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martes 05 de noviembre de 2024

Sensei Salvador Goldschmied, leyenda del judo

La familia Goldschmied dio grandes judocas a México: Gabriel, Salvador y José representaron al país en Macabiadas, Juegos Centroamericanos, Panamericanos y Olímpicos.

El Dr. Salvador Goldschmied, cirujano ortopedista, especialista en lesiones deportivas, cinta negra 4to Dan del Kodokan, Tokio, tiene cierto curriculum deportivo:

Ha sido campeón nacional de judo por 15 años, campeón nacional de lucha grecorromana por 8 años, campeón latinoamericano de lucha olímpica, Caracas 1960, y seleccionado nacional en el Campeonato Mundial de Judo, Paris 1961. Campeón de judo y lucha en las Macabiadas Panamericanas de Buenos Aires y Sao Paulo. Subcampeón de Judo en la Macabiada Mundial, Tel Aviv 1965. Subcampeón en el Campeonato Intercontinental de Salt Lake City. Seleccionado nacional de judo en la Olimpiada Tokio 1964, seleccionado nacional en los campeonatos mundiales de judo de Río de Janeiro y de la Ciudad de México. Campeón centroamericano de judo en los juegos de Panamá, Guatemala y Puerto Rico. Tercer Lugar Panamericano por 12 años en los juegos de México, Winnipeg y Guatemala. Comisionado de Box y Lucha Profesional de la Ciudad de México. Presidente del Colegio de Cintas Negras de Judo México. Miembro del Salón de la Fama del Deporte Mexicano.

Después de conseguir todos los títulos que pudo, el Sensei Goldschmied incursionó en el atletismo de resistencia, donde corrió 30 maratones por casi todo el mundo. También se convirtió en buzo y alpinista con varias cumbres escaladas en México, Sudamérica, Europa, Asia y África. Actualmente está entrenando para escalar las Dolomitas en Italia.

Pareciera que Sean Connery y George Lazenby no estaban interpretando a 007, sino a Gabriel y Salvador Goldschmied.

Los hermanos Goldschmied en la Macabiada Panamericana 1964 y en el CDI con el equipo japonés 1966.

 

La semana antepasada en el gimnasio del CDI, el ex Mister México, Rafa Arditi, comentó algo sobre el Dr. Goldschmied que se encontraba allí, como es su buena costumbre. Lo busqué y le pregunté por los judokas, entonces empezamos a platicar sobre la federación y los entrenadores. Aceptó platicar con más calma después, frente al micrófono:

EJ – Sensei, ¿ustedes cuantos hermanos son?

SG – Gabriel, Fernando, mi hermana Beatriz y yo, cuatro.

 

EJ- ¿Cómo era la dinámica entre los hermanos en la casa?

SG- Fíjate que bastante buena, los papas hacían la unidad, ¡sobre todo mi papá, que tenía un carácter de hierro! Mi mamá era muy light.

 

EJ – ¿Él, en qué año llegó a México?

SG – Llegó como en 1929-30, Jóska – José- Goldschmied, él vivía en Hungría, su hermano mayor fue a Palestina y se regresó a Hungría. La situación en Europa estaba muy mal y Hungría había sido perdedora en la guerra. El pueblo de mi papá se llama Zárfold, después se fueron a Budapest, donde todo era más caro y difícil. Eran siete hermanos y la mamá, el papá ya había muerto. Sándor, el mayor, les dijo “vamos a Estados Unidos”, vino a México, entró por Veracruz y de aquí pasó a EUA. Después vino el resto de la familia a México y cuando quisieron pasar a EUA ya estaba cerrada la frontera, se quedaron aquí.

 

EJ – ¿En edades, cómo son los hermanos?

SG – Gabriel me lleva poco menos de un año, yo a Fernando le llevo dos años y Beatriz es unos 7 años menor.

 

EJ – ¿Y de los hijos, quién era el consentido?

SG – Yo creo que era mi hermana, era la más chica. Ella fue nadadora, aunque tenía un problema en la cadera compitió internacionalmente un par de veces, nadó con el hermano de Rosi Strauss, que luego fue la entrenadora de mis hijas.

 

EJ – ¿Qué recuerdas de la casa, a qué jugaban?

SG – La diversión que teníamos nosotros era poner en la azotea un ring de box, el que perdía era el que lloraba primero o le sacaban mole. Veíamos el box el viernes en la noche, lo pasaban a la misma hora que la lucha libre.

 

EJ – ¿Y con quién te llevabas mejor?

SG – Yo creo que con Gabriel, con Gabriel me llevaba mejor, creo que por la edad, había menos distancia con Gabriel en las edades.

