“Lo que une a judíos y cristianos es la hermandad y no el antisemitismo”: Jean Meyer

 

YANCUIC

El historiador y escritor Jean Meyer acaba de publicar “Estrella y Cruz” (Taurus), un estudio sobre la concordia cristiano-judía entre 1926 y 1965.

Su libro, destinado a destacar que lo que une a judíos y cristianos es la hermandad y no el antisemitismo, es de un optimismo feroz, tan plausible como su propia condición de inmigrante, casado con Beatriz Rojas y padre de tres hijos tan mexicanos como franceses.

Cree para estructurar su optimismo en un gran eje encabezado por Francia y Alemania, tendiente a fortificar la Comunidad Europea, de la mano de una gobernante en quien Jean estima mucho, Angela Merkel.

Las cifras del electorado hacia la derechista Marine Le Pen ha bajado mucho en Francia desde que la política se sacó fotos con Vladimir Putin y Donald Trump, “una señal de que en Europa lo del Presidente de los Estados Unidos es demasiado”, asevera.

Como contrapartida de ese rechazo, está Trump “queriendo hacerlo todo y quién podrá impedirlo. Nada indica que las cosas que ha anunciado hacer durante su mandato, no las vaya a hacer. Incluso, mudar la embajada de Norteamérica de Tel Aviv a Jerusalén. Para un periodista israelí que yo admiro mucho, la elección de Trump fue como un escupitajo”, afirma.

Las raíces cristianas del antisemitismo —que tiene en el Holocausto su cima más conocida y más atroz— narra la hazaña de cristianos justos, en tiempos del nazismo rampante. Los textos en torno al judaísmo y los judíos fueron los más debatidos y polémicos del Concilio Vaticano II, pero llevaron a la paz entre las dos ramas de la religión bíblica. ¿Tendrá resto para estos tiempos tan duros?

–Empieza usted el libro recordando a una mujer buena, Marie-Françoise Payré, ¿cómo ha sido ella?

–Esa mujer, yo la conocí desde chico, era el médico de familia y ella recibió a mi hermana, cuando yo tenía 4 años. Ya adolescente, ya hombre casado, tuve la suerte de ser su amigo y esa mujer desde la Segunda Guerra Mundial organizó una red para salvar judíos y llevarlos a España. Salvó mujeres, salvó niños e incluso, aunque no lo adoptó legalmente, se quedó con un niño que después fue como su hijo. En el Museo del Genocidio, en Jerusalén, ella está en la lista de los justos. Ahora bien, lo importante además de eso…

–Sí, que la pinta como heroína…

–Sí, una heroína muy modesta porque jamás hablaba de ello, ella consideraba que era la cosa más normal del mundo y había hecho lo mismo con la Guerra Civil Española, no se trataba sólo de judíos. Pero además, ella está en mi libro por haber sido médica y haber prologado la vida del doctor Jules Isaac, que fue traducido al español e incluso llegó a México, desde la historia de la Antigüedad hasta el Siglo XX. Este hombre, perteneciente a una familia integrada a Francia, agnóstico, vive en carne propia los crímenes del Holocausto al ser asesinadas su hija y su mujer, que mueren en Auschwitz. Como historiador, dedica los últimos 20 años de su vida a tratar de comprender el porqué del antisemitismo y a crear la concordia entre judíos y cristianos.

–¿Es posible sufrir un drama tan humano y luego luchar por la concordia?

–Precisamente porque Jules Isaac es un hombre generoso, justo y como historiador su combate siempre fue por la verdad. Él recuerda a los cristianos que el antisemitismo es una contradicción. Recuerda a los cristianos que Dios eligió que Jesús naciera de una madre judía en tierra de Israel. Los apóstoles, su primera iglesia es judía, que San Pablo es judío, el cristiano antisemita es anticristiano, es el gran mensaje de Jules Isaac. Él llama al antisemitismo la “enseñanza del desprecio”, eso de decir que si los judíos sufrían era el castigo de Dios por haber matado. En eso consistía la enseñanza del desprecio que Jules Isaac quería desaparecer. Lo logró, porque en gran parte el Concilio del Vaticano Segundo, le hace caso. Llegaremos luego al Papa Francisco, que como Arzobispo de Buenos Aires uno de sus mejores amigos era el rabino y a Juan Pablo II, que peregrina a Jerusalén al muro de las lamentaciones y dice: “los judíos son hermanos mayores”.

