Desde el Talmud, una historia de por qué la Torá fue hecha para todo tipo de personas

El pescador inseguro

Un hombre se sentó junto a su rabí y, lamentándose, le dijo:
– ¡Soy tan inculto! Cuando me encuentro en compañía de gente educada, me avergüenzo de mí mismo.
– ¿Por qué dice eso? – le preguntó el rabí.
– Porque no sé nada.

Y, titubeando con las palabras que debía utilizar, dijo en un suspiro:
– De hecho, no tengo ni idea de lo que se dice en la Torá.

El rabí se cruzó de brazos mientras reflexionaba y, eligiendo cuidadosamente sus palabras, inquirió:
– Si se siente así, ¿por qué no empleó parte de su tiempo estudiando? Aún cuando no supiera leer, podría haberse sentado junto a los sabios y haber adquirido así la sabiduría de sus enseñanzas.
– ¿De qué hubiera servido? – respondió el hombre – D-os no me dio capacidad para comprender y discernir.
– ¿A qué se dedica usted? – preguntó el rabí.
– No soy más que un pescador- respondió en un tono sumiso.
– ¡Un pescador! – exclamó el rabí – Bien, pues, ¿quién le enseñó a tejer las redes? ¿Y dónde aprendió a lanzarlas para pescar?
– Oh, bueno, supongo que fue un don que se me dio desde el Cielo. Sí, tengo la suficiente comprensión como para dominar esta sencilla técnica. Es lo único que hago bien.

El sabio rabí le dijo:
– ¿Y no le parece que, si D-os le dio la suficiente perspicacia para ganarse la vida como pescador, también le habrá dado la suficiente inteligencia para aprenderse la Torá? Después de todo, en la Torá se dice: “Estas leyes no son difíciles para vosotros. No son distantes, sino muy cercanas.” Eso dice en el libro Deuteronomio.
– Sí, rabí, tiene usted razón – dijo el pescador, ahora con los ojos arrasados en lágrimas -. Si fui capaz de aprender a pescar, también puedo captar algunas cosas de la Torá.
– No se aflija – dijo el rabí con una voz suave – . Ha habido muchas personas que pensaban como usted. Pero no tiene importancia a aquello a lo que se dedique un hombre. En la medida en que usted quiera aprender algo nuevo cada día, nunca será demasiado tarde para que se eduque.

Fuente Talmúdica: Sear Eliyahu Zuta 14
Texto tomado de Parábolas del Talmud

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