La segunda Berajá (=bendición) de la ‘Amidá se llama geburot, la bendición que describe “los poderes de Dios”. En la primera bendición, Abot, que analizamos ayer, vimos como HaShem usa Sus poderes para proteger a su Pueblo, Israel. En esta Berajá veremos cómo HaShem usa Sus poderes para resucitar, evitar y superar la muerte.
RAB YOSEF BITTON
TEXTO: 1. “Tú eres infinitamente poderoso, HaShem, Tú restauras la vida de los muertos, y salvas [=evitas la muerte] de muchas maneras, [en verano: Tú haces descender el rocío] [en invierno: Tú haces que el viento sople y que descienda la lluvia].
2. Tú mantienes a los seres vivos con bondad, Tú restauras la vida con gran compasión, Tú sostienes a los que están por caer; Tú curas a los enfermos y liberas a los cautivos.
3. Y Tú cumples Tu promesa con los que duermen en la tierra [nuestros antepasados]. ¿Quién es como Tú, Todopoderoso, y Quién se asemeja a Ti, el Rey que puede quitar y restaurar la vida y que hace florecer la salvación?
4. Y en Ti podemos confiar que harás resucitar a los fallecidos. Bendito eres Tú, HaShem, el que resucita a los muertos.”
Los dioses mitológicos usaban sus poderes para derrotar a otros dioses, destruir al enemigo, o para sembrar el pánico entre los humanos. El poder de esos dioses o héroes mitológicos se media por su capacidad para matar: cuanto más y mejor un dios mataba, más poderoso era. Nosotros los Yehudim vemos el poder de HaShem y Su intervención en todo lo que es beneficioso para la humanidad. HaShem usa Sus poderes para mantener la vida y evitar la muerte. Al proveer alimentos a todos los seres vivos, curar a los enfermos, salvar a los cautivos. Todo esto nos inspira a obrar con bondad. Nos enseña que al igual que HaShem nosotros también debemos utilizar nuestros poderes, recursos y habilidades para salvar, curar, ayudar, sostener, nutrir, etc.
La máxima expresión del poder de Dios es Tejiyat haMetim, la resurrección de los muertos, que es la idea con la que culmina esta bendición (TEXTO 4). Resurrección (no confundir con “reencarnación”) es una creencia central en el judaísmo. Tejiyat haMetim significa que en los tiempos mesiánicos, Dios restaurará la vida a los muertos. El cuerpo y el alma estarán de nuevo juntos como antes de la muerte. Maimónides explica que esto no significa que los hombres ya no morirán, los hombres vivirán más tiempo, pero seguirán siendo mortales. Ahora bien, entender cómo esto va a suceder, es decir, cómo los cuerpos resucitarán, es una idea que está más allá de nuestro poder de visualización o imaginación.
De cualquier forma, la idea de resurrección se repite varias veces en esta bendición, y en diferentes contextos. Y me parece que de una manera progresiva esta bendición nos va dando indicios de la Intervención Divina que resucita, renueva y extiende la vida, en 3 planos diferentes.
PLANETA TIERRA (TEXTO 1): En primer el poder de HaShem de renovar la vida lugar se manifiesta en el contexto de producir la lluvia “Tú haces soplar el viento y descender la lluvia”. Sin el agua de lluvia, la muerte sería inevitable. Sin la precipitación y sin el sistema climático que produce agua dulce los seres vivos no podría existir. Gracias a la precipitación, la tierra seca revive, las plantas vuelven a crecer y todas las criaturas del mundo pueden mantenerse con vida. La lluvia, a pesar de que no nos damos cuenta, es responsable por la constante renovación de la vida y la superación de la muerte.
HUMANIDAD (TEXTO 2): La segunda idea de resurrección se relaciona con la sociedad humana. Nuestra berajá presenta distintas situaciones en las que se percibe la delicadísima diferencia entre la vida y la muerte. En primer lugar, afirmamos que HaShem provee sustento, alimento a todas las criaturas, sin lo cual la vida no podría existir. HaShem interviene y ayuda a superar la muerte manteniendo de pie a los que están por desfallecer, curando a los enfermos, liberando a los cautivos (= prisioneros condenados a muerte). En todos estos casos, la muerte sería inminente de no mediar la intervención de HaShem Todopoderoso para superarla.
PUEBLO DE ISRAEL (TEXTO 3): La tercera parte de esta bendición alude a la supervivencia del pueblo judío. HaShem cumple con la promesa que hizo a nuestros antepasados, aludiendo a ellos al decir: “Los que duermen en el polvo”, Abraham, Ytsjaq y Ya’aqob. Esta promesa consiste en que el pueblo judío podrá estar al borde de su extinción total, como ocurrió en Egipto, o en los tiempos del Rey Jizquiyahu, o en los tiempos de Hamán, o en la Shoá… Pero aunque esté al borde de su “muerte”, HaShem restaurará la vida del Pueblo de Israel y lo resucitará.
Hace 2500 años atrás, el profeta Ezequiel (Yejezquel) tuvo una visión profética muy especial. En esta visión (capitulo 37) HaShem lo transportó a un valle. Y en ese valle había huesos. Muchos huesos. Huesos humanos. Huesos secos. No hay nada más muerto que un hueso seco. Y en esa visión, HaShem le dijo a Ezequiel: “Hijo del hombre: ¿Crees tú que estos huesos podrán volver a la vida? Y Ezequiel, en una combinación de humildad y sorpresa le contesto: “HaShem… sólo Tú lo sabes”. Y entonces hubo un ruido ensordecedor. Y los huesos empezaron a moverse. Los huesos se juntaron con otros huesos y formaron esqueletos. Y los esqueletos se revistieron de venas, y de nervios y de carne y finalmente se cubrieron de piel. Ahora ya no eran huesos sino cuerpos humanos sin vida. Cadáveres. Y entonces HaShem le dijo a Ezequiel: “Profetiza para que a estos cuerpos les llegue un hálito de vida…. y que vuelvan a vivir.” Y así fue. “Y un hálito de vida ingresó en los cuerpos y se pusieron de pie. Era un gran ejército, muy numeroso”. Y entonces HaShem le dijo al profeta Ezequiel: “Hijo del hombre, estos huesos son la Casa [Nación] de Israel. Ellos dicen, nuestros huesos se han secado, hemos perdido nuestra esperanza, hemos sido condenados [a morir]. Por eso, quiero que profetices y les digas [a Israel]: así dice HaShem, Dios, he aquí que Yo abriré vuestras tumbas, y los levantaré de ellas y los llevaré a la tierra de Israel. Y así sabrán que Yo soy HaShem, cuando Yo abra vuestras tumbas, y los saque de ellas, pueblo Mío. Y les concederé un espíritu de vida y reviviréis. Y los conduciré a vuestra tierra. Y entonces sabrán que Yo soy HaShem. Yo prometí y cumplí.”.
Es imposible no conectar esta profecía con 1945 y 1948. En 1945 estábamos condenados a desaparecer. Éramos huesos secos, o quizás peor, cenizas. Y entonces, cuando ya los Goyim pensaron que habíamos desaparecido, que ya nunca más volveríamos a ser un pueblo, que todas las milenarias profecías nunca se cumplirían, ocurrió el milagro más grande: HaShem abrió nuestras tumbas, nos levantó y nos trajo a Israel. HaShem lo prometió. Y lo cumplió. Este es un ejemplo moderno de Tejiyat haMetim que podemos ver con nuestros propios ojos.
Fuente:halaja.org
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