AHIYA RAVED / La niña de siete años fue herida por un mortero que laceró su estómago en noviembre; su madre la llevó a la frontera israelí, y las dos han estado en Safed, donde la niña se ha recuperado completamente; el personal del hospital se despide de otra joven víctima de los combates.
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Médicos, enfermeras, trabajadores sociales y personal de un hospital israelí vinieron a despedirse y celebrar el alta de una niña siria de siete años el miércoles que había sido tratada por heridas sufridas por un mortero que le golpeó el estómago en su país natal destrozado por la guerra.
La niña, conocida como F., sufrió sus heridas en noviembre pasado cuando estaba recogiendo leña para el fuego en el campo de refugiados donde vivía con su madre. Ella le dijo a los médicos en el Centro Médico Ziv de Safed que no había oído la explosión, sólo sentía calor en el estómago. Su madre dijo que ella llevó a F. para obtener tratamiento médico, pero los médicos locales que si quería que F. viviera, debía llevarla a un lugar con electricidad e instalaciones médicas adecuadas.
“Temía por ella, es mi única hija”, compartió. “Cuando la vi en tal condición, temí por su vida, y quería morir con ella”.
En pocas horas, la madre de F. llegó con su hija a la frontera de Siria con Israel, donde las autoridades llevaron a su hija a la nueva unidad quirúrgica pediátrica del Centro Médico Ziv. Aunque inicialmente le preocupaba llevar a su hija al estado judío, la madre pronto supo que había tomado la decisión correcta.
La Dra. Lili Lunsky-Hayari, Jefa de la Unidad de Cirugía Pediátrica del Ziv, trató a F. Explicó que cuando F. llegó, tenía la pared abdominal rota, había sufrido lesiones en los órganos internos y también tenía rota la muñeca izquierda.
“Unas horas después de su llegada, llevamos a cabo la primera operación, pero no logramos cerrarle el abdomen”, contó el cirujano. El hospital se puso en contacto con el Dr. Moris Topaz, Jefe de la Unidad de Cirugía Plástica del Centro Médico Hillel Yaffe de Hadera, quien había desarrollado un método único para cerrar el abdomen.
Lunsky-Hayari resumió que con la ayuda de Topaz, “después de poco más de una quincena, tuvimos éxito en nuestra tarea, y la niña comenzó a sanar y recuperarse”.
La nacionalidad de F. no hacía diferencias para el equipo quirúrgico, agregó el cirujano pediatra: “Lo único que vi fue el hecho de que había una hija gravemente herida, la única hija de su madre, y eso fue lo único en lo que pensé durante el tratamiento. Hubo un momento curioso en que me di cuenta de que durante la guerra de Yom Kippur, yo había estado en el pueblo de donde ellas venían”.
El equipo médico que trataba a F. dijo que retrasó su alta hasta que terminó su tratamiento y rehabilitación. Una niña israelí en una situación similar no habría pasado tanto tiempo en el hospital, pero los médicos eran conscientes de que en Siria no tendría acceso a la atención médica adecuada en caso de complicaciones durante su curación.
El Centro Médico Ziv de Safed declaró que desde 2013, ha tratado a casi 1.000 heridos de los combates en Siria.
Fuente: Ynetnews – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico
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