Los judíos partisanos eran judíos europeos que lucharon contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. La mayoría eran hombres y mujeres civiles que habían escapado de los guetos o campos de trabajo y se habían unido a grupos de la Resistencia en el bosque y en los subterráneos de las ciudades.
Los partisanos que no eran judíos podían regresar a escondidas a sus casas para descansar, tener comida y seguridad por un tiempo con sus seres queridos. Sin embargo, los partisanos judíos no tenían ni un lugar al cual ir, por eso tenían que estarse moviendo todo el tiempo entre las sombras, las orillas de los pueblos y ciudades.
Algunos de ellos, como el adolescente polaco Frank Blaichman, escucharon que su aldea iba a ser convertida en un gueto y prefirieron unirse a un grupo de partisanos en el bosque, en lugar de esperarse a ver la tragedia. Otros, como Abe Asner, eran de los pocos que tenían entrenamiento militar. Muchos de los partisanos no sabían nada sobre armas y municiones, así que gente como Abe se convirtieron en maestros y líderes importantes.
Estos grupos recibían a cualquier persona que tuviera armas y supiera cómo usarlas. Sin embargo, no siempre se aceptaba a personas que no tuvieran armas propias. Algunos le ayudaban a la persona a conseguir el arma, sin importar la forma que usara para alcanzar su fin, otros se la daban ellos mismos y unos pocos lo recibían con las manos vacías. Los grupos de partisanos rusos o polacos se beneficiaron mucho de judíos desarmados que conocían bien los terrenos conquistados por los nazis, ya que hacían la labor de exploradores.
Dentro de la organización 10% de los partisanos eran mujeres. Algunas de ellas luchaban y eran exploradoras, sin embargo la gran mayoría se encargaban de las labores cotidianas, que en tiempos de guerra se vuelven vitales, como cocinar para el grupo y cuidar a los heridos.
Generalmente estos grupos no aceptaban a familias con hijos pequeños, algunos lo hicieron como la Brigada de Bielski, pero fueron los menos, la mayoría tuvieron que esconderse y defenderse solos del bosque.
Muchos de los judíos que se unieron a grupos de partisanos, se vieron forzados a seguir escondiendo su identidad como judíos, porque inclusive en la Resistencia el antisemitismo era bastante fuerte. Norman Salsitz, por ejemplo, uso siete identidades distintas mientras luchaba contra los nazis. Ella sola fue capaz de salvar a docenas de judíos de una muerte segura.
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