Después de 6 partidos disputados, de una leída de Meguilá en pleno juego, de mostrar el toque de judaísmo al ponerse kipás previo a los juegos, de presumir al “Mench in the Bench” y recordarle al mundo que Israel va más allá de sus fronteras, el equipo de “La Tierra prometida” nos recordó que, como en la vida cotidiana y en las películas, en el mundo del deporte “La unión hace la fuerza”.
ISAAC SHAMAH PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Para platicarles un poco de la hazaña israelí en el Clásico Mundial de Beisbol, tenemos que contemplar que Israel como tal, es un país en el que no se juega mucho el juego de la pelota, el bate y la base; de hecho, en la actualidad no existe una liga profesional de este deporte en toda la “Aretz” y el único antecedente de una liga profesional se dio en 2007, cuando Israel creó una liga de 6 equipos que sólo duró una temporada, en la liga solamente hubo 15 peloteros israelíes de un total de 120 jugadores. En realidad, el hecho de que Israel pueda convocar a cualquier beisbolista de origen judío, le ayudó muchísimo, de hecho contó con 34 judeo-americanos y sólo un beisbolista nacido en Israel, pero también es verdad que con el equipo que llevó al torneo, antes de éste, se encontraba en el lugar 41 en la lista que califica a la selecciones de beisbol a nivel mundial.
Al saber los datos anteriores, nos podemos dar cuenta que al estar clasificada como la selección número 41, el simple hecho de colarse entre los 16 mejores y acceder al gran torneo, era más que una proeza.
Ya en el Clásico Mundial, desde un inicio, Israel y los judeo-americanos que representaban a la selección decidieron mostrarle al mundo de qué estaban hechos y nunca escondieron que el hecho de ser judíos era su principal fortaleza. En el primer partido que disputaron, los jugadores que representaban a “La Tierra de Leche y Miel” se pusieron una kipá mientras se entonaba el Hatikva (himno de Israel) que como dice su nombre, les dio esperanza de comenzar de gran manera el torneo; en el primer juego Israel le ganó 2- 1 a Corea del Sur, en Seúl (capital coreana) equipo que se encontraba como el tercer mejor sembrado del mundo.
Para el segundo partido, Israel venció 15 a 7 a Taipéi, China, clasificado número 4 del mundo. Para estos momentos, Israel ya era sensación al igual que su botarga, El “Men in the Bench”.
En el tercer partido, Israel ganó su grupo y se metió entre los primeros 8 del mundo, gracias a que venció a Holanda, noveno clasificado, con marcador de 4 a 2.
Para la segunda ronda, el nivel seguía creciendo y el equipo israelí sabía que para pasar a las semifinales tendría que dejar mucho más que el corazón en el diamante. El primer partido lo disputó contra Cuba, equipo beisbolero por naturaleza, que antes de acceder al torneo se encontraba como el quinto mejor del mundo, sin embargo, Israel volvió a demostrar que la primera ronda no fue una casualidad y además de que vencieron 4 a 1 a los cubanos, en pleno partido algunos jugadores demostraron que la religión no se pelea con el deporte, al leer la Meguilá de Esther en la banca, debido a que la festividad de Purim coincidió con el juego.
En su quinto duelo, Israel se volvería enfrentar a Holanda, rival al que le ganaron en la ronda anterior. Si Israel quería avanzar a las semifinales, era esencial ganarle a Holanda, ya que el siguiente rival al que enfrentarían sería Japón, equipo que está clasificado como el número 1 en el mundo.
El partido contra Holanda comenzó mal desde un inicio, parecía que los holandeses sabían toda la estrategia de Israel y el juego que podía llevar a los “blanquiazules” a la gloria terminó culminando en una pesadilla con marcador de 12 a 2 en contra.
Para el siguiente juego, los Israelíes aspiraban a poder tener una revancha contra los holandeses en un juego de desempate; el partido era contra Japón, en Japón. A pesar de que los peloteros judeo-americanos que representaban a Israel lo dieron todo y por las primeras 4 carreras no permitieron anotaciones, la escuadra japonesa mostró por qué es la mejor del mundo.
El duelo culminó con un marcador de 8 a 3 e Israel quedó eliminado, el sueño culminó y los peloteros terminaron su participación con una dolorosa derrota; sin embargo, el mundo del beisbol está impactado gracias a la fuerza, la unión, la identidad y la gran actuación en lo deportivo como en lo extra que Israel y su pueblo mostraron en el Clásico Mundial de Béisbol 2017.
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