JONATHAN PELED, EMBAJADOR DE ISRAEL EN MÉXICO –En 1947, tras históricas deliberaciones y con el papel determinante jugado por los países latinoamericanos, el Consejo de Seguridad de la ONU votó y aprobó el Plan de Partición de Palestina que consistió en el establecimiento de un Estado Judío y un Estado Árabe en el entonces territorio bajo Mandato Británico.
Los judíos aceptaron la resolución, pero los árabes no sólo la rechazaron, sino que iniciaron una guerra en 1948, en la que participaron siete ejércitos árabes contra el naciente Estado Judío con el propósito de destruirlo y “lanzar a los judíos al mar”.
¿Qué habría pasado si los árabes hubieran ganado esa guerra?
Afortunadamente, Israel logró defenderse y superar a los ejércitos árabes invasores, manteniendo su territorio intacto y ampliándolo un poco. Por otro lado, Jordania tomó el control sobre Jerusalém del Este y Cisjordania, mientras que Egipto tomó posesión de la Franja de Gaza. Nadie reclamó entonces esos territorios y tampoco nadie hizo mención a ningún palestino ni de un Estado palestino.
Posteriormente en 1967, nuevamente los países árabes encabezados por Egipto y Siria intentaron aniquilar a Israel. Esta vez, afortunadamente Israel venció a los agresores y además ganó territorio en sus exitosas acciones defensivas.
¿Qué hubiese ocurrido si ellos hubieran ganado y se hubieran adjudicado más territorio?
¿Acaso alguien hubiera esperado que ellos devolvieran la tierra que ganaron en dicha guerra?
Un tercer intento de atacar a Israel ocurrió en 1973, en el día más sagrado para Israel y para el Pueblo Judío, Yom Kipur- el Día del Perdón.
¡¿Y si hubiesen ganado aquella vez?!
A pesar de los constantes intentos por parte de los árabes de abatir y destruir a Israel, hemos podido defendernos e incluso participar en diversos esfuerzos para conseguir la paz.
De hecho, hemos logrado alcanzar acuerdos de paz con Egipto y con Jordania. En todos estos acuerdos, Israel se ha retirado de tierra conquistada al defenderse de esos países (no al ser la fuerza ofensiva) a cambio de paz y de seguridad.
Israel también se retiró unilateralmente de Líbano (en el año 2000) y de Gaza (en el año 2005) con la esperanza de obtener paz y seguridad solo para terminar recibiendo a cambio más terrorismo y violencia.
Desde que la ONU y la comunidad internacional han intentado encontrar una solución, a partir del Plan de Partición de 1947 y hasta hoy día, los palestinos y sus partidarios han rechazado todas las propuestas puestas sobre la mesa para encontrar una solución viable.
En 2000 el Primer Ministro israelí Ehud Barak ofreció en Camp David a Yasser Arafat un Estado palestino. En 2008 el primer ministro israelí, Ehud Olmert, ofreció de nuevo a Mahmoud Abbas una solución. Todos estos intentos fueron rechazados determinadamente.
La conclusión es que el conflicto implica muchos más intereses y motivos regionales e internacionales y nunca se redujo a un reclamo por un Estado palestino. Los palestinos tuvieron muchas oportunidades de establecer un Estado y las rechazaron todas. La cuestión que enfrentamos es el derecho de Israel de existir. El persistente rechazo palestino de reconocer a un Estado Judío en cualquier frontera, sigue siendo la raíz del conflicto.
Todo esfuerzo que elude a las negociaciones cara a cara, sólo incita a los palestinos – que han sido pieza en el ajedrez de los poderosos países árabes de la región- a evadir las negociaciones con Israel y como todo conflicto político exige. Así los palestinos ignoran la necesidad de conversar directamente con Israel y asumir los inevitables compromisos que resultarían de cualquier acuerdo.
Mientras los palestinos glorifiquen los atentados suicidas y el “martirio”, y nieguen la legitimidad del pueblo judío en Israel, no habrá solución alguna.
El papel de las naciones de buena voluntad, entre ellas México, debe ser el de enviar un claro mensaje a los palestinos, determinando que su posición y actitud ya no serán permitidas, aceptadas ni toleradas por una comunidad internacional. Israel ciertamente y repetidamente ha recibido su cuota de mensajes claros (la mayoría injustificados) por parte de la comunidad internacional, pero, por desgracia, nunca ese tipo de mensajes claros ha sido enviado, a los palestinos.
Israel sigue comprometido con la solución de dos Estados para dos pueblos, e Israel, pide ser por fin reconocido como el Estado de la Nación Judía.
El conflicto palestino-israelí sólo se resolverá mediante negociaciones bilaterales directas. Los intentos de imponer soluciones desde el exterior o a través de terceros y por la internacionalización, sólo conducirán a que la paz esté cada vez más lejos. Sólo el diálogo- cara a cara- puede revertir décadas de no reconocimiento y desconfianza.
La Conferencia de París convocada para ayer domingo por el gobierno de Francia, sin la participación de Israel, no sólo será una iniciativa inútil, sino que indudablemente fomentará la intransigencia palestina y perpetuará el conflicto.
Fuente: El financiero
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