La verdadera historia no la escriben los vencedores, sino los hechos

Tres eventos son básicos para entender la historia de Am Israel: el primero es su salida de Egipto, el segundo es la conclusión de la Alianza en el monte Sinái, y el tercero la toma de Eretz Israel.

DR. ITZCHAK CALAFI

Estudiosos de la Biblia, como J. B. Pritchar y W. Beyerlin creen que el origen de la federación israelita está envuelto en sagas y que las narraciones de la Torá sobre las diez plagas son leyendas estilizadas sobre catástrofes naturales muy frecuentes en Egipto y en Canaán, y que el sacrifico de Pésaj fue originariamente un rito de sangre y ofrenda de la fiesta de gentes nómadas acontecidas en la primavera para defenderse de los demonios y proteger la nueva vida de los rebaños.

El relato de Pésaj es visto por autores que se definen histórico–críticos y por muchos no creyentes como una epopeya similar a las homéricas, la Eneida de Virgilio, la Canción de Rolando, el Cantar de Mio Cid, las sagas de Guillermo Tell o la de los Nibelungos.

Durante los tres últimos siglos el estudio filológico comparado del hebreo y de las lenguas semitas, la arqueología, la egiptología, asiriología, la física, la medicina, la sociología, la antropología comparada, el estudio de religiones, y psicología han aportado conocimientos sobre las Escrituras. La utilización del método histórico, literario, sociológico, teológico y antropológico combinado no mutuamente excluyente es lo que nos permite entender y comprender la veracidad del relato bíblico.

Autores como los norteamericanos G. E. Mendenhall, M. L. Chaney, N. K. Gottwald, éste último marxista, han presentado en 1962 el modelo de transformación social que afirma que lo que realmente aconteció fue un movimiento pacífico de deposición de campesinos esclavos que se liberaron de las ciudades-Estado cananeas y se asentaron en aldeas recién fundadas y/o de una lucha política y revuelta de campesinos organizados en tribus de pastores, mercenarios y facinerosos que atacaron a las ciudades cananeas.

Autores y eruditos marxistas aceptan esta teoría y consideran además que el relato bíblico fue configurado en la etapa post exílica y que fue un grupo de cohanim en el exilio babilónico el que se impuso al resto de su grupo y del pueblo recopilando la tradición oral de los deportados judíos reinterpretándola. El relato de la Torá sería un relato retro proyectivo que justificaría y legitimaría la relación entre las diferentes tribus y sus relaciones de poder. Descubrimientos arqueológicos, como los llevados a cabo por Israel Finkelstein y los estudios de A. J. Hauser contradicen las teorías de Mendehall, Chaney y Gottwald de que los israelitas eran gentes insatisfechas que huyeron de la comunidad cananea. Los resultados más recientes de la arqueología indican que los nuevos colonos de la tierra montañosas provinieron de un hinterland pastoril.

Es el mismo testimonio literario de la Torá que apela y pide a cada individuo que vivió los eventos relatados en las perashiot de Vaera, Bo y Beshalaj, a que los narre fielmente a sus hijos y nietos tal como él los vivió: Y para que hayas de relatar a oídos de tu hijo y del hijo de tu hijo lo que Yo me he mofado en Egipto; y Mis signos los que Yo he operado en ellos… [Shemot 10:2] Sin la presión de ser observado por la “policía” del régimen, (según la teoría de gran cantidad de historiadores marxistas y no creyentes), el sujeto que vive el evento relata en la intimidad y privacidad de la familia aquello que realmente él mismo vivió.

El relato no es narrado por los gobernantes, ni por los leviím ni cohanim, sino por los mismos que vivieron aquellos acontecimientos, y su transmisión es oral, pero no del “aparato del sistema” sino de padres a hijos, y a los nietos, y a las nuevas generaciones: Y habrás de narrar a tu hijo, en aquel día, diciendo: Por causa de esto ha hecho Ado-nai para mí portentos al salir yo de Egipto. Y será para ti como signo sobre tu mano y como remembranza entre tus ojos, para que esté la Torá de Ado-nai en tu boca; pues con Poder fuerte te ha hecho salir Ado-nai de Egipto. [Shemot 13:8-9]

El recuerdo y su repetición vivencial es de obligado cumplimiento: Habrá de ser este día para vosotros como remembranza y habréis de celebrarlo, sacrifico festivo ante Ado-nai por vuestras generaciones, como ley eterna habréis de celebrarlo. [Shemot 12:14]. Habréis de observar esta cosa, como ley para ti y para tus hijos, por siempre. [Shemot 12:24] El relato y transmisión es en la intimidad y privacidad familiar y ante Ado-nai, no ante los gobernantes ni las élites. Los hijos de los que lo estuvieron preguntarán a sus respectivos progenitores, no la “versión” oficial, sino la versión de sus padres, de cómo lo vivieron: Y ocurrirá cuando os dijeren a vosotros, vuestros hijos: ¿Qué es este culto para vosotros? [Shemot 12:26]. Y será, cuando te preguntare tu hijo, mañana, diciendo: ¿Qué es esto? Habrás de decirle a él: Con la fuerza del Poder nos sacó Ado-nai de Egipto, de la casa de la esclavitud. [Shemot 13:14].

