Alan Dershowitz: El legado de Oriente Medio de Obama es un trágico fracaso

El presidente Barack Obama habla en la Universidad de El Cairo en El Cairo. (Imagen de archivo: Chuck Kennedy)

Alan Dershowitz / Oriente Medio es un lugar más peligroso después de ocho años de la presidencia de Obama de lo que era antes. 

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Los ocho desastrosos años de Obama siguen a los ocho desastrosos años de Bush durante los cuales esa parte del mundo se volvió más peligrosa también. Al igual que muchos otros puntos de interés internacional. En resumen, los últimos 16 años han sido testigos de grandes errores de política exterior en todo el mundo, y especialmente en el área entre Libia e Irán, que incluye a Israel, Egipto, Siria, Irak, Líbano, Turquía y el Golfo.

Con respecto al conflicto entre Israel y los palestinos, las políticas de Obama han dificultado las perspectivas de un compromiso de paz. Cuando Israel sintió que tenía a Estados Unidos a su espalda – tanto con Clinton como con Bush – ofreció generosas propuestas para acabar con los asentamientos y la ocupación en casi toda la Ribera Occidental. Trágicamente, el liderazgo palestino – primero bajo Arafat y luego bajo Abbas – no aceptó ni las ofertas Barak-Clinton en 2000-2001, ni la oferta Olmert en 2008. Ahora ignoran la oferta abierta de Netanyahu para negociar sin condiciones previas.

Dennis Ross demuestra de forma concluyente que cada vez que el gobierno israelí confía en el respaldo de Estados Unidos, ha estado más dispuesto a hacer generosas ofertas de compromiso que cuando tiene razones para dudar del apoyo estadounidense. El presidente Obama no entendió esta realidad crucial. En lugar de sostener la espalda de Israel, repetidamente apuñaló a Israel por la espalda, comenzando con su discurso unilateral de El Cairo cerca del comienzo de su mandato, continuando con su fracaso para hacer cumplir la línea roja sobre el uso de armas químicas por parte de Siria, y que culminó en su negativa a vetar la resolución unilateral del Consejo de Seguridad, que atribuyó la mayor parte de la culpa a los israelíes por el actual estancamiento.

Estas acciones mal aconsejadas -especialmente la resolución del Consejo de Seguridad- han desincentivado a los dirigentes palestinos de aceptar la oferta de Netanyahu de sentarse a negociar una paz de compromiso. Ellos han sido falsamente llevados a creer que pueden lograr la estadidad a través de las Naciones Unidas, o por otros medios que no requieren compromiso.

El acuerdo de Irán, mientras retrasaba la adquisición de armas nucleares por parte de Irán, prácticamente garantizaba que se le permitiría desarrollar un arsenal nuclear tan pronto como las principales restricciones en el acuerdo expiraran en la próxima década. Israel nunca permitirá que un régimen jurado a la destrucción del Estado-Nación del Pueblo Judío para asegurar tal arma genocida. Por lo tanto, la posibilidad de un eventual enfrentamiento militar peligroso se ha incrementado en lugar de disminuido por el mal negociado acuerdo con Irán.

El fracaso de Obama para llevar a cabo su amenaza de línea roja contra el uso del régimen sirio de armas químicas ha debilitado la credibilidad de Estados Unidos entre sus aliados y adversarios por igual. Ha creado un vacío de poder que Rusia se dio prisa por llenar. Turquía también ha flexionado sus músculos intimidatorios, ya que su irascible y egomaníaco líder ha utilizado la excusa de ISIS para ir tras otro aliado estadounidense, los kurdos, que tienen al menos una reivindicación tan fuerte como los palestinos.

Los aliados tradicionales de Estados Unidos en Oriente Medio -Israel, Egipto, Arabia Saudita, Emiratos y Jordania- han sido debilitados por las políticas de Obama, sobre todo por el acuerdo de Irán. Los enemigos tradicionales de Estados Unidos – Irán, Siria y Hezbolá – se han fortalecido, junto con Turquía.

El terrorismo ha aumentado y se ha trasladado hacia el norte a Europa, en parte como resultado de la crisis siria.

ISIS, Al Qaeda, los talibán -y otras ramas terroristas- que se creían debilitadas, siguen siendo una seria amenaza para la estabilidad regional y para los civiles.

Un Oriente Medio desestabilizado plantea peligros cada vez mayores para los aliados estadounidenses y para la paz. La culpa de esta inestabilidad es compartida por los presidentes Bush y Obama. El derrocamiento de Saddam Hussein y la invasión de Irak dividieron a ese país y lo hicieron ingobernable e invitaron a Irán a desempeñar un papel importante en su desestabilización actual. El derrocamiento de Gaddafi dejó a Libia abierta a las influencias cada vez más terroristas. El intento de reemplazar a Assad ha convertido a Siria en una pesadilla. La dimisión forzada de Mubarak colocó inicialmente a Egipto bajo el control de la Hermandad Musulmana y fortaleció a Hamas en la Franja de Gaza. Sólo un golpe de Estado, con la oposición de la Administración Obama, restauró algo de estabilidad a Egipto. Líbano se ha convertido en una subsidiaria de Hezbolá, un grupo terrorista bajo la influencia de Irán que tiene 100.000 misiles dirigidos a los centros de población de Israel. El arco chiíta ahora corre desde Irán por partes de Irak y Siria y hacia el Líbano.

Este es el trágico legado de los esfuerzos fallidos del gobierno de Obama para deshacer los daños causados por la administración Bush. Los terroristas islámicos radicales han reemplazado a los tiranos autoritarios seculares. Ambos son malos, pero los tiranos al menos producen un grado de estabilidad y previsibilidad. También tienden a mantener su tiranía doméstica, mientras que los terroristas tienden a exportar sus malas tácticas. Deberíamos haber aprendido la lección de la sustitución del tirano Sha de Irán por los ayatolás mucho más tiránicos y peligrosos. Pero no lo hicimos. Insistimos en apoyar la “democracia” de la primavera árabe, que resultó en la sustitución de tiranos domésticos antidemocráticos por terroristas internacionales no democráticos. La historia mirará amablemente los éxitos domésticos de Obama, pero juzgará duramente su política de Medio Oriente.

Alan M. Dershowitz, Profesor de Derecho Felix Frankfurter, Emérito de la Facultad de Derecho de Harvard y autor de varios libros

Fuente: The Algemeiner – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico

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