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sábado 02 de noviembre de 2024

El bastión de la tortura de los Palestinos

KHALED ABU TOAMEH / Mientras el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, y sus compinches se ocuparon en las últimas dos semanas de publicar advertencias al presidente Trump contra el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalem, volvieron a surgir informes sobre las condiciones brutales y las violaciones de derechos humanos en una prisión palestina en Cisjordania.

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Estos informes, sin embargo, fueron enterrados, junto con el abuso, para favorecer la atención a la retórica dirigida contra la Administración Trump. Todo lo pronunciado por Abbas y altos funcionarios de la Autoridad Palestina sobre el posible traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalem llegó a los titulares de los principales periódicos y cadenas de televisión de todo el mundo.

En cierto momento, parecía que los medios de comunicación de Occidente estaban interesados en destacar e inflar estas declaraciones en un intento de presionar a Trump para que abandonara la idea de trasladar la embajada a Jerusalem. Periodistas occidentales corrieron a proveer plataformas a cualquier funcionario palestino interesado en amenazar a la Administración Trump.

Las amenazas incluían advertencias de que transferir la embajada a Jerusalem “destruiría el proceso de paz”, “pondría en peligro la seguridad regional e internacional” y “hundiría a toda la región en la anarquía y la violencia”. Algunos funcionarios palestinos llegaron a declarar que tal medida sería considerada un “asalto a todos los palestinos, árabes y musulmanes”. También amenazaron con “revocar” el reconocimiento palestino del derecho de Israel a existir.

Lamentablemente, cuando los funcionarios palestinos de todo el espectro político se unieron para difundir titulares sensacionales en los principales medios de comunicación de todo el mundo, los informes sobre la tortura de los detenidos palestinos en una prisión de AP no despertaron el interés de los numerosos periodistas que cubrían el conflicto israelo-palestino.

La tortura que se lleva a cabo en prisiones y centros de detención controlados por la AP no es nueva.

En los últimos años, los palestinos se han acostumbrado a oír historias de horror sobre lo que está sucediendo dentro de las paredes de estas estructuras. Sin embargo, puesto que no son israelíes quienes están perpetrando el abuso, los informes para estos periodistas son un mal inevitable.

Un palestino que apunta un dedo a Israel tiene garantizado un oído comprensivo entre los periodistas. Cuando un palestino se queja de torturas a manos de interrogadores o agentes de seguridad palestinos, se ve como algo más de lo mismo. Peor: Se ve como “Oh esos árabes, ¿qué se puede esperar de ellos?”

Irónicamente, son los medios de comunicación de Hamas y la Autoridad Palestina quienes publican tales informes. Las dos partes informan periódicamente sobre el abuso de los derechos humanos y la tortura en las cárceles y centros de detención de cada uno de ellos como parte de la campaña de difamación que se han estado librando mutuamente durante la última década.

Los medios de comunicación afiliados a Hamas están repletos de informes que documentan casos de tortura en los centros de detención de la Autoridad Palestina en Cisjordania. Del mismo modo, las organizaciones de medios de comunicación de la AP siempre están contentas de escuchar a cualquier palestino que esté dispuesto a narrar su experiencia en una prisión de Hamas en la Franja de Gaza.

El resultado final: tanto Hamas como la Autoridad Palestina, según testimonios e informes, practican la tortura en sus prisiones. Ninguno de ellos se preocupa por los derechos de los detenidos y los prisioneros, y ambos se burlan de los valores de los derechos humanos internacionales. Pero dado que a las organizaciones de derechos humanos, abogados y familiares se les niega tan a menudo el acceso a los prisioneros y a los detenidos palestinos mantenidos por Hamas y la AP, no pueden conseguir ninguna información de primera mano de los propios prisioneros. ¡Son personas que están siendo torturadas en prisión!

Todo esto tiene sentido, por supuesto: Hamas es un movimiento islamista extremista que no se considera obligado a respetar las leyes y tratados internacionales relativos a los derechos humanos básicos. De hecho, el concepto de derechos humanos simplemente no existe con Hamas en la Franja de Gaza, donde las libertades públicas, incluidos la libertad de expresión y los medios de comunicación, son inexistentes.

Entonces, ¿cómo explica la AP financiada por Occidente, que durante mucho tiempo ha intentado unirse a organismos internacionales como Naciones Unidas, su barbaridad sistémica?

Durante años, la AP ha estado actuando como un “estado independiente” que es reconocido por más de 100 países. Como tal, los gobiernos extranjeros, especialmente los contribuyentes estadounidenses y europeos, tienen derecho, o más bien están obligados, a responsabilizar a la Autoridad Palestina por las violaciones de los derechos humanos y exigir transparencia y rendición de cuentas. Este derecho deriva del hecho de que la Autoridad Palestina está pidiendo ser parte de la comunidad internacional obteniendo el reconocimiento de un Estado palestino. A menos que, por supuesto, la comunidad internacional esté dispuesta a dar la bienvenida a otro Estado árabe que pisotea los derechos humanos y practica la tortura en sus prisiones.

