entre el “islam” y el “islam radical”.
En los Países Bajos, un servicio de asistencia telefónica financiado públicamente, dirigido por la oficina contra la discriminación MiND, dijo que no podía atender una queja por unas amenazas de muerte vertidas contra homosexuales en un foro en internet, donde el autor musulmán de las amenazas pedía que “se quemara, decapitara y sacrificara” a los homosexuales. El motivo de que este observatorio contra la discriminación no pudiera actuar sobre la reclamación era que “los comentarios deben entenderse en el contexto de las creencias religiosas del islam, que eliminan jurídicamente el carácter ofensivo”. MiND concluyó que los comentarios se habían hecho
en el contexto de un debate público sobre cómo interpretar el Corán (…) y algunos musulmanes interpretan que el Corán dice que hay que matar a los gais (…). En el contexto de expresión religiosa existente en los Países Bajos hay un amplio grado de libertad de expresión. Además, las expresiones se utilizaron en el contexto del debate público (cómo interpretar el Corán), lo que también elimina el carácter delictivo.
Así que, mientras Geert Wilders era juzgado en los Países Bajos por hablar sobre “menos marroquíes” durante una campaña electoral, un observatorio pagado por el Estado dice que no pasa nada por amenazar a los homosexuales con quemarlos, decapitarlos y sacrificarlos, siempre y cuando sean los musulmanes quienes profieran esas amenazas, ya que el Corán dice que esa conducta es la exigida. Este podría ser hasta ahora uno de los ejemplos más asombrosos de sumisión voluntaria a la ley de la sharia en Occidente.
Un portavoz del servicio de asistencia telefónica MiND admitió posteriormente que “tras una mayor investigación” sobre el asunto, se había llegado a la conclusión de que la reclamación no se había “valorado justamente”, después de que varios diputados holandeses pidieran que el servicio telefónico dejara de financiarse con dinero público.
En febrero de 2016, una corte de distrito danesa declaró culpable a un hombre por hacer comentarios en Facebook que el tribunal consideró “insultantes y despectivos hacia los adeptos del islam”. El hombre había escrito:
La ideología del islam es repugnante, repulsiva, opresora y tan misántropa como el nazismo. La inmigración masiva de islamistas a Dinamarca es lo más devastador que le ha ocurrido a la sociedad danesa en la historia reciente.
Fue multado por “racismo”. El Tribunal Superior revocó después la sentencia, en mayo de 2016. El tribunal concluyó que el hombre era en realidad inocente de la acusación de racismo, y que sus palabras iban “dirigidas a la ideología del islam y el islamismo”.
Es inquietante que los gobiernos occidentales estén tan ansiosos por acabar con cualquier cosa que guarde un vago parecido con lo que han acuñado erróneamente como “islamofobia”, que significa literalmente “miedo irracional al islam”. Considerando la violencia que hemos presenciado, lo irracional sería no temer sus amenazas. Como Shabnam Asadolahi señaló recientemente en una carta abierta a los miembros del Parlamento de Canadá, hay unas cuantas cosas en el islam por las que sentir un legítimo miedo.
Lo único que tienen que hacer todos esos gobiernos es consultar los discursos de uno de los eruditos islámicos vivos más influyentes sobre el islam suní: Yusuf al Qaradawi, líder espiritual de los Hermanos Musulmanes. Qaradawi presenta uno de los programas más populares de Al Yazira, “Sharia y Vida”, que se calcula que llega a unos 60 millones de espectadores en todo el mundo. Ya en 1995, Qaradawi dijo en un congreso de la Asociación de Jóvenes Árabes Musulmanes en Toledo (Ohio): “¡Conquistaremos Europa, conquistaremos América! No mediante la espada, sino mediante la dawa [llamamiento]”.
La dawa, la llamada islámica a la conversión, es la citación islámica a la conquista no violenta de las tierras no musulmanas, incluida Europa. Como explicaba Qaradawi en una grabación de 2007, el propósito de la conquista consiste principalmente en la introducción de la ley de la sharia. Según Qaradawi, la ley de la sharia se debe insertar gradualmente, en un periodo de cinco años en un nuevo país, antes de ser implementada íntegramente. Esta ley de la sharia incluye la amputación de las manos por robar; matar a apóstatas y homosexuales; denigrar y oprimir a las mujeres, como en la poligamia; y darles palizas como medio de “disciplinarlas”, y así sucesivamente. Para aquellos occidentales que han estudiado el islam y han escuchado la opinión de los expertos islámicos más influyentes, hay unos pocos motivos para sentir “fobia” al respecto. Sería tonificante escuchar las opiniones de los líderes y tribunales europeos sobre estos aspectos de la ley de la sharia, en lugar de sus condenas casi rituales de quienes han estudiado realmente las fuentes islámicas y tratan de generar conciencia sobre la naturaleza de la ley de la sharia.
Mientras que enjuiciar y multar a las personas que critican el islam se está volviendo cada vez más habitual en Europa, esta práctica estaba antes reservada únicamente a los países musulmanes gobernados oficialmente por la ley de la sharia, como Arabia Saudí y Pakistán, donde está prohibido insultar al islam.
Es una lástima que los tribunales europeos y otros organismos estatales hayan empezado a seguir los pasos de la ley islámica. Aparentemente, los jueces y políticos europeos ya no son capaces de apreciar las inmensas libertades que antes eran la norma en el continente, y que parecen demasiado dispuestos, por voluntad propia, a abolir.
Fuente: Gatestone Institute
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