JANA BERIS
La petición por parte de Polonia de la extradición de Michael Krakoc a los 98 años por su pasado reabre el debate sobre la caza de los cómplices del Holocausto. ¿Es la edad un impedimento para que quienes cometieron crímenes hace sesenta años queden impunes?
Nadie puede asegurar con exactitud el número de nazis que quedan con vida; y, por tanto, cuántos quedan por «cazar». Aun así, dentro de ese limbo de variantes, el doctor Efraim Zuroff –director del Centro Simon Wiesenthal en Israel– es una de las personas más autorizadas para proponer una cifra. Sin concretar, sí se muestra seguro de que son «más que varios cientos» los criminales de guerra nazis a los que considera que todavía se deben buscar y llevar a juicio sin miramientos, sea cual sea su edad. «Quedan sólo unos pocos años, por obvias razones de paso del tiempo, por lo que hay que hacer un esfuerzo para llevarlos ante la justicia», apunta Zuroff.
Un tema que si bien siempre ha estado ahí ahora se ha reactivado al conocer la intención de Polonia de solicitar a Estados Unidos la extradición de «Michael K. de Minesota», después de que se hayan confirmado las sospechas de que este sujeto ucraniano es el responsable de múltiples crímenes contra ciudadanos polacos durante la Segunda Guerra Mundial. El desencadenante se llama Michael Krakoc y hoy cuenta 98 años. Hace ya tiempo que se publicaron en medios internacionales informes que afirmaban que dicho individuo –poseedor de la ciudadanía norteamericana desde hace décadas– fue criminal de guerra, contradiciendo así las palabras que juró al ingresar en EE.UU. en 1949, en las que negaba haber realizado servicio militar alguno durante el conflicto de 1939. Casi centenario y con un pasado turbio hace más de medio siglo… Ahí es donde comienza el debate público sobre los límites de la Justicia, en el que hay quienes se preguntan si acaso tiene sentido, a tan avanzada edad, enjuiciarlo. Zuroff, en conversación con LA RAZÓN, se muestra tan claro como tajante: «El tiempo transcurrido desde que fueron cometidos los crímenes no mengua ni reduce en modo alguno la gravedad de los mismos. La vejez no tiene que proteger a quienes perpetraron esas atrocidades, a veces contra quienes eran en aquellos momentos mayores de lo que ellos lo son hoy. Es un deber que tenemos ante los asesinados: hallar a quienes convirtieron a inocentes en víctimas».
El director del Centro Simon Wiesenthal sostiene que ya no queda con vida ninguno de los grandes criminales nazis. De enjuiciar a los máximos jerarcas del Tercer Reich ya se encargaron los juicios de Nuremberg una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, hecho que no suceió con soldados rasos y otros cargos de menor rango. Aun así, con el correr de los años, se les fue localizando y en la segunda mitad del siglo XX se celebraron cientos de juicios a estos criminales de «segunda». Ante la pregunta de si puede quedar con vida alguno de «los grandes nombres», Zuroff responde contundente: «No», aunque recalca que «todos aquellos que participaron en la maquinaria de la muerte cargan con su parte de responsabilidad y deben responder ante la Justicia».
Lista negra
Según el informe que el Centro Simon Wiesenthal presenta anualmente sobre la situación de la campaña destinada a ubicar a los nazis en el mapa, existe una decena que aspira a rendir cuentas ante los tribunales este año. Una de esas personas es la polaca Helma Kissner, con 92 años y residente en Alemania. Durante la guerra trabajó como operadora de radio en el campo de exterminio de Auschwitz y está acusada de haber sido cómplice de 260.000 casos de asesinato. En la lista también figura el rostro del ucraniano Helmut Oberlander, actualmente residente en Canadá y que en su pasado sirvió en los Einsatzkommando (equipo especial) 10A. Está señalado por el asesinato de aproximadamente 23.000 personas, judíos en su mayoría. El ránking se completa con otros sospechosos de haber servido en los «einsatzgruppe» (grupos de operaciones), también causante de las muertes de cientos de miles de judíos y otros «enemigos del Tercer Reich» en los países Bálticos y Ucrania: Alfreds B., Anton K., Rudolf L., Andreas L., Siegfried R., Kurt G., Karl o Wilhelm H y Herbert W.
