MÓNICA ARRIZABALAGA
Mano derecha de Eichmann y responsable de la deportación de 130.000 judíos, vivió sus últimos años enfermo y de forma miserable, según la investigación de la revista francesa XXI.
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Alois Brunner fue durante décadas el nazi más buscado. Mano derecha de Adolf Eichmann, el artífice de la «solución final», dirigió las deportaciones a campos de concentración nazis de unos 130.000 judíos. Fue condenado en rebeldía por crímenes de guerra, pero no llegó a ser capturado. Hace cuatro años, el Centro Simon Wiesenthal retiró su nombre de su lista, dándolo por muerto por viejo, dado que nació en 1912. Se creía que había fallecido en Siria entre 2009 y 2010, pero ya para entonces debía de llevar unos años criando malvas. Según publica hoy la revista francesa XXI, el criminal de guerra nazi falleció en diciembre de 2001 en un sótano de Damasco a los 89 años.
La investigación de la revista francesa, que recoge AFP, está basada en los relatos de tres testigos, presentados como miembros de los servicios de seguridad sirios encargados de la protección del anciano nazi. Solo uno de ellos, Abou Yaman, actualmente refugiado en Jordania, ha aceptado dar su verdadero nombre.
Según estos testigos, el antiguo colaborador de Adolf Eichmann y antiguo responsable del campo de Drancy, cerca de París, vivió 40 años en Siria bajo el amparo del clan Assad. «Como precio por su protección, el anciano ingeniero nazi de la solución final transmitió su “saber hacer”. Un pacto de sangre firmado en los años 60», destaca la investigación llevada a cabo por Hedi Aouidj y Mathieu Palain.
El criminal nazi estuvo prácticamente bajo arresto domiciliario en su apartamento en el barrio de las embajadas de Damasco desde 1989 y a finales de los años 90, Brunner fue «trasladado» por «razones de seguridad» al sótano de una residencia habitada por civiles, del que no volvió a salir nunca.
Alois Brunner, que se hacía llamar Abou Hossein, vivió de forma miserable sus últimos años, encerrado en este sótano. «Estaba muy enfermo. Sufría y gritaba mucho, todo el mundo lo oía», relata uno de los guardias que se hace llamar «Omar». Este testigo cuenta que comía la «infame» ración de un soldado, «un huevo o una patata, uno u otro», y que «ni siquiera podía lavarse».
Tras su muerte, en diciembre de 2001, su cuerpo fue lavado según el rito musulmán y enterrado «en total discrección» en el cementerio Al-Affif de Damasco.
«Nos alegra saber que vivió mal», ha señalado a la agencia AFP el historiador Serge Klarsfeld, cuyo padre fue arrestado en septiembre de 1943 en Niza por un comando dirigido por Aloïs Brunner y asesinado en Auschwitz. Klarsfeld se trasladó a Damasco en 1982 junto con su esposa Beate para reclamar la expulsión del exjerarca nazi. En vano.
«Lo que revela la investigación de XXI es verosímil. Se ve que han interrogado a gente que lo conoció de cerca», estima Klarsfeld, que lamenta que el antiguo miembro de las SS no compareciera ante los tribunales que lo juzgaron en 1954 y después en 2001.
Brunner, del que Adolf Eichmann dijo en sus memorias que era su «mejor hombre», fue responsable de la deportación a Auschwitz de 56.000 judíos de Viena, 43.000 de Salónica, 14.000 de Eslovaquia y 23.500 de Francia, donde dirigió el campo de Drancy. Tras la derrota de la Alemania nazi, aprovechó la condena a muerte de otro Brunner para esconderse entre la masa de refugiados y emplearse después como conductor de camión para las tropas americanas, según reseña la revista francesa que recoge también cómo en 1947 trabajó en una mina de carbón en Essen (Alemania). En 1953 huyó a Egipto con un pasaporte a nombre de Georg Fischer y un año después se refugió en Siria, mientras en París se le juzgaba por crímenes de guerra.
«Es difícil describir con precisión los diez primeros años de Alois Brunner en Siria», explica XXI, poque el dossier de 581 páginas fue destruido en 1994 por los servicios secretos alemanes en un «lamentable incidente», según dijeron a la revista Der Spiegel. En 1961, Brunner perdió un ojo al recibir un paquete bomba en Damasco. Había sido descubierto.
La revista XXI señala que en 1964 llegó a un pacto con el régimen sirio. Sus «conocimientos» serían muy útiles en la creación de los incipientes servicios secretos sirios y el aparato de represión del clan Al Assad, pese a que éstos siempre lo han negado.
Se le perdió la pista hacia 1992, después de sus entrevistas a la revista autríaca «Bunte» en 1985 y al «Chicago Sun Times» en 1987, en las que lejos de arrepentirse, aseguró que volvería a hacer lo mismo si tuviera oportunidad.
Desde hace años se le creía muerto, y con razón según los detalles que revela la revista XXI, aunque la fecha concreta y las circunstancias de su muerte siguen siendo un misterio.
Fuente: Comité Central Israelita del Uruguay, ABC, España
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