MICHAEL LEDEEN
A Putin puede no gustarle la República Islámica, pero sirve a sus intereses en formas importantes.
¿Quieren un acuerdo con Vladimir Putin en el Medio Oriente? Entonces comiencen con las preguntas reales: ¿Están preparados los rusos para abandonar a Irán y a la Siria de Bashar Assad? Si es así, ¿qué haría falta para desvincularla?
Empiecen por recordarse que Rusia entró al campo de batalla sirio por pedido iraní. Los iraníes estaban perdiendo la lucha en favor del régimen de Assad, y un importante número de combatientes iraníes resultaron muertos en Siria (la República Islámica generalmente recluta a satélites árabes y afganos para luchar por ella).
Ergo, un acuerdo norteamericano con Rusia que quite el enchufe de la alianza de Putin con Assad y el ayatola Ali Khamenei amenaza a los iraníes. Sin los bombarderos y fuerzas especiales rusas, Irán enfrentaría la derrota, como lo haría Assad. Sin Siria, Hezbolá una parte integral del régimen de Teherán—sería al menos amenazado seriamente, y ya no podría funcionar más, junto con el conducto militar desde Teherán al Mediterráneo.
¿El Presidente Trump quiere ayudar a los iraníes? Es improbable. Los principales nominados para seguridad nacional de Trump—el Secretario de Defensa Jim Mattis, el Asesor en Seguridad Nacional Michael Flynn, el Director de la CIA Mike Pompeo y el Secretario de Seguridad Interior John Kelly—son todos muy duros con respecto a Irán, y el Secretario de Estado Rex Tillerson concuerda. Las probabilidades son que el presidente quiera un acuerdo con los rusos que se enfoque en el Estado Islámico.
Si cae Assad, e Irán es debilitado seriamente, eso es bueno para Estados Unidos pero no muy bueno para Rusia. El abrazo ruso-iraní es muy apretado. Prácticamente el programa nuclear iraní entero–lo que no es de Corea del Norte—es ruso, desde los reactores a los sistemas de defensa aérea que los protegen. Los iraníes se han comprometido a adquirir miles de millones de dólares en armamento, incluidos torpedos rusos avanzados para atacar a la Armada de Estados Unidos en el Golfo Pérsico.
Aparte, hay un poderoso interés ruso e iraní en aumentar los precios del petróleo, y la derrota de Irán y Siria podría impulsar hacia abajo los precios del petróleo. Nuevamente, bueno para Estados Unidos, pero malo para Putin.
Por el otro lado, una república islámica al lado de Rusia con un ejército fuerte y capacidades nucleares no puede hacer muy feliz a Putin. Él sabe que Irán produce un número importante de terroristas radicales islámicos, tanto suníes como chiíes. Él también sabe que los iraníes contrabandearon coranes dentro de la Unión Soviética y apoyaron a movimientos musulmanes separatistas en los…stán y Chechenia. Putin estaría más feliz con un Irán no yihadista que no aspirara a convertirse en una potencia nuclear.
Pero no es probable que Putin se una a Estados Unidos en cambiar la naturaleza del régimen de Teherán, porque un Irán no islámico con relaciones cálidas con Estados Unidos no sería tampoco del interés de Moscú. Por el momento, el Sr. Putin es posiblemente la fuerza externa más influyente en el Medio Oriente, y es dudoso que él quiera competir con Trump por ese rol. Por lo tanto, intentará lidiar por su cuenta con sus problemas con Irán.
En vista de estos intereses geopolíticos en conflicto, ¿hay una forma en que los rusos y norteamericanos colaboren en el Medio Oriente? ¿Qué pasa si Estados Unidos ofreciera un condominio regional a Putin? Esto permitiría a los dos países colaborar en Irán y Siria, fortaleciendo la posición estadounidense y solidificando la de Rusia debilitando la amenaza islámica y obteniendo algún grado de control sobre los vastos suministros petroleros y de gas. El problema es que Estados Unidos no está en una posición de hacer esa oferta porque carece de la credibilidad para proponer volver a trazar el mapa geopolítico meso-oriental.
¿Cuál, entonces, es la mejor estrategia norteamericana? Irán continúa su campaña contra Estados Unidos, y no terminará en tanto perdure el régimen. Por lo tanto la política estadounidense debe basarse en desmantelar al régimen de Khamenei de forma tan pacífica como sea posible, tal vez desde adentro hacia afuera.
Manifestaciones contra el régimen estallan todo el tiempo en Irán, y la mayoría de los expertos creen que la vasta mayoría de los iraníes detestan a Khamenei y sus esbirros. Con apoyo de Estados Unidos, estos millones de iraníes podrían derrocar a la República Islámica y establecer un gobierno laico parecido a aquellos en el Occidente.
Con la República Islámica fuera, la administración Trump estaría en una posición mucho más fuerte para lograr un acuerdo con Putin. El camino a Moscú pasa a través de Teherán.
Michael Ledeen es co-autor, con Michael Flynn, de “Campo de Vuelo” (St. Martin´s Press, 2016) y académico en la Fundación para la Defensa de las Democracias.
Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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