–Usted habla del Papa Francisco, pero en su libro remite a la revista de los jesuitas italianos, como la más antisemita, dicho por Hanna Arendt…

–Sí, pero no todos los jesuitas eran así. Hablo de los jesuitas italianos merced a una historia que conté el del crimen ritual, una creencia que dominó a muchos miembros de la Iglesia y entre ellos a los que hicieron esa revista. Sabían francés, sabían latín, incluso sabían hebreo, pero a la hora de creer optaban por esa leyenda tan perversa, de raíz popular. Una de las acusaciones que se concretó contra el judaísmo era ese crimen ritual, es decir, matan a un niño cristiano y con su sangre amasan el pan ácimo, me río porque es un absurdo, pero la última acusación del crimen ritual se dio en 1903 en Kiev, por suerte un jurado analfabeta y popular “inocentó” al judío acusado. Hoy en día, en los países árabes, sigue corriendo la leyenda del crimen ritual, hace unos años la televisión egipcia hizo una telenovela con ese tema y en Siria, hace unos 20 años, hicieron una película. En 1914 y 1920, un papa llamado Benedicto XV le puso un alto a ese tema.

–¿La política de Israel lleva al antisemitismo actual?

–Por desgracia, sí. Porque disfrazados de anticolonialistas, muchos antisemitas van enmascarados y que encontró un excelente discurso en contra de la política de Israel. La política de los territorios ocupados, no sólo de Benjamín Netanyahu, sino de la política laborista de mi admirado Shimon Peres, hicieron lo mismo, que es un suicidio para Israel. Usted piense que hay medio millón de israelíes en territorio palestino, que hay una autopista de miles y miles de kilómetros por donde pueden pasar sólo judíos, ¿cómo crear un Estado palestino? Lo veo muy difícil.

–Evitar relajar el judaísmo bíblico para exaltar el cristianismo, ese es uno de los 10 puntos de Jules Isaac que me llamó mucho la atención.

–No puedo decir más, es muy claro, muy actual

–Hay mucho agnosticismo y mucho ateísmo en la actualidad…

–Sí y no. No le sabría decir si en la Vieja Europa ciertamente hay un gran progreso de la indiferencia religiosa, incluso en la gente que se define como creyentes, en América Latina no hay indiferentismo. En México, por ejemplo, ha crecido mucho el evangelismo, las asambleas de Dios, en África y en Asia el cristianismo se está expandiendo de una manera sorprendente. Siempre me decían que el cristianismo era tan europeo que no podía expandirse más allá del Continente, hoy me dicen que en China hay 120 millones de cristianos. Yo, entre cristianos y judíos, me centro en la frase de Martin Buber: “judíos y cristianos siguen unidos en el misterio de nuestro Padre y juez”. Es una frase de 1949 y de una actualidad absoluta.

–Usted dice que en el Corán se menciona a los judíos y cristianos no como enemigos sino como amigos de sí mismo, ¿qué quiere decir con eso?

–Bueno, no soy especialista en el Corán, pero lo he leído de pe a pa. Supuestamente esa frase es del siglo VII y funciono mucho después. Nadie hubiera entendido en los siglos pasados ese versículo.

