JIMMIE AKESSON Y MATTIAS KARLSSON
El país ha aceptado a 275,000 buscadores de asilo, muchos sin pasaportes, lo que ha llevado a alborotos y crimen.
Cuando la semana pasada el Presidente Trump planteó la problemática experiencia de Suecia con la inmigración de puertas abiertas, los escépticos se apresuraron a descartar sus afirmaciones. Dos días después un suburbio de inmigrantes de Estocolmo fue atormentado por otro alboroto. Nadie resultó herido de gravedad, aunque la turba quemó coches y arrojó piedras a los oficiales de policía.
Trump no exageró los problemas actuales de Suecia. En todo caso los subestimó. Suecia absorbió a unos 275,000 buscadores de asilo a partir del 2014-16, más per cápita que cualquier otro país europeo. El 80% de los que llegaron en el 2015 carecían de pasaportes e identificación, pero una mayoría vino de naciones musulmanas. El Islam se ha vuelto la segunda religión más grande de Suecia. En Malmo, nuestra tercera ciudad más grande, Mohamed es el nombre más común para los bebés varones.
Los efectos son palpables, comenzando por la seguridad nacional. Un estimado de 300 ciudadanos suecos de origen inmigrante han viajado al Medio Oriente para luchar por el Estado Islámico. Muchos ahora están regresando a Suecia y están siendo bienvenidos de regreso con los brazos abiertos por nuestro gobierno socialista. En diciembre del 2010 tuvimos nuestro primer ataque suicida en suelo sueco cuando un terrorista islámico trató de volar a cientos de civiles en el centro de Estocolmo mientras estaban comprando regalos de Navidad. Por suerte, el atacante sólo se mató a sí mismo.
Los alborotos y agitación social se han vuelto una parte de la vida diaria. Los oficiales de policía, bomberos y personal de ambulancias son atacados regularmente. Alborotos serios en el 2013, involucrando muchos suburbios con grandes poblaciones inmigrantes, duraron por casi una semana. Está explotando la violencia pandillera. A pesar de leyes de armas de fuego muy estrictas, la violencia con armas es cinco veces tan común en Suecia, en total, como en las ciudades capitales de nuestros tres vecinos nórdicos juntos.
Ha aumentado el antisemitismo. Los judíos en Malmo son amenazados, intimidados y atacados en las calles. Muchos han abandonado la ciudad, volviéndose refugiados internos en su país natal.
El número de delitos sexuales casi se duplicó desde los años 2014-15, según sondeos del organismo del gobierno sueco para estadísticas de delitos. Un tercio de las mujeres suecas informan que ya no se sienten más seguras en sus propios vecindarios, y el 12% dicen que no se sienten seguras saliendo solas después que oscurece. Un informe de 1996 del mismo organismo gubernamental encontró que era mucho más probable que los hombres inmigrantes cometan violaciones a que lo hagan los hombres suecos. El año pasado nuestro partido solicitó al Ministro de Justicia que llevara a cabo un nuevo informe sobre delito e inmigración, y él respondió: “En vista de los estudios previos, no veo que un informe adicional sobre delitos registrados y origen de los individuos agregaría conocimiento con el potencial de mejorar a la sociedad sueca.”
La cultura de nuestra nación no se ha salvado tampoco. Los artistas acusados de insultar al Islam viven bajo amenazas de muerte. Actuaciones de danzas y exhibiciones de arte han sido canceladas por temor a enfurecer a los islámicos. Las escuelas han prohibido el canto de himnos cristianos tradicionales porque ellas no quieren “insultar” a los inmigrantes no cristianos. Sin embargo, informes hechos con cámaras ocultas por parte de periodistas de medios de comunicación públicos suecos muestran mezquitas enseñando interpretaciones fundamentalistas del Islam.
El gobierno de Suecia ahora gasta un monto increíble de dinero cuidando a los inmigrantes recién llegados cada año.
El índice de desempleo entre los inmigrantes es cinco veces más elevado que el de los suecos nativos. Entre algunos grupos, tales como los somalíes, en lugares como Malmo el desempleo alcanza el 80%.
Nuestro partido, los Demócratas de Suecia, quiere poner en primer lugar la seguridad y bienestar de los ciudadanos suecos. Estamos creciendo en las encuestas de opinión pública y parecemos tener una buena posibilidad de convertirnos en el partido más grande del país durante las elecciones del año próximo. No descansaremos hasta haber hecho segura nuevamente a Suecia.
Por el bien del pueblo estadounidense, con quienes compartimos tantos lazos históricos y culturales fuertes, sólo podemos esperar que los líderes en Washington no cometan los mismos errores que cometieron nuestros políticos socialistas y liberales.
Jimmie Akesson es presidente partidario de los Demócratas de Suecia; y Mattias Karlsson es el líder de grupo del partido en el parlamento.
Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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