JUDITH BERGMAN
Las mujeres han desaparecido literalmente de los bares y cafeterías de ciertas áreas suburbanas predominantemente musulmanas de Francia, según un vídeo grabado con cámara oculta emitido hace poco por el canal de televisión France 2.
En el vídeo aparecían dos activistas, Nadia Remadna y Aziza Sayah, miembros de la organización en defensa de los derechos de la mujer La Brigade des Mères (La Brigada de las Madres), entrando en una cafetería del barrio periférico parisino de Sevran, donde los clientes –todos varones– las recibieron con sorpresa y hostilidad. Uno les dijo: “Es mejor esperar fuera. Aquí hay hombres… En esta cafetería no hay diversidad”.
Otro cliente les dijo: “En esta cafetería no hay mezclas. Estamos en Sevran, no en París. Aquí la mentalidad es diferente. Es como en casa”.
En un suburbio de Lyon, la periodista Caroline Sinz, de France 2 TV, habló con una joven que dijo que le daba miedo salir, y que llevaba ropa holgada y no se maquillaba para evitar ponerse en la diana de los hombres musulmanes del barrio.
En palabras de Sinz, las mujeres parecían “haber sido borradas” de las cafeterías y las calles. Sinz pasó a explicar que las mujeres en estas zonas solían protestar contra el statu quo, pero ahora están asustadas, ya han hablado en muchas ciudades, y han sido insultadas y agredidas. Así que ahora, para evitar las amenazas y las presiones, se autocensuran y se callan.
Axelle Lemaire, ministra francesa de Asuntos Digitales, y la primera funcionaria del Gobierno que comentó el vídeo, dijo que la grabación parecía demostrar un caso “intolerable” e “ilegal” de “discriminación contra las mujeres”. Sin embargo, se apresuró a añadir que no era una cuestión religiosa, y dijo que no se debía culpar a las comunidades musulmanas de Francia.
Las declaraciones de Lemaire sobre la religión revelan, una vez más, la voluntaria ignorancia que tantos del establishment político europeo muestran en su negativa a abordar los problemas de la islamización. Sevran pertenece al distrito de Seine-Saint-Denis, área habitada por más de 600,000 musulmanes de un total de 1,400.000 habitantes. Ya en 2011, un informe del prestigiado politólogo y experto en el islam Gilles Kepel, Banlieue de la République (Suburbio de la República), demostró que Seine-Saint-Denis, así como otras áreas suburbanas, se estaban convirtiendo en sociedades paralelas islámicas, desprendiéndose cada vez más del resto de la sociedad francesa. Esas mujeres que ahora han desaparecido de las calles de Sevran no se pueden desligar de la realidad de la islamización de estas sociedades.
Esta islamización ha sido alimentada y fortalecida por las fuertes inversiones de Qatar –especialmente en mezquitas– en Francia durante los últimos cinco años. Esas inversiones ascienden actualmente a cerca de 22,000 millones de dólares. Invertir en mezquitas es al parecer la vía de Qatar para difundir el wahabismo/salafismo –una forma particularmente radical del islam– en todo el mundo.
La ley islámica de la sharia es muy clara sobre el papel de la mujer en el islam; convendría aconsejar a los políticos franceses que abriesen un Corán antes de declarar que los acontecimientos recientes “no tienen nada que ver con el islam”. El Corán afirma que una mujer debe obedecer a su marido en todo [4:34][1] y que su función es la casa, donde preferiblemente debe permanecer, a menos que tenga un recado legítimo que atender fuera de ella [33:33][2]. En los países donde la ley de la sharia es la ley suprema, como en Arabia Saudí, una mujer no puede salir de casa sin el permiso de su marido.
Considerando el papel subordinado de la mujer en la ley de la sharia, es una consecuencia lógica que aquellos suburbios franceses que se han islamizado, y donde se tiene un gran respeto a la sharia, se parezcan a Arabia Saudí.
Los efectos acumulados de la islamización, financiados con dinero e influencia catarí, sólo pueden sorprender a aquellos políticos y élites culturales que se niegan obcecadamente a reconocer estas realidades y afrontarlas.