Si el texto bíblico hubiera sido diferente al que vivieron los protagonistas, no habrían aceptado la versión bíblica y no la habrían transmitido, y menos en el ambiente que da la privacidad de la familia. Los pretendidos impostores hubieran sido rechazados por la mayoría del pueblo, y más estando en el exilio, donde no hubieran podido imponer nada. Es en la transmisión familiar y en el refugio que da la privacidad de la familia la que rechaza la historia oficial que escriben los vencedores, como es el caso de la transmisión oral en los españoles no fascistas que divergía totalmente de la versión oficial del régimen nacional-católico de Franco que se imponía en el sistema escolar, y que desalentaba la transmisión oral familiar. La historia oficial la escriben los vencedores y dura lo que dura el poder de los vencedores. En todos los pueblos, la versión oficial cambia cuando el régimen cambia y los que controlaban el pueblo son sustituidos por otros.

Pero a diferencia de todas las historias oficiales de todos los pueblos, la historia de la Hagadá de Pesaj se ha mantenido intacta en Am Israel, y en todas las familias que han vivido en la Diáspora, donde el “poder” de la pretendida coacción de las elites judías sobre Am Israel era nulo. Todas las disensiones y rebeliones en Am Israel, empezando por la de Koraj, nunca han puesto en cuestión el relato y versión de la Torá sobre la Hagadá de Pesaj, ya que en caso de no haber sido cierta la narración de la Torá, esto hubiera servido de base para deslegitimizar a los profetas y elites religiosas de Am Israel por aquellos que eran adversos a estos.

Del mismo texto bíblico surge la obligación de explicar y revivir y de trasmitir el relato de la Hagadá de Pesaj privadamente y en la familia, de generación en generación a orden dada a partir de los mismos hechos relatados. Cualquier régimen dictatorial impone su versión sobre la historia y desalienta totalmente que se explique la versión familiar. (1)

En todas las épocas la historia oficial la escriben los vencedores, pero esta versión no perdura, pues al cabo de un cierto tiempo emergen dudas y el rechazo es sustentado por la versión de los perdedores y por los descubrimientos científicos al respecto, y desparece la versión dada por los vencedores cuando estos han desaparecido y han emergido otros vencedores. En el caso del relato bíblico, si hubiera sido un texto falsificado, o hubiera contenido una sola pequeña parcela de falsedad, se reflejarían al cabo de muy poco tiempo las disensiones acerca de la veracidad y aceptación del texto bíblico, lo que se convertiría en una desaparición de este en el transcurso de unas cuantas generaciones, movimiento de rechazo y disolución acelerado por los exilios en la Diáspora, situación de extrema debilidad de los que hubieran impuesto un texto con algún contenido falso en la que no hubieran podido sostener la “versión de los vencedores”.

A pesar de los altibajos, rebeliones, acercamientos y alejamientos de Am Israel a la Torá, durante milenios los textos bíblicos no han sido puestos en duda ni rechazado parte de los contenidos. Los que se alejaban de la Torá se hubieran justificado por la falsedad del relato bíblico, lo que nunca ha acontecido. La Torá misma, a pesar de las adversidades de Am Israel, se mantiene íntegra ante Am Israel, lo que no ha ocurrido en ninguna historia oficial de ningún otro pueblo de la tierra.

La Torá es la Palabra del Eterno, y por mucho que algunos quieran desmentirla, permanecerá para siempre, así como Su amor a Su Pueblo.

Amén veamén

 

 

Notas:

(1) Sobre la veracidad de los hechos, teóricamente se pueden dar cuatro posibilidades:

1. Ser falso el relato de la Hagadá de Pesaj. El rechazo social de cada miembro del pueblo a aceptarlo en privado se hubiera traducido en una descalificación total de todo el texto y se hubiera reflejado en las generaciones sucesivas, en el rechazo a la autoridad de la Torá, más cuando ésta amonesta continuamente a Am Israel por sus transgresiones y le exige un elevadísimo comportamiento ético y compromiso en un mundo sin apenas valores morales. Los leviím, cohanim, reyes y profetas perderían su legitimidad ante el pueblo, Am Israel ha aceptado el mensaje y amonestaciones de los profetas.

2. Ser verdadero el relato pero su obligación de transmisión haber sido posterior a los hechos. Obviamente se habría aceptado parte del relato y consecuentemente también se habría rechazado la parte en que se declara la obligatoriedad de transmitirlo, lo que se reflejaría en una duda constante de Am Israel sobre la veracidad de todos los textos, a partir del momento en que se obliga a transmitir la Hagadá.

3. Ser verdaderos el relato y la obligación de explicarlo y transmitirlo, pero el escrito realmente sería posterior a las generaciones que lo vivieron. El pueblo aceptaría todo el contenido, pero la autoridad de los leviím, cohaním, dirigentes de Am Israel y profetas quedaría dañada al querer presentar los textos coetáneos a los hechos. Esto mermaría profundamente en poco tiempo la autoridad moral de todos aquellos ante Am Israel y reflejaría en una duda constante de Am Israel sobre la veracidad de todos los textos, ya desde el momento en que se escriben, lo que por extensión se mostraría en un rechazo a todo el texto en poco tiempo y se diluiría lo transmitido llegando a desaparecer en pocas generaciones, lo que se aceleraría en la Diáspora al perderse la credibilidad del texto bíblico.

4. Ser completamente verdadero el relato de la Hagada, y su obligación de transmitirlo y revivirlo y haber sido dada y escrita en el tiempo de los hechos. En ningún momento Am Israel en el curso histórico de sus altibajos, de subidas y bajadas espirituales, y de rebeliones, ha manifestado duda de todo lo que queda reflejado en la Hagadá. Lo que confirma totalmente que el texto es coetáneo y verdadero.

Fuente:centrokehila.org

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