Una de las características más atractivas de Israel es la confluencia de culturas y nacionalidades que se vive en el día a día de ese país. Un amigo lo decía muy claro: puedes estar sentado a la mesa con otras cinco personas y todos los presentes estar hablando en hebreo, pero al contestar su teléfono uno habla en francés, otro en inglés, otro en español y aquel en árabe, cada uno proveniente de un país distinto y con una lengua madre diferente.
Esta confluencia se ve en la comida, la forma de vestir, de hablar y de pensar; y por supuesto también existe en el arte. La cultura pop ha sufrido una gran transformación desde que Israel apareció en la escena, una muestra de ello son la cantidad de actores, guionistas y productores israelíes que han entrado en el ámbito de los musicales ingleses y estadounidenses.
A lo largo de años, Tel Aviv ha exportado e importado artistas dedicados al mundo del escenario. Sin embargo, Israel no sólo ha exportado cultura al mundo, también la ha importado y el mejor ejemplo son la serie de musicales que se hacen durante el periodo de Janucá.
Tal Kra Oz y Liam Hoare nos platican en el periódico Forward que aunque el teatro judío y el musical tiene una raíz bastante fuerte en las Purim shpiels (obras de Purim) desde los años 50’s empezaron a importarse las típicas pantomimas y musicales anglosajones tanto de Estados Unidos como de Inglaterra.
Desde hace varios siglos en la cultura inglesa y americana se acostumbra realizar obras de teatro y espectáculos para alegrar la temporada invernal. Durante muchos años se hacían como parte de las celebraciones previas a Navidad, pero se volvieron tan propias de la cultura secular que inclusive llegaron a impregnar a las comunidades judías de esos lugares. Con las migraciones que hubo de estos países a Israel empezaron a realizarse en el país mesoriental.
Estas obras se caracterizan por ser dramatizaciones y musicalizaciones de cuentos de hadas o historias para niños. En Israel empezaron como eventos organizados por maestros de primaria y asociaciones educativas, y tenían fines pedagógicos muy marcados. Sin embargo, pronto tomaron popularidad, lo que ocasionó que asociaciones privadas y productores empezaran a impulsarlas. La obra más destacada de esta etapa fue “Guilliver en el País de los gigantes” de Menahem Golan.
Pronto se le aunaron cuentistas y dramaturgos para niños que ya contaban con reconocimiento y empezaron a hacer adaptaciones de las obras al contexto israelí. Así surgió “Utz Li Gutz Li”, una adaptación rimada del cuento “Rumpelstiltskin” hecha por Leah Goldberg y Hayim Nahman Bialik, y “El vestido de Shabat de Hannael” la obra más popular de 1971; se basa en un cuento de los hermanos Grimm, pero adaptado al contexto judío: Hannael es una niña que al ayudar a un anciano ensucia su vestido blanco de Shabat, la luna la asiste con sus rayos.
Para 1980 el Festival de Janucá ya era un éxito comercial, todos los años llenaba los auditorios con familias, niños emocionados, cantantes y actores; fue tanto un éxito que nació su competencia el “Festigal de Janucá”. En esta época los presentadores se fueron profesionalizando, al punto que actores y cantantes renombrados participaban en ellos. Generalmente se representaban los musicales más famosos de Broadway. Los más reconocidos fueron “Peter Pan” y “El libro de la Selva.”
Sin embargo, de entre todos el que más destaca es “Aladino”, lo importante de este musical es que estaba lleno de bromas culturales y canciones únicamente populares en Estados Unidos, por lo cual para ponerla en escena en Israel el guionista Dan Almagor tuvo que inventar canciones nuevas dentro de la obra y cambiar escenas. Fue un éxito rotundo y se toma como una de las obras que describen de buena forma la cultura israelí.
Dan Almagor lleva décadas en la industria del teatro destacándose como dramaturgo, poeta, estudioso y personaje televisivo, pareciera que se ha involucrado en todos los aspectos y rincones de la producción teatral. Fue de las figuras que renovó el musical israelí trayendo obras como “Mi bella dama” (My Fair Lady), “El Rey y yo” (The King and I) “Hombres y muñecas” (Guys and Dolls) “El violinista en el tejado” (Fiddler on the Roof) y “Los Productores” (The Producers).
Sin embargo “Aladino” fue su obra maestra, en ella participaron los actores de la cultura pop más reconocidos del país: la comediante Rivka Michaeli, los cantantes Arik Lavie, Sassi Keshet e Izhar Cohen.
Dan Almagor declaró en una entrevista que su conexión con “Aladino” es muy antigua: creció durante el gobierno británico en Palestina. Durante esa época los niños que no eran británicos aprendían inglés de un libro designado para enseñar a los colonos en la India. Se basaba principalmente en la historia de Aladino, pero que había sido modificada geográficamente para llamar la atención de los niños indios.
Curiosamente este error cometido por las autoridades, ya que quienes lo leían no eran niños indios, sino israelíes, es muestra de la diversidad cultural que existe desde antes en la tierra de Israel. Finalmente, la estructura del musical se basa en el mismo principio que el del libro: transliterar una cultura ajena a la propia.
Información tomada de Forward.com
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