Otro político francés, el ex ministro de Trabajo Eric Woerth, dijo que el vídeo “es una puñalada en el corazón de la República. El corazón de la República es la igualdad entre hombres y mujeres”. ¿Pero no llega un poco tarde esta declaración de “liberté, égalité, fraternité”? ¿Dónde han estado estos políticos? Hace un año, Pascale Boistard, entonces ministra francesa de Derechos de la Mujer, dijo en una entrevista:
“Hay zonas en nuestro territorio donde las mujeres no son aceptadas, donde no son respetadas, y donde casi son obligadas a vivir con este hecho como un trastorno en la vida cotidiana. Y por lo visto, a todo el mundo le parece más o menos normal… En muchos barrios, las mujeres se limitan a ciertas áreas (el vestíbulo, la puerta del colegio…) y prácticamente desaparecen de otras, como los eventos deportivos o los lugares de ocio. ¿Es normal que en algunos sitios no encuentres a ninguna mujer en las cafeterías? Es una forma de moralidad dislocada, a menudo ejercida por grupos minoritarios frente a una mayoría, lo que provoca que el espacio público, que en teoría pertenece tanto a hombres como mujeres, esté vetado para las mujeres.”
La subordinación, humillación y hostigamiento de las mujeres en los suburbios ha tenido lugar durante décadas, delante de las narices de los políticos que afirman preocuparse por los derechos de la mujer y “el corazón de la República”, y que sin embargo han preferido no saber. En 2002, la difunta autora de Dans l’enfer des tournantes (Ida y vuelta del infierno), Samira Bellil, explicó que su vida como adolescente a finales de 1980 en los suburbios era, como indica el título, “un puro infierno.”
En una entrevista con la revista Time en 2002, dijo: “Desde el momento en que una chica sale a la calle, los chicos piensan que tienen derecho a juzgarnos y tratarnos de manera diferente. En los casos extremos, esto lleva a la violencia o la agresión”. Bellil fue repetidas veces víctima de violación colectiva a manos de jóvenes musulmanes, que la conocían y la tenían en el punto de mira porque “cualquier chica del barrio que fume, se maquille o lleve ropa atractiva es una zorra”. En su día, la revista Time informaba de que: “La policía detesta patrullar esas zonas por miedo a la violencia. El resultado: se ha roto la civilidad y el orden en muchos suburbios, y las bandas juveniles sienten que pueden atacar impunemente a las mujeres…”
Eso era hace quince años.
En el mismo artículo, Time también entrevistaba a Fadela Amara, líder de la organización Ni Putes ni Soumise (Ni Putas ni Sumisas), que defiende que las mujeres puedan llevar vidas normales, modernas. Amara dijo que desde 1992 las mujeres de los suburbios franceses han tenido que enfrentarse a la proliferación de la influencia del fundamentalismo islámico.
En los últimos diez años, la situación de las mujeres en los suburbios se ha deteriorado radicalmente. Estamos viendo crecer los insultos a las jóvenes que visten pantalones vaqueros, un aumento de los matrimonios forzosos o concertados, a más mujeres jóvenes obligadas a dejar los estudios y una mayor incidencia de la poligamia.
Quince años después, los ministros franceses fingen estar sorprendidos e indignados por que las mujeres de estos suburbios hayan sucumbido finalmente al incesante terror contra ellas y que estén desapareciendo de las calles.
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[1] Los hombres son responsables del cuidado de las mujeres en virtud de lo que Alá les ha concedido en mayor abundancia a ellos que a ellas. Y las mujeres virtuosas son las verdaderamente devotas, que guardan la intimidad que Dios ha ordenado que se guarde. Pero a aquellas cuya animadversión temáis, amonestadlas [primero]; luego dejadlas solas en el lecho; luego pegadlas. Pero si entonces os obedecen, no tratéis de hacerles daño.
[2] “Y permaneced en vuestras casas, no os adornéis con los adornos del tiempo de la ignorancia. Estableced la oración y entregad el zakat y obedeced a Alá y a su profeta. Alá sólo quiere que se mantenga alejado de vosotros lo impuro. ¡Oh gente de la casa del Profeta!, y purificaros totalmente.”
Fuente: es.gatestoneinstitute.org
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