En su labor como neurocirujano, el mexicano-israelí Samuel Tobías se ha encontrado de frente con los horrores provocados por seis años de guerra en Siria.
“Una chamaquita de 13 años llegó después de una explosión en un mercado. Era de la misma edad que tenía mi hija”, contó a al diario Reforma desde su despacho en la ciudad de Naharia.
“Vino con toda la masa de la piel y los músculos de la cara como si los hubieran quitado del hueso, entonces podíamos ver el esqueleto del cráneo (…). En el momento en el que vine a verla era como estar viendo a mi hija”.
Hace casi dos décadas, Tobías se mudó a Israel para estudiar una subespecialidad. Aquí conoció a su ahora esposa y después se estableció con su ella y sus dos hijos, una de 16 y uno de 14 años.
Ahora, en el Centro Médico de la Galilea, lidia con un singular desafío: intentar salvar a heridos de Siria, país vecino formalmente enemigo de Israel, en el marco de la política humanitaria iniciada por el país hace tres años.
“En Siria les enseñan que los israelíes mataron a todos los árabes en el territorio de Israel y que se comen sus entrañas”, comentó según lo que ha aprendido de los heridos.
“El primer paciente que vino (…) cuando recuperó la consciencia quería saltar del balcón. Estaba seguro de que lo íbamos a torturar”.
Sin embargo, aseguró, varios empiezan a cambiar su actitud cuando encuentran que también hay otros árabes dentro del hospital.
“Hay gente que me pregunta por qué me desvivo tanto por estos pacientes y me plantean que si fuera del otro lado y yo estuviera allá ellos no se preocuparían por mí. La respuesta es: no estamos allá, estamos aquí, y esto es lo que tenemos que hacer”, consideró.
“Como médicos no podemos ser jueces y dictar sentencia; la persona viene, necesita nuestro tratamiento, se lo vamos a dar. Todas las demás cuestiones, políticas o judiciales, son cuerpos ajenos a la medicina”.
Desde que comenzó a recibir a las víctimas de la guerra, Tobías ha presenciado sus consecuencias directas.
“Una de las primeras pacientes que tuvimos fue una muchachita de 23 años que fue abusada sexualmente por soldados que después le dieron un tiro en la cabeza”, recordó.
“La mujer llegó con vida, muriéndose prácticamente, con una herida de entrada en el lado derecho y de salida del izquierdo, la operamos de urgencia y después de dos cirugías de más de diez horas, a las dos semanas se fue caminando, hablando y con todas sus habilidades mentales regresó a Siria.
Sin embargo, afirmó, conforme han pasado los años de la guerra civil contra el Gobierno de Bashar al-Assad, el tipo de casos que son atendidos por este hospital en Israel han cambiado.
“Al principio había también combatientes entre quienes llegaban, pero hemos tenido niños que han sido agredidos deliberadamente, hemos tenido mujeres embarazadas que llegaron heridas”, narró.
“Finalmente, con la destrucción de todos los servicios de salud ahora vemos pacientes de manera electiva, ya no solo traumas sino que tienen distintas patologías. Inclusive hemos tratado a pacientes con tumores cerebrales”.
Ante esto, el cirujano urgió al resto del mundo a involucrarse más en la crisis siria.
“Tratar esto solo en la cuestión humanitaria nos deja un poco con la sensación de que no estamos haciendo lo suficiente por esta gente”, opinó.
“La comunidad internacional tiene que hacer más”.
Fuente: Reforma
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