–Usted lo menciona porque el cristianismo y el judaísmo deben estar en contra del Corán…

–No, para nada. El problema del Corán es que no ha conocido hasta la fecha lo que le ha pasado a la Biblia. Por un lado hay grandes estudios bíblicos de desmenuzar y estudiar espiritualmente a la Biblia, al Evangelio, lo hicieron hombres, no hay que leerlo en forma literal, pero con el Corán parece emanado de Dios, no se lee espiritualmente y por eso tantos suicidas y asesinos en nombre de él. No hay que leer el Corán en forma fundamentalista, sino en espíritu. Hay un Islam espiritual, hay un Islam místico, totalmente respetable.

–En tiempos de tanto luchar contra el diferente, ¿este libro es un ejemplo de optimismo?

–Sí, porque yo he estudiado mucho sobre el tema negro que es el antisemitismo y en esa ocasión he podido contar una historia un happy end, he podido rescatar la memoria de gente buena, cuando hay casos como el de Jules Isaac y el de Juan XXIII, dos viejos, cuando en el mundo todo es ejemplo de juventud, sí, es un libro optimista.

–Con la actual política de Donald Trump las cosas se van a complicar más

–Espero sin mucha esperanza que contra la gente que dice que es un bocón y que no va a hacer nada, creo que a Trump hay que tomárselo en serio y lo que dice, puede hacerlo. ¿Quién va a pararlo? Él dijo que quiere transferir la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, me temo que lo haga. En la reunión de ayer de París le pidieron que no tomase iniciativas precipitadas, para que después no haya remedio, pero no lo sé. Hay un gran periodista israelí, que yo admiro mucho, que lamentablemente es muy grande y pronto nos va a dejar, Uri Avnery, escritor y activista por la paz israelí y es muy pesimista. Dice que recibió la elección de Trump como un escupitajo en la cara.

–¿Qué opina de Trump, de Marie Le Pen, del Brexit?

–El año pasado tuve que dar una clase que se llamaba Historia Global y explicaba a mis alumnos que siempre ha habido ese doble movimiento, el de reacción y el de expansión. El Imperio Romano nos dejó la Pax Romana y la convivencia de muchas religiones. Yo decía a mis alumnos que cada globalización enciende reacciones contra la globalización. En estos momentos estamos en eso, Trump, el Brexit, Marie Le Pen, Vladimir Putin, pero es una buena noticia que en las intenciones de voto, Marie Le Pen ha bajado, estoy hablando de la extrema derecha francesa. ¿Sabe usted por qué esta bajando? Por su abrazo con Putin y su abrazo con Trump. A su mismo electorado esto se les hizo demasiado. En Alemania espero que Angela Merkel gane la batalla, para mí es una mujer admirable, en Francia hay un candidato independiente que puede ser el caballo negro, Emmanuel Macron, que opta por volver a un eje político franco-alemán. Entonces, la Comunidad Europea es la única aventura política novedosa en el mundo.

–Es un poco absurdo creer eso…

–Será absurdo, pero mire usted, la estrella polar nos guía y nos marca el norte, nunca llegaremos a la estrella polar pero nos ayuda, la esperanza muere al final.

 

Jean Meyer (Niza, Francia, 1942). Geógrafo e historiador mexicano de origen francés. Llegó a México en 1962 y se naturalizó mexicano en 1979; hizo su tesis de doctorado sobre la Cristiada y ha trabajado en El Colegio de México, la Universidad de Perpiñán (Francia), El Colegio de Michoacán y, actualmente, en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Si bien no ha dejado sus temas mexicanos (la Revolución mexicana, la Cristiada, el sinarquismo, el agrarismo), desde 1987 se interesa por la historia soviética y rusa, y por temas de la historia global, como las relaciones conflictivas entre las iglesias y el antisemitismo. Sigue la actualidad internacional en su columna dominical de El Universal. Fundó la revista de historia Istor publicada por el CIDE. Es autor, entre otros libros, de La Cristiada (tres volúmenes, 1973-1975), Rusia y sus imperios (1997), La gran controversia (2006), El celibato sacerdotal (2009), La fábula del crimen ritual (2012) y Manuel Lozada (2015).

 

Fuente:SinEmbargo.mx

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