 

EJ – ¿Qué anécdota recuerdas de la infancia?

SG – Pues sí hacíamos cosas como para meternos en el tanque, sí éramos muy cabrones… Un día estábamos los 3 borrachos, un domingo en la mañana, nos despertó mi mamá: “Levántense, miren qué hora es y están dormidos,… Ya sé por qué son así, tienen el diablo por dentro”.

SG – Mis papás eran muy religiosos, a mi abuela paterna nunca la vi sin peluca, yo me di cuenta cuando se murió. Ese día se le olvidaron las llaves arriba a mi papá:

– “Híjole, olvidé las llaves arriba, con la abuela”

Mi papá estaba mal cuando murió su mamá:

– “No papá, ahorita yo subo, voy por las llaves

Entré a la recamara de mi abuela y le vi la cabeza como chueca.

“¡En la m…, la abuela se desnucó!”

La peluca se había desacomodado, entonces se la levanté, ya solo le quedaban unos pelitos en la cabeza cuando murió.

 

EJ – ¿Cómo empezó el judo?

SG – Lo del judo comenzó por un primo que ya murió, Tomas Krause, él tomaba clases de judo y salía en la tele, a principios de los 1950s. Yo lo veía en la tele, el judo entró a México por esa época, el profesor Hernández lo enseñaba en el centro, en Belisario Domínguez 63, ahí estaba el Dojo. Yamaguchi vino mucho después a entrenarnos; en el Deportivo el judo empezó en los 60s.

SG – El judo bajó en México los últimos 20 años, antes había muchos judokas. Una vez vino Mondragón y Kalb, que fue el jefe de la policía, él ni idea tenía de qué se trataba, y vino a tomar clases de judo y defensa personal. Nosotros teníamos un gimnasio en Nuevo León y Campeche, donde ahorita está el restaurante Lampuga, pero estábamos en el primer piso, ahí vino Mondragón, y lo curioso es que ahí un tiempo también venía el Negro Durazo, el Negro venía en la noche a tomar defensa personal, y Mondragón venía en la mañana porque quería hacer ejercicio. Ahí también le rentábamos a Murata para que diera clases de Karate, ahí nació el Karate.

 

EJ – A mí me toco entrenar con José, él ya estaba en el CDOM y venía al Deportivo a aflojar, nosotros ya éramos el postre para José.

SG – El CDOM lo inaguramos nosotros, en 1964, cuando era de madera, lo fundó José de Jesús Clark Flores. Era la era de oro del deporte en México, por eso nos tocó viajar mucho, había mucho presupuesto. Nos preparábamos para la Olimpiada Tokio 64 y el país se preparaba para la Olimpiada 1968.

SG – A mí me tocó cuando no habían divisiones de peso, yo pesaba 79 y habían competidores del doble, 160kg, era abierto. En el mundial del 61ganó el holandés Anton Geesink; en Tokio 64 ya había divisiones, se volvió un deporte olímpico.

 

EJ – ¿Qué anécdota recuerdas de la Universidad?

SG – No, fíjate que en la Universidad yo era muy tranquilo, estudié leyes un año y no me gustó, me cambié a medicina. Eso fue en 1959-60, yo tenía todas las facilidades del mundo, por el COM, Comité Olímpico. Todo el año habíamos estado compitiendo con la selección nacional y me mandó a llamar el rector, con el director de medicina, el Dr. Fournier:

– “Usted faltó 8 meses del año, yo los conozco a ustedes y a su comunidad, sé que se va a poner al corriente,…”

– “Rector, mejor yo repito el año”.

SG – A la Macabiada del 61 no fuimos requeridos, entonces me fui al Campeonato del Mundo de París, como capitán del equipo mexicano. Cuatro años después venía la Macabiada de Argentina, Gabriel y yo habíamos clasificado para la Olimpiada de Tokio, que era dos semanas antes de la Macabiada. Entonces nos hablaron de Fomento Deportivo del CDI:

– “Oigan muchachos, son los únicos paisanos que van a representar a México en la Olimpiada de Tokio, está abierta la invitación para ir a Buenos Aires, sólo paguen su 33%…”.

– “Muchas gracias por la invitación pero hay un problema: Si quieren que vayamos tienen que pagar el avión de Tokio a México, México-Buenos Aires, Buenos Aires-México. Sobre su 33%, necesitamos los mismos 300US por semana que nos paga el COM, y regresando, la cuota del CDI debe correr por su cuenta, sino, mejor de Tokio nos vamos a Hawaii,…”.

Aceptaron todo, y de pilón el Comité Macabiada puso un artículo de portada sobre nosotros en la revista Siempre!

