YVES MAMOU / No olvides estos nombres: Yves Aubin de La Messuzière; Denis Bauchard; Philippe Coste; Bertrand Dufourcq; Christian Graeff; Pierre Hunt; Patrick Leclercq; Stanislas de Laboulaye; Jean-Louis Lucet; Gabriel Robin; Jacques-Alain de Sédouy y Alfred Siefer-Gaillardin.
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Estos hombres son embajadores franceses jubilados. Aparentemente son muy educados, tienen buenos modales y son aristocráticos, y periódicamente publican artículos de opinión en Le Monde. Sin embargo, sólo publican en Le Monde para amenazar a Israel.
Su más reciente artículo en Le Monde, el 9 de enero de 2017, fue explicar cómo una conferencia internacional sobre Oriente Medio, prevista para el 15 de enero en París, sería beneficiosa para la “seguridad” de Israel. Su texto es una enumeración desalentadora de clichés tradicionales de la hipócrita diplomacia de Francia.
Ejemplo: “Para los palestinos, nada es peor que la ausencia de un Estado”. ¿De qué manera es lo peor? Como Bret Stephens escribió esta semana en el Wall Street Journal:
Pekín ha llevado a cabo una política sistemática de represión durante 67 años, mientras que los palestinos son meras voces en las mezquitas, las universidades y los medios de comunicación. ¿Han sido perseguidos más duramente que el Rohingya? Ni mucho menos”.
Stephens también señaló que:
“Una cifra reveladora se produjo en una encuesta de junio de 2015 realizada por el Centro Palestino de Opinión Pública, que encontró que la mayoría de los residentes árabes en Jerusalem Oriental prefiere vivir como ciudadanos con derechos iguales en Israel que en un estado palestino”.
Los embajadores franceses, sin embargo, no explican. “La proclamación de un Estado palestino no cambiará nada en el terreno”, pero dicen que esperan que este movimiento simbólico cree “una nueva dinámica que imponga nuevas realidades”. Hmm. Ahora, ¿qué podrían ser estas “nuevas realidades” en un estado palestino en medio de un Oriente Medio devastado por la guerra?
“Hoy”, dijo Diana B. Greenwald del Washington Post, con Fatah al mando en Cisjordania, la principal amenaza proviene de grupos islámicos, como Hamas, e incluso de grupos militantes asociados con Fatah que se han enfurecido bajo el gobierno de mano dura de Abbas”.
Esta evaluación fue respaldada por el voto aplastante de Hamas, no en Gaza, sino en la Universidad de Birzeit en Cisjordania.
Para estos embajadores franceses, todos los gobiernos israelíes, y especialmente Netanyahu, están aparentemente impulsados por un “nacionalismo religioso” que supuestamente hace que el primer ministro de Israel sea sordo a las aspiraciones nacionales del pueblo palestino -el mismo pueblo palestino que persigue un estado matando judíos a cuchillo, explotar autobuses o ataques de embestida vehicular, al tiempo que gritan “Allahu Akbar” [“Allah es el Más Grande”]. Para nuestros embajadores, el terrorismo no existe en “Palestina”. Ellos sólo susurran quijotescamente sobre “la necesidad de seguridad” para Israel.
Su artículo es un largo y aburrido lamento sobre las condiciones ‘oh tan difíciles’ del pueblo palestino. Pero después de esta queja, nuestros embajadores finalmente llegan a su verdadera intención: amenazan con desterrar a Israel. Si Israel no cumple con su condena; si Israel se niega a volver a las “fronteras de Auschwitz” de 1949 como dicta la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU; si Israel no renuncia a Jerusalem, el alma de su civilización durante más de 3.000 años, para dar cabida a un Estado palestino, convenientemente también descartan que muy pronto sería un Estado terrorista islámico- entonces se lanzará el proceso de sanciones internacionales.
