Ki Tisá: ¿Qué le preguntarías a Dios?

La Perashá de esta semana, Ki Tisá, trata de varios temas. Entre ellos el episodio del becerro de oro. El pueblo, impaciente por la ausencia de Moshé por 40 días seguidos, piensa que Moshé ha muerto y decide entonces reemplazarlo con un becerro que los guiara en el desierto hacia la tierra prometida.

RAB YOSEF BITTON

El becerro (la cría de la vaca) era uno de los ídolos adorados por los egipcios, debido a su gran instinto de orientación: cuando tiene que mamar, el becerro puede encontrar a su mamá aunque estuviera con los ojos vendados. Por supuesto que este episodio representó una gravísima traición a HaShem y un regreso del pueblo de Israel a las más primitivas formas de la idolatría. Y todo esto, a poco más de un mes de haber presenciado la manifestación de HaShem en el Monte Sinaí, revelando los 10 mandamientos. HaShem le manifiesta a Moshé que eliminará al pueblo judío. Moshé intercede, reza por ellos, los defiende y le dice a HaShem que también tendrá que eliminarlo a él. Al final, en el día de Kippur (10 de Tishrí), HaShem acepta la Tefilá de Moshé y decide perdonar al pueblo de Israel.

Esto es por supuesto algo maravilloso, que recordamos todos los años en Yom Kippur. Sin embargo, hay algo más o menos conocido que ocurrió en ese mismo evento. Luego de que HaShem perdona al pueblo de Israel, se desarrolla una “conversación” entre Dios y Moshé. Y en un punto Moshé le dice a HaShem: “הראני נא את כבודך”, que más o menos significa: “Enséñame Tu Gloria”. Los rabinos explicaron que aquí ocurrió algo excepcional. Hasta este momento, la comunicación de HaShem con los seres humanos siempre fue unilateral: HaShem se manifiesta a los profetas o al mismo Moshé Rabenu, transmitiéndoles un mensaje o una visión. Pero en esta ocasión, por primera y última vez, es un hombre el que pudo iniciar “un dialogo con Dios” y preguntarle algo al Todopoderoso, sabiendo que podía esperar una respuesta de su Interlocutor. Moshé tuvo esta única oportunidad y en cierta manera representó a toda la humanidad frente a HaShem.

¿Qué le preguntó Moshé a Dios? ¿Cuál es la pregunta que más preocupa a la humanidad con respecto a Dios?

Los Sabios explican que Moshé le preguntó a Dios: ¿Por qué sufren las personas buenas? למה צדיק ורע לו
En mis propias palabras: Si Dios es Todopoderoso y Todo Bondad, ¿por qué deja que le ocurran cosas malas a la gente buena? Para el hombre de fe, no existe una pregunta más crítica y crucial. A propósito, esta mañana mientras escribía estas líneas, y por pura curiosidad, hice una breve “búsqueda” en Google. Escribí en inglés: “What would you ask God” (¿Qué le preguntarías a Dios?”) y lo que encontré me resultó sorprendente. El primer artículo que apareció en la búsqueda reporta los resultados de una encuesta hecha a cientos de estudiantes universitarios (no-judíos) a quienes se les dijo: “Si pudieras preguntarle a Dios sobre cualquier cosa ¿qué le preguntarías?”
La pregunta número uno que se registro es muy parecida a la de Moshé…

“¿Por qué hay tanto sufrimiento en el mundo? Si Dios es Todo-bueno y Todopoderoso, ¿No tiene los recursos para prevenir el mal y el sufrimiento?”

Estoy seguro que muchos lectores probablemente no compartan mi fascinación con el tema de “la pregunta” de Moshé y estarán impaciente por saber cuál fue la respuesta de Dios a Moshé Rabbenu. El judaísmo es único en reconocer que esa pregunta no tiene una respuesta clara para el ser humano, pero que la Torá nos revela, sin embargo, por qué no podemos obtener una respuesta.

Saber cómo Dios administra Su justicia, supera nuestras posibilidades intelectuales y epistemológicas.

HaShem le respondió a Moshé (breve y metafóricamente) que Moshé, o cualquier otro ser humano, nunca podrá ver “el frente” de la Presencia o de la Intervención Divina, solo podrá ver “el dorso” de la Intervención de Dios, la parte de atrás. וראית את אחורי ופני לא יראו

El mejor ejemplo que puedo ofrecer es, irónicamente, un ejemplo visual: el de un tapiz. Sólo HaShem ve el tapiz desde el frente. Nosotros, los seres humanos que estamos restringidos en el limitado tiempo de nuestras cortas vidas y en el espacio de esta dimensión física, sólo vemos la parte de atrás del tapiz: los hilos y los trazos que parecen aleatorios, caóticos, los colores, los nudos, los bucles, etc. Para nosotros todos estos zigzagueos del tejido no tienen sentido, pero hacen posible la imagen perfecta en el frente del tapiz, al que sólo Dios tiene acceso. Ver ilustraciones abajo.

EL DORSO: La cara del tapiz que vemos nosotros

 

EL FRENTE: La cara del tapiz que no vemos nosotros.


Fuente: halaja.org

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