SG – En 1965, en la Macabiada de Tel Aviv un entrenador checo nos ofreció trabajo como entrenadores en el ejército:

– “Quédense aquí, les vamos a dar un grado en el ejército, estoy haciendo un nuevo arte marcial para el ejército, Krav Maga, les vamos a dar sueldo…

Pero significaba dejar de competir y truncar mi carrera, simplemente regresando a México teníamos que volver a salir a competir.

 

EJ – ¿Cómo conociste a tu esposa?

SG – En Acapulco, yo iba de viaje con mi tía y mi prima de Italia, y la conocí un día, en la barra del Hilton. Cuando dejé a mi familia fui al Hilton Bar, ahí conocí a Adele, estaba con sus dos hermanas. Al otro día regresé en la mañana.

¿Por qué tienes los ojos rojos?

Es por el smog tía,

 

EJ -¿Qué competencia te dejó mejor sabor de boca, cuál te dejó un sabor amargo?

SG – Sabor amargo me dejó la Macabiada de Israel, iba por 3 de oro: judo, lucha olímpica y grecorromana, y me amolé el tobillo, lo único que pude sacar fue un segundo lugar en judo, no podía ni caminar. Era en el 65, el estadio Ramat Gan era un cerrito que le rascaron en medio y abajo era la pista. No todos tenían asiento, algunos se sentaban sobre piedras. El desfile fue en la noche: perros, paracaidistas, soldados descendiendo por un cable, aviones, un desfile militar, ya era pre-guerra.

SG – La última vez que competí internacionalmente fue en el Centroamericano de Guatemala, ya tenía 33 años, ya estaba casado, tenía responsabilidades,… Yo había ganado dos veces antes los centroamericanos, era la tercera, pero no iba muy bien entrenado. Competí en peso completo, semicompleto y abierto, yo pesaba en ese tiempo 108kg, pero no era suficiente, los otros eran unos monotes, parecían árboles de Navidad. Me tocó la final con un cubano que me llevaba unos 20kg de peso y fácil tenía 10 años menos que yo o más, no me acuerdo. Yo ya tenía la lengua de fuera, me lo llevé al piso:

– “Ya se ch…, este ya no se levanta”,

Quedaban 3 min, yo ya no tenía piernas…

-“Si se levanta me va a romper la m…”

Estábamos en newaza, combate en el piso, lo tenía agarrado del cuello y con la otra de la entrepierna. Sentí que se me resbaló la mano y que lo agarro de los… y le digo:

– “! Quieto pin… o te los arranco!”

Ya no se movió.

 

EJ – Cuba tiene buen nivel de judo.

SG – Ya no tanto, los rusos fueron los que metieron el deporte a Cuba. Los rusos metieron el judo a Israel también, ahora Israel es una potencia en judo.

EJ – Sí con la aliyah (1) rusa, hace 25 años.

SG – Lo mismo va a pasar con el béisbol en Israel, ahora están ganando, lo metieron los EUA.

 

EJ – Sensei, ¿cuáles son tus movimientos favoritos en combate?

SG – En el piso, todas las palancas al brazo, estrangulaciones y todas las inmovilizaciones. Arriba, Hane-Goshi, es como Uchi-Mata pero con la pierna flexionada barres la suya, si tu oponente es bajo, se la puedes poner en el abdomen.

 

EJ – ¿Cuándo fuiste comisionado de box y lucha?

SG – Hace como 20 años, más o menos, Camacho Solís me nombró Comisionado de Box y Lucha del DF, parece que Torres Landa le habló de mí. Todo mi sueldo lo donaba a la Comisión. Me acuerdo una función de lucha en la que un enmascarado estaba castigado, le pedí al referí que lo bajara y que mandara otro luchador. Durante la lucha uno de los escoltas me dijo:

Le están tomando el pelo Dr. es el mismo luchador pero con otra mascara y uniforme.

Suspendí la lucha y los declaré perdedores, lo cual no le gustó al público. Tuve que salir escondido en la cajuela porque la gente me estaba esperando afuera.

 

EJ – ¿Te quieres jubilar?

SG – ¡No! no sé qué haría yo en la casa. Yo creo que si me quedo en la casa, aquí pasa una de dos cosas, o yo estrangulo a Adele o ella me envenena.

 

EJ – Sensei, si ves tu vida en retrospectiva, ¿cuál sería la moraleja?

SG – Nunca perder el tiempo y saber que nada es para siempre. Cuando estás arriba, saltar al siguiente columpio, antes de que caiga de regreso en el que vas.

 

EJ –Muchas Gracias Maestro: Arigato gozaimas Sensei- 有難う 御座います 先生.

 

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1. Migración a Israel.

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