תשכון בתוך ירושלים עירך כאשר דיברת,
Restaura Tu presencia en Yerushalayim, Tu ciudad, como lo prometiste,
y que el Trono de David, Tu siervo, pronto sea por Ti restablecido.
Reconstruye [Yerushalayim], para siempre; pronto, en nuestros días.
Bendito eres Tú, HaShem, que reconstruye Yerushalayim.
RAB YOSEF BITTON
En esta bendición le pedimos a HaShem:
1. Que Su Presencia regrese a Yerushalayim (Jerusalem).
2. Que restablezca el Trono de David.
3. Que reconstruya la ciudad pronto en nuestros días, y que nunca más sea destruida (binyan ‘olam).
Esta triple petición hace alusión a los aspectos espirituales y también políticos de Jerusalem.
“Restaura Tu presencia…”
En primer lugar, Yerushalayim es la ciudad del Bet-haMiqdash, el Gran Templo, donde la Presencia de HaShem se podía sentir. Nosotros los judíos creemos en la Omnipresencia de Dios (= Dios está en todas partes). Sin embargo, la Tora afirma que en el Bet HaMiqdash había una “Manifestación especial de la Presencia Divina”, en hebreo: Shejiná.
No era ח”ו una manifestación física o visible, sino una “sensación” que no podía ser experimentada en ningún otro lugar. El mismo Rey Salomón, el más sabio de todos los hombres y el rey que construyó el Bet-haMiqdash, confesó su imposibilidad de comprender cómo la Presencia Divina habita entre los muros del Gran Templo, cuando dijo en su Tefilá (plegaria) inaugural: “¿Cómo será posible concebir que Tú, Dios, habites aquí en la tierra? He aquí que los cielos y los cielos de los cielos [el universo] no pueden abarcar [Tu Presencia] ¡Cuánto menos esta casa [el Bet-haMiaqdash] que te he construido! (I Reyes 8:27).
Sin embargo, si el lector alguna vez visitó el Muro de los Lamentos (el Kotel, que era uno de los muros exteriores del Templo) seguramente se habrá sentido “desbordado” por una sensación incomparable de cercanía a HaShem. Esa sensación que se experimenta en el Muro es un diminuto eco de esa Manifestación Divina que se sentía en el Bet-HaMiqdash. La “Presencia Divina” está ahora en un estado de exilio (גלות השכינה). Y en esta Berajá lo primero que pedimos a HaShem es que haga regresar Su Presencia a Yerushalayim.
“Y que el Trono de David, Tu siervo, pronto sea por Ti restablecido. “
Además de ser el centro espiritual del pueblo judío, Yerushalayim era (¡y BH hoy es!) también la capital política de la nación judía. Todas las instituciones nacionales funcionaban en Yerushalayim. El rey de Israel tenía su palacio, su residencia personal (como la Casa Blanca) en Yerushalayim. En Yerushalayim funcionaba también el Bet Din-haGadol (= la Corte Suprema de Justicia) y Yerushalayim era también la ciudad del Sanhedrín (= el Congreso del pueblo judío). Cuando en Tishá beAb lloramos por la destrucción de Jerusalem nos lamentamos no sólo la destrucción de la Bet HaMiqdash, sino también por la erradicación de todas nuestras instituciones políticas y gubernamentales, sin las cuales los Yehudim no somos una nación “soberana”. Por eso, en esta Berajá, cuando oramos a HaShem por el restablecimiento de Yerushalayim, también pedimos por la restauración del gobierno judío (=el Trono de David).
“Reconstruye [Yerushalayim], para siempre; pronto, en nuestros días. “
Concluimos pidiéndole a HaShem que reconstruya la ciudad de Yerushalayim. Este es un pedido que suena superfluo en nuestros días, ya que la ciudad está parcialmente reconstruida, especialmente cuando la comparamos con la destrucción y la desolación de la ciudad duraste los últimos 20 siglos. Sin embargo, Yerushalayim aún está incompleta. Sin el Bet-haMiqdash, la Presencia de HaShem todavía no se siente en su plenitud. El Bet-HaMiqdash es para Yerushalayim lo que el alma es para el cuerpo. Por eso seguimos pidiendo a HaShem que nos permita ver Yerushalayim totalmente reconstruida “pronto en nuestros días”. Y si Yerushalayim es hoy en día la ciudad más bella del mundo, sin su “alma”, ¡que imagine el lector qué hermosa Yerushalayim será una vez que el Bet HaMiqdash, sea restaurado!
“como lo prometiste…”
Terminó con un texto que se menciona al principio de esta Berajá. Fue el profeta Zejariá, que vivió en los días que los Yehudim regresamos a Yerushalayim desde Babilonia (siglo 6 a.e.c) que dijo esta profecía sobre Yerushalayim. En esos días, la ciudad estaba completamente en ruinas, desolada, sin Bet-haMiqdash, sin la Presencia de HaShem. Zejariá le dijo al pueblo que tuvieran paciencia, que HaShem había prometido regresar una vez que regresará Su Pueblo. Así dijo Zejariá (2:14): רָנִּ֥י וְשִׂמְחִ֖י בַּת־צִיּ֑וֹן כִּ֧י הִנְנִי־בָ֛א וְשָׁכַנְתִּ֥י בְתוֹכֵ֖ךְ נְאֻם ה’ “Alégrate y regocíjate hija de Zion [Pueblo judío], porque he aquí que Yo [HaShem] regresaré, y Mi Presencia habitará entre Ustedes, dice HaShem”.
Y si bien fue un proceso muy lento y difícil, el Bet haMiqdash finalmente fue reconstruido, y estas palabras de HaShem se cumplieron en los días de Zejariá, y rezamos para que se cumplan también en nuestros días. AMEN.
Fuente: halaja.org
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