Detrás de todos estos procesos –sin contar los que aún pueden abrirse–, está el cambio radical en la política de enjuiciamiento promovido hace años por Alemania para poder llevar ante un tribunal en mayo del 2011 en Múnich a Ivan Demjanjuk, guardia de la SS en Sobibor, acusándolo de haber sido cómplice de asesinato. Hasta ese momento, únicamente era posible llevarlos ante la Justicia cuando se podía demostrar un crimen concreto contra una víctima con nombre y apellidos, lo que en la mayoría de los casos resultaba imposible. Desde entonces basta con demostrar que el sospechoso ocupó un determinado papel dentro de la maquinaria nazi, independientemente de si mató o no a alguien por sí mismo.
A raíz de dicho cambio Alemania abrió la puerta a la investigación de numerosas personas que, hasta ese momento, no habían sido procesadas, lo que incluyó a todo aquel que sirvió en cualquiera de los seis campos de exterminio (Auschwitz-Birkenau, Treblinka, Belzec, Chelmno, Sobibor y Majdanek) o en las unidades móviles de muerte, los «einstazgruppe», que operaron en los territorios de la URSS.
En los últimos tiempos, los casos más conocidos llevados ante la justicia fueron los de Oskar Groening –«El Contador de Auschwitz»–, quien en julio de 2015 fue condenado a cuatro años de prisión como cómplice de asesinato en 300,000 casos, y Reinhold Hanning, guardia en Auschwitz, en febrero de 2016. Asimismo, fueron presentadas más acusaciones e iniciadas investigaciones sobre de más de doce individuos que sirvieron en Majdanek y Auschwitz.
103 nazis en 16 años
El país que más esfuerzos realiza para llevar a criminales nazis y sus colaboradores ante la Justicia es Alemania, seguido por Italia. Pese a ello, ya el año pasado también se abrieron investigaciones en Dinamarca, Estados Unidos, Polonia y Canadá, algo inédito durante los últimos 18 años en los países de Europa oriental. Solo entre el 1 de enero de 2001 y el 31 de marzo de 2016 fueron declarados culpables 103 nazis, 46 de ellos en Italia y 39 en Estados Unidos. «En todos estos juicios destaca la importancia de esclarecer los crímenes de la Shoá –dice Zuroff utilizando el término hebreo común para hacer referencia al Holocausto– y de continuar persiguiendo a los culpables».
Afirma que «el argumento de haber actuado simplemente porque obedecer órdenes no los exime de su responsabilidad individual». Y nuevamente, respondiendo a las dudas planteadas en el debate público acerca de lo lógico, justo u oportuno de llevar a juicio a quienes hoy tienen edad avanzada, recalca: «Esos individuos son los últimos por los que hay sentir empatía. Ellos no tuvieron piedad con sus víctimas. Y al menos yo jamás me topé con un criminal nazi que haya expresado arrepentimiento por sus crímenes». La esperanza de vida es un elemento clave en esta lucha y afecta, por supuesto, a los nazis. Al respecto, Zuroff bromea: «Debo ser el único judío que reza para que los nazis que quedan tengan larga vida. Así, podremos hacer justicia».
La confirmación de Michael Krakoc, un anciano carpintero de Minnesota que escondía un terrible pasado, ha reabierto el debate. El pasado, que siempre vuelve, se ha vuelto contra él. Devastó pueblos enteros y pesan sobre sus ya ancianas espaldas miles de muertes. Cuando decidió huir de la temible Legión de Autodefensa de Ucrania y empezar una nueva vida puso rumbo a EE.UU. Allí formó una familia y tuvo seis hijos.
El Dr.Efraim Zuroff se dedicó durante años a estudiar la historia del Holocausto perpetrado por los nazis contra el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial. Hasta que un día, en 1986, pasó a dedicarse a la «caza» de los criminales nazis. El detonante fue el momento en que se le ocurrió comparar los nombres que aparecían en archivos de la Cruz Roja Internacional de gente que se hallaba en diferentes partes de Europa después de la guerra –numerosos de ellos supervivientes judíos– con una lista de criminales nazis vivos. En tan solo unos minutos halló a dieciséis de los criminales en las listas, inclusive con el detalle de sus movimientos después de la guerra. «Ahí decidí convertirme de investigador a caza nazis», recuerda.
Fuente:larazon.es
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