Etiquetar a la Guardia Revolucionaria de Irán

MARK DUBOWITZ Y RAY TAKEYH

El motivo por el que Trump debe designarla un Grupo Terrorista.

El mes pasado, el gobierno de Donald Trump destacó que estaba contemplando si designar al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (CGRI) como una organización terrorista extranjera, un registro del Departamento de Estado que incluye a Hamás, Hezbolá, el Estado Islámico (también conocido como ISIS), y a muchos otros grupos. Pero los críticos de la administración denunciaron incluso esto como una provocación poco sabia, a pesar del hecho de que Estados Unidos durante las últimas tres décadas ha denunciado oficialmente a Irán como el principal patrocinador de terrorismo.

Lo que es más, en el año 2007, un número de políticos demócratas y republicanos, incluidos los entonces Senadores Hillary Clinton y Barack Obama, copatrocinaron un proyecto de ley conocido como la Ley para Contrarrestar la Proliferación de Irán que solicitaba al gobierno del presidente estadounidense George W. Bush informar sobre sus esfuerzos para designar como organización terrorista extranjera a la Guardia Revolucionaria. Pero el proyecto no prosperó.

Desde la concepción del CGRI en 1979, el terrorismo ha sido su rasgo definitorio. La fuerza de 125,000 integrantes siempre ha sido comandada por ideólogos religiosos reaccionarios. Durante la década de 1980, el CGRI condujo feroces campañas contra todas las formas de disenso tanto como contra minorías étnicas, especialmente los kurdos y los baluchis. A lo largo de la década de 1990, el grupo atacó al movimiento reformista iraní y se volvió incluso más temido que el ministerio de inteligencia de Irán, el cual tenía una reputación de abusos de los derechos humanos. En 1999, el líder supremo Ali Khamenei descargó al CGRI para sofocar protestas estudiantiles, una medida que había apoyado apasionadamente el Presidente Hassan Rouhani, entonces secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional. En el verano del 2009, los guardias también aplastaron a la Revolución Verde pro-democrática, arrestando a miles y torturando a cientos. Desde su fundación, el CGRI ha supervisado un aparato terrorista que ha asesinado a intelectuales, periodistas, políticos disidentes, y figuras literarias.

Pero ha sido el terrorismo del CGRI en el exterior el que ha reunido la mayor atención. A principios de la década de 1980, combinó distintos grupos libaneses chiíes para formar a Hezbolá, el cual se ha vuelto el satélite más dependiente y letal de Irán. Por pedido de Irán, Hezbolá bombardeó un complejo de los marines norteamericanos en Beirut en 1983, matando a 238 soldados de EE.UU. Desde entonces, los guardias han entrenado y armado continuamente a radicales chiíes no iraníes, enviándolos a menudo contra los norteamericanos. El bombardeo a las Torres Khobar en 1996 en Arabia Saudita, el cual mató a 19 soldados estadounidenses, fue un ataque indirecto ordenado por Irán. Desde el año 2003, municiones suministradas por Irán y fuerzas paramilitares entrenadas por Irán han lacerado a las tropas de Estados Unidos en Irak.

En el 2011, la Guardia Revolucionaria condujo su primer ataque en suelo norteamericano intentando asesinar al embajador saudí ante Estados Unidos, Adel al-Jubeir, en un restaurant popular en Washington, D.C. El entonces Procurador General Eric Holder declaró que la conspiración fue “ordenada y aprobada por elementos del gobierno iraní, y, específicamente por los miembros principales de la fuerza Quds”, que es un brazo del CGRI. Un agente iraní se declaró culpable del delito y ha sido condenado a 25 años en prisión.

En Siria, los guardias han sido instrumentales en preservar al régimen del Presidente Bashar al-Assad.

Bajo la dirección del fallecido general Hossein Hamadani del CGRI, las milicias sirias modeladas como Hezbolá entraron a la batalla. Puede decirse que los crímenes de guerra de Assad son también los crímenes de guerra del CGRI ya que el CGRI dirigió las operaciones militares, llevadas a cabo ya sea por las milicias chiíes o las fuerzas de Assad, dirigidas explícitamente a masacrar civiles. Pero la República Islámica no fue castigada por estas atrocidades. Pareció, en la época, que el Presidente Obama estaba enfocado en negociar su acuerdo nuclear con Irán y por lo tanto quería evitar a toda costa una colisión militar con Irán y sus milicias chiíes.

La administración Trump debe entender que no puede estabilizar el Medio Oriente sin debilitar primero al CGRI. Y para hacer eso, debe ir tras el imperio financiero del grupo. Si el presidente continúa enfrentando oposición en designar a la organización como una organización terrorista financiera, él puede usar la Orden Ejecutiva 13224, firmada por Bush justo después del 11/S, el cual da a la administración la autoridad para congelar los activos de individuos o grupos que o llevan a cabo actos terroristas o están en riesgo de hacerlo. Trump podría aplicar esta orden a los guardias y sus partidarios y excluirlos de los mercados financiero y comercial globales. Bush usó esta autoridad en el 2007 para bloquear los activos de la Fuerza Quds después que esta proporcionó apoyo material a Hezbolá, los talibanes, y a tres grupos terroristas palestinos.

El marcado de las cuentas de la Fuerza Quds, sin embargo, no va lo suficientemente lejos. Como demuestra la guerra en Siria, la Fuerza Quds no es una entidad separada sino una parte integral del CGRI. Unidades de la Fuerza Quds y la Guardia Revolucionaria operan en tándem, con el personal rotando rutinariamente de uno a otro lado dentro de una estructura de mando. Además, la fuerza Quds desempeña sólo un rol pequeño en las vastas empresas de negocios, las que utiliza para financiar sus actividades terroristas.

Designar al CGRI a través de la orden ejecutiva de Bush sería así mucho más eficaz, especialmente si la administración Trump expande significativamente el número de entidades e individuos del CGRI sujetos a sanciones de los 60 actuales para incluir a las miles de empresas fachada operadas por los guardias. Esto apretaría financieramente más a la fuerza, ya que aumentaría los riesgos para las corporaciones europeas y asiáticas buscando hacer negocios por valor de miles de millones de dólares en sectores controlados por los guardias.

El CGRI se ha vuelto el instrumento de represión interna y del terrorismo en el exterior de Teherán. A fin de domar a la República Islámica, Estados Unidos debe encontrar una forma de disminuir el poder de los guardias. Etiquetarla como un grupo terrorista es apenas una forma de iniciar ese proceso.

 

 

Fuente: Foreign Affairs
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

 

 

 

 

 

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