Entre Herodes El Grande y Jack El Destripador

Sir Ch. Warren, pionero de la arqueología jerosolomitana, una figura que nos acerca de alguna manera al Templo de Jerusalén ahora que es Pésaj, una de las tres fiestas de peregrinación al Templo.

P HUERGO CASO PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO:

Sir Charles Warren, además de masón y devoto anglicano, era caballero de la Gran Cruz de la Orden de S. Miguel y   S. Jorge, además de la prestigiosísima Orden de Bath y miembro de la Royal Society.

Nacido a mitad del S XIX, educado como vástago de un prominente general del Ejército del Reino Unido, pronto él mismo sirvió a Su Graciosa Majestad como segundo lugarteniente, destinado a realizar la topografía de Gibraltar -polémica colonia británica en suelo español- donde realizó dos espléndidas maquetas del Peñón y consiguió por ello ser ascendido a capitán.

Dos años después, 1867, fue reclutado por la Fundación para la Exploración de Palestina (PEF) con el fin de realizar trabajos de reconocimiento y excavación arqueológica en Tierra Santa;  y en especial en el Monte del Templo. Hasta aquella época, con Jerusalén bajo el mandato del Imperio Otomano, prácticamente nadie se había interesado por ello (aunque pocos años antes había llegado a Jerusalén Mr. Robinson, que identificó el arco de su mismo nombre al sur del Muro Occidental del Templo y hasta la infraestructura hídrica de la Piscina de Siloé)

El cónsul británico en la Jerusalén otomana, Mr. Finn, creó (además de una asociación mesiánica para propagar el cristianismo entre los judíos) esta sociedad arqueológico-bíblica llamada PEF con la exigua cantidad de trescientas libras esterlinas. Su esposa era una de las pocas personas occidentales que tenía permiso para entrar en el Monte del Templo. Fascinada desde niña con el hebreo –su padre, reverendo polaco era profesor de hebreo- tras su estancia en Jerusalén se dedicaba a dar conferencias sobre Tierra Santa en el pabellón asirio del British Museum. Y en este contexto favoreció la creación de esta fundación.


Sir Charles Warren llegó al puerto de Yafo , en la costa mediterránea de Israel, el quince de febrero de 1867;  desconocía  los sinsabores que le esperaban. Llevaba consigo las trescientas libras que le había dado el PEF y pensaba que era un adelanto inicial para empezar a preparar las cosas. No sabía  que esa sería toda la cantidad de dinero de la que dispondría y que acabaría contrayendo una deuda que rondaría las mil libras por cubrir herramientas y materiales, además de la manutención. Las dificultades ya empezaron en el mismo puerto, con la negativa de los funcionarios de aduanas para retirar su equipaje porque el aspecto de las herramientas les dio la impresión de ser …material bélico.
Llegó a Jerusalén dos días después, con tres extenuadas mulas cargadas todo lo que se pudo. Al llegar, se entrevistó con el cónsul, Noel Moore, que al saber que el objetivo de estudio iba a ser el Monte del Templo dijo que las autoridades locales jamás se lo permitirían. Después, fueron juntos a visitar al gobernador de la ciudad, quien dado que no había recibido aún los permisos de Estambúl, permitió a Warren empezar a trabajar en el Monte del Templo. No obstante, por intervención de la autoridad militar de Jerusalén, se detuvieron los trabajos durante cuatro días. El fermán –el salvoconducto otomano, llegó en marzo. Permitía el trabajo en Jerusalén con una excepción: no en el Monte del Templo (o incluso en sus inmediaciones) Hubo que afinar el ingenio: en el documento se explicaba que el único no musulmán al que se le había permitido la entrada al Monte del Templo era el Príncipe Gales; pero esto no era cierto, pues el príncipe a donde había ido era a la Cueva de los Patriarcas, en Jebrón, y además las entradas al Monte se compraban en los consulados por un precio de 10 chelines.


Fue así como se convirtió en el pionero de la arqueología bíblica en Jerusalén, empezando por descubrir el Canal del Guijón, que lleva por eso su nombre, además de encontrar ocho sellos reales, descubrir el Salón Hasmoneo en el túnel del Kotel y las cisternas subterráneas del Templo. La mayoría de sus descubrimientos fueron publicados por la fundación para la que trabajaba, pero en el final del prólogo que relata sus experiencias en Jerusalén –La Jerusalén terrestre- pide donaciones a Inglaterra para poder continuar la tarea. No obstante, de pronto, una enfermedad le hizo retirarse del Oriente Medio y regresó a Londres.

Y entonces se encontró con Jack, el Destripador.

Y eso, porque le nombraron jefe de Scotland Yard en los años en que se cometieron en Londres estos comentadísimos asesinatos en serie en el entonces degradado barrio de Withechapel, en el que se habían ido asentando, entre otros, los judíos. De hecho, una vez alguien escribió en un muro que el culpable de tan tremendos asesinatos era judío. Para que no se produjera una ola de ataques antisemitas en el barrio, Warren mandó de inmediato borrar aquella acusación. Criticado por esto y por mil cosas más, hasta el hecho de ser señalado como el propio asesino, decidió dimitir como jefe de la policía.

 

Reproducción autorizada: © enlace judío

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Pedro Huergo Caso: