ESTHER SHABOT
Se trata de un espacio geográfico azotado desde hace tiempo por guerras y convulsiones cada vez más cruentas y enmarañadas.
Si para las regiones del mundo que mantienen una estabilidad relativa es ya muy difícil prever los escenarios posibles que traerá el nuevo año, debido a la incertidumbre generada por los brutales cambios que se registran en las orientaciones políticas de los países más poderosos, responsables supremos de la agenda internacional, para Oriente Medio el futuro es aún más nebuloso. Como espacio geográfico azotado desde hace tiempo por guerras y convulsiones cada vez más cruentas y enmarañadas, los cambios de las últimas semanas, registrados tanto en el curso de las confrontaciones armadas ahí presentes como en el terreno de la política internacional, hacen imposible pronosticar los escenarios que prevalecerán en el 2017. Lo más que se puede hacer es, por tanto, dar cuenta del cuadro que ofrece la región, planteando, si acaso, algunas hipótesis acerca de lo que parece avecinarse sin por ello poder asegurar absolutamente nada.
Siria e Irak representan, por supuesto, el incendio más alarmante y penoso. En Siria, la devastación es inenarrable. Hoy por hoy Rusia, Irán y Turquía se han adueñado de ese escenario y presuntamente están implementando un cese al fuego y negociaciones con grupos rebeldes, todo ello con el claro propósito de mantener a Bashar al-Assad en el poder. En ese contexto, Moscú se ha adueñado de la cancha, quedando cada vez más excluidos de ella Estados Unidos y sus aliados europeos. La monumental víctima de la pesadilla siria que lleva ya casi seis años es sin duda la población civil. En cuanto a Irak, resulta que a pesar de los avances en el combate contra el Estado Islámico, la toma por las tropas iraquíes de Mosul aún no se concluye, mientras que por otra parte, el país continúa sin resolver la fragmentación sectaria que se expresa en un salvaje terrorismo casi cotidiano y en oleadas de exiliados que buscan seguridad fuera de su patria.
Las consecuencias de los cataclismos arriba mencionados han sido graves para los vecinos. Líbano y Jordania han recibido centenares de miles de refugiados de Siria e Irak, agravando con ello sus problemas previos. Y Yemen es el otro espacio donde la guerra parece interminable, una guerra en la que intervienen directamente Arabia Saudita e Irán, apoyando cada cual a distintas fuerzas locales. Es ahí, en Yemen, donde con más claridad se expresa la confrontación hoy existente en el mundo musulmán entre el sunismo y el chiismo, enfrentados abiertamente por la hegemonía regional.
En cuanto al conflicto palestino-israelí, las cosas apuntan a situaciones novedosas en virtud de la última resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que condenó los asentamientos israelíes en Cisjordania y Jerusalén oriental. Qué va esto a provocar es difícil prever, más aún con el cambio de Presidencia en Estados Unidos y las erráticas e imprevisibles posturas que revelan las declaraciones de Donald Trump al respecto. La misma incertidumbre prevalece por cierto en cuanto a Irán, ya que las intenciones de Trump de anular o modificar el acuerdo al que llegó Teherán con el G5+1 hace poco más de un año, podrían alterar peligrosamente este escenario dentro del cual los otros cinco firmantes discrepan del Presidente electo de Estados Unidos acerca de la conveniencia de retornar a una confrontación abierta con los iraníes, dejando claro que ellos seguirán respetando los términos del acuerdo.
Y si volteamos a Egipto, la situación también es crítica. El gobierno de Al-Sisi no consigue estabilizar al país y ha regresado a las prácticas represivas comunes en la época pre-primavera árabe. Mientras tanto, Turquía, azotada por el terrorismo e involucrada en Siria de una manera ambigua, se desliza aceleradamente hacia un régimen cada vez más autocrático manejado por el presidente Erdogan, quien avanza en sus aspiraciones de adquirir personalmente cada vez más poder.
Así, son tantas las variables involucradas en la manera como se desarrollará el futuro de la región, que el pronóstico no puede ser más que incierto y bastante sombrío. Y ello sin duda no es privativo de esa zona del mundo, ya que, aunque en menor medida, países como el nuestro también enfrentan un futuro lleno de interrogantes y amenazas.
Fuente:excelsmxior.com
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