Importante hallazgo en el Monte del Templo: una concha que demuestra la industria del tinte de la púrpura

PEDRO  HUERGO CASO PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

En el Proyecto “Ir David”, de la Universidad de Bar Ilán, encargado de las antigüedades del Templo de Jerusalén, encontraron una caracola perforada que demuestra la antigua industria del tinte; de este caparazón de molusco se obtenían los dos colores sagrados, tanto el Argamán como el Tjolet.

La primera cuestión que los arqueólogos plantean es que un caracol marino –Hexaplex trunculus- en los Montes de Judea y junto al Monte del Templo –Har Ha´Bait- reafirman los datos aportados por los sabios de la Mishná sobre la lujosa y sagrada industria de la tintorería, pues del interior de este caparazón se extraía la materia prima capaz de teñir las telas de azul y de púrpura. Según cuentan Estrabón, Plino “El Viejo” e incluso Aristóteles, los navegantes fenicios comerciaban por toda la costa mediterránea vendiendo estas conchas de mar para que sus reyes y aristócratas pudieran distinguirse dándose el lujo de, por ejemplo, vestir las togas púrpuras de los romanos, que simbolizaban el máximo poder. Hasta ahora se habían encontrado factorías en la costa, principalmente en Tel Dor. Según testimonios epigráficos en ugarítico, ya el color púrpura fue protagonista de los regalos de intercambio entre hititas e hiksos y aparece en la vestimenta de los asirios.

Tal como se ordenó en La Torá (Exodo/Be´Midbar, 39) de lana azul y púrpura –Argamán- habrían de confeccionarse las vestiduras sacerdotales, el efod de oro, hecho hilos para entretejerlos con hilo de color azul y púrpura, así como el pectoral y el cinturón, con sus doce gemas que simbolizaban a las Doce Tribus de Israel. También el azul para teñir los tziziot (plural de tzizit, fleco)

Puesto que de una sola caracola se obtenía muy poca cantidad de tinte, el precio de la púrpura era altísimo. Además, como se detalla en el Talmud, como ningún molusco es kasher, había unas leyes determinadas para su manipulación, y sólo esta subespecie era apta. El azul profundo, Tjolet, siempre fue un color de santidad talmúdica.

También se cree que una vez perforada la concha para extraer la tintura, lo que quedaba pudiera haber sido usado para decoración, incluso para joyería (colgantes) De todos modos, el hallazgo aún está pendiente de un análisis de Carbono 14 para poder fecharlo con precisión, aunque se calcula que sea de la época del IIº Templo. Pero los orígenes de esta industria datan de la Edad del Bronce.

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