RUTH SCHUSTER / Utilizando vasijas de alfarería judahitas, arqueólogos y geofísicos muestran que el campo magnético ha fluctuado violentamente antes sin acabar con la vida en el planeta.
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El análisis de las vasijas de arcilla de unos 3.000 años de antigüedad hechas en y alrededor de Jerusalem indican que si el final está cerca, no será debido al campo magnético de la Tierra.
Los descubrimientos desacreditan los escenarios de temor de que el campo magnético está irreversiblemente disminuyendo a cero y el planeta será destruido por la radiación cósmica. Sí, el campo ha estado disminuyendo, pero la investigación ha demostrado que puede fluctuar tanto poderosa como rápidamente, tan violenta fluctuación no debe causarnos pánico.
El campo magnético es de gran interés para los físicos, porque no lo entienden pero sospechan que el polo magnético terrestre está a punto de voltearse. Es de gran interés para los biólogos, que han estado enumerando la miríada de maneras en que afecta al comportamiento, y también, porque sospechan de correlación entre los giros del polo magnético y las extinciones en masa.
Es de interés para todos los científicos, en realidad, debido a la noción de que el campo magnético protege la vida en la tierra de una mortal radiación cósmica; y es de gran interés para los arqueólogos, sobre todo.
¿Por qué los arqueólogos? Si sabemos exactamente la intensidad del campo en esta o aquella fecha, y encontramos la “huella digital” del campo magnético en la alfarería, podemos fechar esa materia con mucha precisión, explicó el arqueólogo Dr. Erez Ben-Yosef de la Universidad de Tel Aviv.
A la inversa, en este caso, piezas de cerámica cuya fecha se conoce con exactitud han preservado un registro del campo geomagnético más de seis siglos durante la era de los reinos de Judea. “El barro tiene minerales minúsculos – “grabadores” magnéticos – que guardan información sobre el campo magnético de la época en que la arcilla estuvo en el horno”, explica Ben-Yosef.
Los potes de alfarería también han ayudado a demostrar que hubo un pico masivo anómalo en el campo geomagnético a finales del siglo VIII a.C. Después de eso, el campo magnético se debilitó rápidamente, perdiendo 27% de su fuerza durante 30 años. Luego disminuyó suavemente del siglo VI al siglo II a.C., abarcando la Edad del Hierro pasando por la era helenística en Judea.
Dado que la esfera magnética es claramente importante para nuestra existencia, sería bueno saber qué la controla – qué causa que cambie constantemente en intensidad y dirección (aunque los cambios completos son raros). Sabemos que su comportamiento está gobernado por la acción en el núcleo exterior del planeta, que se encuentra a 2.900 kilómetros por debajo de nuestros pies, pero no sabemos cómo.
“Su comportamiento sigue siendo uno de los temas más enigmáticos de la física, pero las pistas se pueden encontrar detectando su comportamiento en el pasado, en geología y artefactos arqueológicos”, dice Ben-Yosef.
El hábito judahita de las tinajas
Convenientemente, a partir de finales del siglo VIII al siglo II a.C., significando durante 600 años, los potes de arcilla con asas muy distintivas que llevaban impresiones de sellos reales fueron manufacturados en y alrededor de la Jerusalem Judahita. El tipo de sello cambió con el tiempo según la situación política.
Entendiendo esta historia sobre los antiguos hebreos, las tinajas de los reyes y el núcleo del planeta implican saber que los materiales que han sido calentados y luego enfriados, de rocas ígneas a arcilla encendida hasta ladrillos de barro quemados, adquieren “magnetización termo remanente”. Se vuelven débilmente magnetizados en la dirección e intensidad del campo magnético de la tierra.
Analizar la magnetización termo recanada de una roca – o un mango de vasija – es cómo los geofísicos pueden deducir la dirección y la magnitud del campo magnético de la Tierra en la prehistoria.
Por lo tanto, la cerámica antigua (67 asas, específicamente) son un récord de intensidad geomagnética en el Levante en ese momento, explica el equipo encabezado por Ben-Yosef, con los arqueólogos Michael Millman y Oded Lipschits de la Universidad de Tel Aviv, el científico de la Tierra Ron Shaar de la Universidad Hebrea de Jerusalem y la geofísica Lisa Tauxe de Scripps Institution of Oceanography en su artículo publicado el martes en PNAS.
Su conclusión: Hubo un enorme pico geomagnético a finales del siglo VIII a.C.
El Pico de la Edad de Hierro
“Lo llamamos el “Pico de la Edad de Hierro”, y es el campo más fuerte registrado en los últimos 100.000 años”, dice Ben-Yosef. “Este nuevo hallazgo pone en contexto el reciente descenso de la fuerza del campo. Aparentemente, este no es un fenómeno único – el campo se ha debilitado y recuperado a menudo en los últimos milenios”.
De hecho, añade Ben-Yosef, el Pico de la Edad de Hierro llevó el campo magnético a su intensidad más fuerte en al menos 100.000 años y tal vez en la historia en general. (De hecho, cuando los científicos informaron por primera vez que descubrieron el Pico de la Edad del Hierro en 2009, los geofísicos desdeñaron el resultado, pensando que era demasiado extremo para ser probable).
¿Qué podría haber causado tal pico violento, a 2,5 veces la intensidad presente, en el campo magnético? No tenemos ni idea, sólo que ocurrió a miles de kilómetros bajo nuestros pies, en el área de hierro fundido del planeta. “Si tenemos un pico, probablemente fue causado por la turbulencia u otro fenómeno profundo en la tierra”, dice Ben-Yosef.
Por cierto, las asas Judahitas pueden hablarnos del cambio de intensidad en el campo magnético, pero no de la dirección. En contraste con, digamos, un flujo de basalto, se movieron desde que pasaron por el horno.
Las mediciones desde la década de 1830 muestran que el campo magnético se ha debilitado. Algunos creen que el planeta está a punto de perder su escudo magnético por completo, lo que a su vez podría significar un fin de la vida en la Tierra. Otros piensan que el campo magnético está a punto de revertir, o ya está en el proceso (ni siquiera lo sabemos con seguridad).
Después de este estudio y su prueba de que el campo ha fluctuado violentamente en el pasado, la Universidad de Tel Aviv es de la opinión de que si algo va a condenar al mundo, no es eso.
Fuente: Haaretz – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico
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