Los demócratas se vuelven contra Israel

ANDREW STEIN -DOUGLAS SCHOEN

En 1972 el nuestro fue el primer partido en respaldar mudar la embajada estadounidense a Jerusalem.

La selección del Rep. Keith Ellison como vicepresidente del Comité Nacional Demócrata es la última ratificación del rechazo a Israel por parte de nuestro partido. Ellison, quien en el año 2010 se quejó de que “la política exterior de Estados Unidos en el Medio Oriente es gobernada por lo que es bueno o malo a lo largo de un país de siete millones de personas”, perdió estrechamente una puja para la presidencia del CND, entonces fue electo como vice por aclamación.

Los demócratas solían ser el partido pro-Israel. El Presidente Truman reconoció al estado judío al cabo de minutos de su independencia en 1948. En 1972 la convención que nominó a George McGovern ratificó la primera plataforma del partido mayoritario de apoyar mudar la embajada estadounidense a Jerusalem. Los republicanos no siguieron hasta el año 1996.

Mucho ha cambiado para los demócratas en 45 años. El Presidente Obama creó una atmósfera de hostilidad directa entre Estados Unidos e Israel. Él hizo un acuerdo nuclear con Irán y rechazó vetar la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en diciembre que condenaba los asentamientos en la Margen Occidental disputada.

Hillary Clinton podría haber sido mejor, pero su compromiso con Israel ha sido cuestionado largamente. Como secretaria de estado, ella se refirió a los asentamientos israelíes como “ilegítimos.” En el 2015 tuvo que tranquilizar a los donantes de su campaña presidencial de que ella todavía apoyaba a Israel. Incluso durante el gobierno de Bill Clinton, a los demócratas pro-Israel les preocupaba que la Sra. Clinton influenciara a su esposo en la dirección equivocada.

Luego está el Senador Bernie Sanders, quien como candidato presidencial en abril del 2016 acusó a Israel de ser “indiscriminada” en los “ataques contra áreas civiles” cuando se defendía contra los cohetes disparados por los terroristas desde Gaza. El Sr. Sanders recibió el 43% de los votos en las primarias demócratas.

¿Cómo ocurrió esto? Una vez hubo un vínculo inexorable entre el apoyo a Israel y al movimiento por los derechos civiles. Ambos eran respuestas a la discriminación odiosa—antisemitismo y racismo. Comenzando a mediados de la década de 1960, sin embargo, surgió una minoría anti-Israel en la forma de la Nueva Izquierda. Estos grupos—tales como el Comité Coordinador Estudiantil No Violento, Estudiantes para una Sociedad Democrática, y las Panteras Negras—veían a los israelíes como opresores y a los palestinos como involucrados en una “lucha justa por la liberación” como lo dijo el fundador de las Panteras, Huey P. Newton.

En la década de 1970 elementos de la izquierda se volvieron continuamente más hostiles hacia Israel. En 1975 llegó un punto de inflexión cuando la ONU aprobó una resolución igualando al Sionismo con el racismo. Eso proporcionó una apertura intelectual y política para los que querían impulsar una brecha entre los partidarios de Israel y los de los derechos civiles.

Fue formada una organización llamada Basic—Comité de Estadounidenses Negros para Apoyar a Israel—para condenar la resolución. “Buscamos defender la democracia en el Medio Oriente, y por lo tanto apoyamos a Israel,” declaró el líder de los derechos civiles, Bayard Rustin. Desafortunadamente, esa fue la última vez que las comunidades judía y negra organizadas trabajaron juntas.

En 1979 el Presidente Carter echó al embajador ante la ONU, Andrew Young, el primer afroestadounidense en detentar esa posición, por violar la política de Estados Unidos reuniéndose con un representante de la Organización para la Liberación de Palestina. El despido del Sr. Young llevó a muchos líderes negros a romper con sus aliados judíos en Israel.

En 1984 Jesse Jackson, quien había abrazado públicamente al jefe de la OLP, Yasser Arafat, cinco años antes, se presentó para la nominación presidencial demócrata. Una historia del Washington Post sobre su difícil relación con los judíos lo citaba usando el insulto “Hymie” y llamando “ciudadhymie” a la Ciudad de New York. El Sr. Jackson obtuvo 3.3 millones de votos en las primarias. Él se presentó nuevamente en 1988 y duplicó el total, a 6.9 millones—otra señal del cambio lento del partido.

Hay aún demócratas pro Israel, pero ellos son asediados y equívocos. El Senador Chuck Schumer de New York, ahora el líder de la minoría, se describió en el 2010 como el protector de Israel del Senado: “Mi nombre. . . viene de una palabra hebrea. Viene de la palabra shomer, la que significa guardián.” ¿Pero cuán eficazmente ha desempeñado ese rol?

En el 2015 Schumer fue uno de cuatro demócratas del Senado en votar contra el acuerdo con Irán de Obama. Pero matarlo habría necesitado 13 demócratas, se informó que Schumer telefoneó a colegas demócratas para “asegurarles que él no estaría oponiéndose al acuerdo.” El Sr. Schumer—cuyo edificio de departamentos en Brooklyn ha visto protestas por parte de opositores izquierdistas al Presidente Trump—fue también un partidario temprano deEllison para la presidencia del partido.

Una razón por la que los demócratas han seguido alejándose de Israel es que los votantes judíos no han cobrado un precio por ello. Las encuestas a boca de urna en el año 2016 encontraron que ellos apoyaron a Clinton por sobre Trump, por 71% a 23%, en línea con sus niveles históricos de apoyo demócrata.

Hay todavía una oportunidad aquí para el Partido Republicano. Especialmente si el Sr. Trump cumple su promesa de mudar la embajada estadounidense a Jerusalem, el voto judío podría comenzar a tender hacia los republicanos. A menos que los demócratas reafirmen su apoyo a Israel, muchos miembros de toda la vida del partido—incluidos nosotros mismos—pueden decidir que ha llegado el momento de encontrar nuevas afiliaciones políticas.

Andrew Stein, quien tuvo cargo electivo en New York entre 1969 y 1994, es ahora un consultor de empresas. Douglas Schoen se desempeñó como un asesor político y encuestador para el Presidente Clinton, 1994-2000.

 

 

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

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