La evidencia más reciente de tortura en Cisjordania fue revelada en un informe de un sitio web en línea afiliado a Hamas. El informe arroja luz sobre algunos de los métodos de tortura empleados por los interrogadores de la Autoridad Palestina y ofrece una visión única de las condiciones en las que se encuentran detenidos. El informe se refiere específicamente a la notoria prisión central de Jericó, que está controlada por varias ramas de seguridad de la AP.

Bajo el título “Prisión de Jericó – ¿Un fuerte de tortura?” el informe describe las condiciones dentro de la prisión como similares a las películas sensacionalistas emitidas en las pantallas de televisión para llamar la atención de los espectadores.

Un palestino que fue recientemente liberado de la prisión central de Jericó es citado diciendo que cualquiera que llega a las instalaciones primero le vendan los ojos y atan las manos a la espalda antes de ser golpeado severamente por cinco a 10 oficiales de seguridad. Una de las formas más comunes de tortura en la prisión de AP, según él, es la “shabah”, donde las manos de un prisionero están atadas y lo cuelgan del techo durante varias horas. Durante este tiempo, el detenido es golpeado en todas las partes de su cuerpo. Si el detenido intenta moverse o cambiar de posición, la paliza se agrava. A veces, la “shabah” tiene lugar dentro de los baños de la prisión.

Otra forma infame de tortura en la prisión central de Jericó es la “falaka”, donde las víctimas son azotadas sobre sus pies descalzos. Según el testimonio de otro ex detenido, identificado sólo como Abu Majd, fue sometido a la “falaka” con una manguera de plástico durante varias horas cada sesión. A veces, uno de los “interrogadores” también le daba una bofetada en la cara mientras lo azotaba sobre sus pies descalzos.

Abu Majd informó que también fue sometido a otra conocida forma de tortura, en la que se le pedía que “suba” una escalera inexistente en una pared. Dado que no hay una escalera y el detenido no puede “trepar”, es castigado con más golpes.

Otros ex detenidos relataron la privación de sueño, el aislamiento y el encierro en un pequeño armario con un potente aire acondicionado como prácticas comunes de tortura en la misma prisión. Esto es además del abuso verbal, por supuesto, y forzar a los detenidos a dormir en el piso sin colchones ni mantas.

En 2013, dos detenidos palestinos murieron presuntamente de tortura en la cárcel central de Jericó a cinco días de distancia entre sí. Fueron identificados como Arafat Jaradat y Ayman Samarah.

A principios de este mes, el padre de Ahmed Salhab, detenido recientemente por las fuerzas de seguridad de la AP y llevado a la prisión de Jericó, se quejó de que la salud de su hijo resultó seriamente dañada como resultado de la tortura. El padre dijo que su hijo estaba sufriendo un dolor agudo después de ser golpeado en la cabeza por sus interrogadores.

Según los informes, detenidos en prisiones palestinas han emprendido huelgas de hambre para protestar por su encarcelamiento y tortura. Desafortunadamente para ellos, no están haciendo huelgas de hambre en una prisión israelí, donde tales acciones recogen el interés inmediato de los medios de comunicación.

Una organización de derechos humanos con sede en Londres informó de 3.175 casos de violaciones de derechos humanos, incluyendo detenciones arbitrarias, por las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina en Cisjordania durante 2016. Según el informe, cientos de esos detenidos incluyen estudiantes universitarios y profesores.

Durante el mismo año, las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina también detuvieron a 27 periodistas palestinos, reveló el informe.

Los funcionarios políticos y de seguridad de la AP descartan estos informes como “propaganda” orquestada por Hamas. Pero no es necesario esperar que Hamas le hable al mundo de la tortura y los abusos de los derechos humanos a manos de los agentes de seguridad de la Autoridad Palestina. Entre los miles de palestinos que han sufrido encarcelamiento en prisiones y centros de detención de la AP durante las últimas dos décadas, muchos están dispuestos a contar sus historias. Pero, ¿quién está dispuesto a escuchar?

Ningún gobierno occidental, organizaciones de derechos humanos ni periodistas. La mayoría de ellos buscan el mal en Israel, y solo Israel. Sin embargo, una política de este tipo ayuda e impulsa la aparición de otra dictadura árabe en Oriente Medio. Por ahora, los residentes de Jericó seguirán escuchando los gritos de los detenidos torturados en su ciudad. El resto del mundo cerrará sus ojos y oídos y continuará fingiendo que todo es atractivo en la tierra de Abbas.

Fuente: Gatestone Institute – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico

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