“Es desafortunado, sin embargo”, escribieron los embajadores, “que el Sr. Netanyahu desde el principio anunciara que no quería reunirse con el Sr. Abbas en París. Pero esta negativa demuestra la necesidad de una presión internacional para rehacer un diálogo imposible”.
“De lo contrario, ¿cómo evitaría Israel el peligro de las sanciones?” Al pedir etiquetar los productos de los asentamientos israelíes, la Unión Europea, estaba siendo consistente con su condena de los asentamientos y allanó el camino. Es un proceso peligroso para Israel, abierto al mundo exterior y, por lo tanto, vulnerable. Recordamos el papel de las sanciones en el fin del apartheid en Sudáfrica”.
No son precisos acerca de qué “sanciones” serían. Pero en una versión anterior, publicada el 3 de febrero de 2016, el mismo grupo de embajadores franceses retirados dio algunos ejemplos de sus deseos.
Reconocimiento inmediato del Estado de Palestina por Francia y todos los países de la Unión Europea.
La suspensión del Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea e Israel.
El fin de la cooperación económica y científica entre la Unión Europea e Israel.
Estas pedantes diatribas contra el Estado judío son una ilustración patética de la ceguera tradicional de la diplomacia europea, y especialmente de Francia. Estos embajadores hacen la declaración de que “el conflicto israelí-palestino está eclipsado en la opinión mundial por las desgracias de Siria, Irak y Yemen y por la peligrosa presencia del Estado islámico”, pero siguen pensando que “el resentimiento de la opinión del público árabe contra el mundo occidental” existe porque este mismo mundo occidental es “acusado de complicidad con Israel”.
La conclusión obvia es que están tratando de esconder su propia detestación de Israel detrás de la de los árabes. El problema no son los “colonos” judíos en “Palestina”. Antes de 1967, no había asentamientos. Entonces, ¿qué estaba libernado la Organización de Liberación de Palestina cuando se creó en El Cairo en 1964? La respuesta, por supuesto, como la OLP fue la primera en admitir, era “Palestina”, es decir, todo el estado de Israel, considerado por muchos árabes como un gran asentamiento. Basta con mirar cualquier mapa palestino.
El experto en Oriente Medio Gregg Romano endereza la historia fáctica distorsionada por la ONU y Europa:
“Si se toman en cuenta 3.000 años de historia y contexto, los árabes palestinos, no los judíos israelíes autóctonos, se convierten en el partido ofensivo … Hace unos 1.300 años, descendientes y seguidores del profeta Mahoma de Arabia salieron de la Península en una orgía de conquista, expansión y colonización. Aniquilaron por primera vez a las antiguas tribus judías en lugares como Yathrib (conocido hoy como Medina) y Khaybar antes de barrer el norte, el este y el oeste, conquistando lo que hoy se conoce como Oriente Medio, África del Norte e incluso el Sur de Europa … Dondequiera que los gobernantes árabes e islámicos conquistaron, impusieron su cultura, lengua y – lo más significativo – su religión …. En un principio, los colonos y conquistadores árabes no querían mezclarse con sus vasallos indígenas. En barrios segregados o ciudades cuartel creadas a partir de las cuales impusieron su autoridad a las poblaciones nativas … mientras la esclavitud se hacía rampante y desenfrenada … Lento pero seguro, el “mundo árabe” que hoy conocemos fue impuesto artificial y agresivamente”.
Los árabes, que han intentado matar judíos allí durante casi cien años, mucho antes de 1967, representan un problema: hay 1,5 millones de árabes en Israel, pero nadie los considera “colonos”. El problema es que estos embajadores no son tan peligrosos para Israel como lo son para Europa y el mundo libre, ya que siguen sucumbiendo a las exigencias del Islam.
Yves Mamou es un periodista y escritor residente en Francia. Trabajó durante dos décadas para el diario Le Monde antes de jubilarse.
Fuente: Gatestone Institute – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico
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