El Rabino Shlomo Carlebach es considerado uno de los compositores más influyentes de la música religiosa judía del siglo XX. Dedicado a la música litúrgica judía por más de 40 años, compuso cientos de melodías y grabó más de 25 álbumes que siguen teniendo popularidad y atractivo hasta el día de hoy.
MARCOS GOJMAN
Rabi Shlomo Carlebach nació en Berlín en 1925 y creció en Baden, cerca de Viena, donde su padre, Naftali Carlebach, era el rabino principal. Con la llegada del nazismo a Alemania, la familia Carlebach empezó un peregrinaje por varios países, hasta que finalmente llegó a Nueva York en 1939. Ahí, él y su hermano gemelo, Eli Jaim, estudiaron en la preparatoria Mesivta Torá Vodaas, una yeshiva haredí. En 1943 ingresaron al Kolel de Rabi Aharon Kotler y después a la Yeshiva Jaim Berlin en Brooklyn, donde en 1954, Shlomo recibió su “smijá”, su título de rabino.
El Rabino Shlomo Carlebach es considerado como uno de los compositores más influyentes de la música religiosa judía del siglo XX. Dedicado a la música litúrgica judía por más de 40 años, compuso cientos de melodías y grabó más de 25 álbumes que siguen teniendo popularidad y atractivo hasta el día de hoy. Su influencia aún se siente en los “minyanim Carlebach”.
Carlebach fue a la vez rabino, profesor de religión, compositor y cantante, aunque siempre fue conocido como “el rabino cantor”. Aunque sus raíces estaban en la ortodoxia tradicional, él se abrió hacia fuera para crear su propio estilo, uno que combinó el judaísmo jasídico, la interacción personal y los conciertos públicos, con su música.
En 1950, Carlebach asistió al ulpan (escuela) de lengua hebrea del Seminario Teológico Judío del movimiento conservador, donde solía tocar melodías hasídicas en el piano. Alguien lo escuchó y lo invitó a cantar en el Hillel Center en la Avenida Convent, una oferta que aceptó a regañadientes. El póster para el evento decía: “El lugar de la música en la tradición hasídica”. Años más tarde, Carlebach diría que ese poster le “dio el título al trabajo de su vida.”
De 1951 a 1954, se unió al movimiento Jabad Lubavitch y el “rebe” le pidió que fuera a los campus universitarios a “reconectar a los estudiantes judíos con el judaísmo”. En 1965 compuso “Am Ysrael Jai”, canción que se convirtió en un himno para el movimiento en favor de los judíos soviéticos. En 1966 conoció a Bob Dylan, Pete Seeger y otros cantantes de música “folk”, quienes le ayudaron a participar en el festival de Berkeley. Fue cuando decidió permanecer en el área de San Francisco para ayudar a los que él llamaba “almas judías perdidas”, jóvenes fugados de sus casas, para los que fundó un centro que llamó “La casa del amor y del rezo”. En 1969 su canción “Vehaer Eineninu”, ganó el primer lugar del festival de música hasídica en Israel.
Carlebach falleció en 1994. Durante su vida, no fue bien visto por muchos de sus colegas ortodoxos. En la yeshiva había sobresalido en los estudios del Talmud, por lo que muchos habían esperado que él se convertiría en su director. Veían con malos ojos el que haya elegido el camino de la música. Además, cuestionaban sus actividades en público, especialmente cuando participaban mujeres cantando, lo que consideraban que violaba la halajá. Con todo, hoy la música del “Rabino cantor” se escucha en sinagogas desde las más ortodoxas hasta las más reformistas.
Bibliografía: Shlomo Carlebach Foundation, artículo de Maayan Jaffe-Hoffman y Ari L. Goldman.
Fuente: alreguelajat.com
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