El museo Wilhelm-Sack, en Ludwishafen, y los herederos de Alfred Hess llegan a un acuerdo económico sobre un cuadro expoliado por los nazis.
P HUERGO CASO PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO:
Ludwishafen, puerto del Río Rhin, en la región alemana de la Renania-Palatinado, tiene un museo de arte moderno, el Wilhelm-Sack , así llamado en honor del coleccionista alemán que donó sus obras para crearlo, allá por los años ´70. Una maravilla de lugar para amantes del arte del siglo anterior, pues en sus paredes cuelgan desde Kandisnky a Miró. Y también Kirchner, Ernst Ludwig Kirchner.
Pero ,de pronto, en 1931, Alfred no superó el postoperatorio de un contratiempo físico que le surgió y falleció. Su desaparición, además, ocurrió en la época de la Gran Depresión, que hacía tambalear la empresa familiar, mientras ellos mismos temblaban ante el advenimiento del nazismo. Poco tiempo después, ya en 1933, Hans, que era periodista, fue despedido por ser judío. Seguidamente su apartamento en Berlín fue saqueado por tropas nazis. Se fue a Francia. Su madre, decidió permanecer en Alemania para hacerse cargo de la abuela; vendió algunos cuadros para tener liquidez y otros consiguió sacarlos del país, en calidad de préstamo a ciertas galerías suizas. Lo que no pudo sacar de Alemania fue expoliado en 1937 por los nazis, que declararon cierto tipo de pintura como “Arte Degenerado”. Uno de esos pintores “degenerados” fue Kirchner, que no pudo más con sus nervios y se suicidó.
Tehkla , sin ingresos, pues la fábrica de zapatos había sido arianizada, sereunión cu hijo en INglaterra. Sacó algunas obras de contrabando, escondidas en los muebles de la mudanza a INglaterra. Pero la mayoría se quedó en Alemania. Además, muchas de las obras enviadas a Suiza fueron reclamadas por Alemania. Una de esas obras era un cuadro que Kirchner había pintado en 1913: “El Juicio de Paris”.
En el Reino Unido tampoco para ellos fueron bien las cosas. Eran alemanes, extranjeros y enemigos, detenidos y confinados en la isla de Man e incluso Australia. A Hans lo mandaron a Canadá. En 1941, el parlamento británico permitió el regreso de los internados, con la condición de que ayudaran al esfuerzo de guerra británico. Hans Hess finalmente regresó al Reino Unido en algún momento a principios de 1942, donde fue puesto a trabajar como trabajador agrícola cerca de Loughborough en Leicestershire.
Fue allí donde apareció Trevor Thomas, curador del Museo y Galería de Arte de Leicester entre 1940-46; conoció a Tekla hacia 1941 e inmediatamente reconoció el significado del nombre de Hess, así que decidió averiguar más sobre la colección y lo que había logrado salvar. También se hicieron grandes amigos, hubo grandes reuniones , que a su vez dieron pie al plan de una exposición: “Arte del Medio Europeo” ( patrocinada por la Liga Alemana Libre de Cultura (Frei Deutscher Kulturbund). La Liga, de la que Hans había sido miembro fundador en 1939, reunió a alemanes antinazis en Gran Bretaña para promover actividades políticas y culturales que pudieran mostrar una alternativa a la Alemania del Tercer Reich. Más de 60 obras de arte fueron incluidas en la exposición final, que tuvo lugar en el Leicester Museum and Art Gallery en New Walk del 5 al 27 de febrero de 1944. Vendieron cuadros, se restableció cierta seguridad económica para la familia -Hans acababa de ser padre- y comenzaría una carrera dentro de las esferas artísticas que acabarían con Hans como académico.
Pero en 1957, apareció el cuadro de Kirchner como parte de la colección de Wilhelm Hack, quien en sus comienzos había sido ante todo un coleccionista de arte medieval, pero que después de la guerra… se empezó a interesar por el arte moderno. El cuadro reproduce, en estilo expresionista y en un ambiente de bajos fondos, el mito griego según el cual Paris, príncipe de Troya, fue nombrado juez para determinar quien era la diosa más bella; se decatnó por Afrodita, que le prometió el amor de la mujer más hermosa del mundo, Helena, la hija del rey de Esparta, cuyo rapto provoca la Guerra de Troya.
La actual ministra de Cultura alemana, Monila Grütters, emitió hace un par de días un comunicado en el que informaba que el Museo Wilhelm-Sack, con la colaboración del Ayuntamiento de Ludwishafen y el Gobierno de la República de Alemania habían llegado a un acuerdo con los herederos de Hess y por ello, compraban a sus dueños la obra, que seguiría colgada en donde estaba. “La compra del cuadro de Ernst Ludwig Kirchner ‘El juicio de París’ muestra de forma ejemplar como un museo público asume su responsabilidad en relación con el arte robado por los nazis”, manifestó.
La cifra de la venta asciende un millón doscientos ochenta mil dólares.
Reproducción autorizada: © enlace judío
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