Un sacrilegio que aún nosotros, los judíos… podemos ver y repudiar.
THELMA KIRSCH PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Acabo de leer una noticia que relata un tiroteo que Isis se adjudicó, en el que mataron a un policía e hirieron a varios más en el Monasterio de Santa Catarina en el Monte del Sinaí.
Hace muchos años, (cuando estudiaba en la Universidad de Jerusalem) hicimos una excursión a este lugar escoltadas por un grupo de soldados. Aún recuerdo los 3,000 escalones, el dolor de las piernas por varias semanas y las horas pasadas en ese sitio.
El cuarto especial para los visitantes, donde las camas estaban situadas una al lado de la otra, dejando apenas un espacio para salir y un baño alejado totalmente de las áreas donde los monjes vivían.
A las tres de la mañana nos sirvieron un atole (quizá café) para recuperar las fuerzas y comenzar a subir nuevamente el camino hasta el sitio donde “supuestamente (todos lo creemos así) D’s estuvo con Moisés, guiándole para que escribiese con su propio puño “Los Diez Mandamientos” que debía entregar a un pueblo que nacía, después de haber vivido en una esclavitud total y sin el conocimiento de las leyes de D’s.
Las leyes que un humano debe seguir para continuar siendo “humano” sin convertirse en el animal que toma lo que desea. Leyes que más tarde se convirtieron en la base de todas las religiones del mundo monoteísta.
Me es muy difícil pensar que ISIS les haya hecho daño a estos monjes que no tienen ningún tipo de relación con el mundo. Que viven apartados y sin hablar con nadie. Que apenas pasan al lado del visitante sin ver su cara y ofrecen su hospitalidad, y mucho menos que ISIS haya utilizado ese edificio que tanto trabajo debió haber causado construir a esa gran altura del monte para destruirlo o demoler parte de su estructura.
El mundo entero debe conocer ese sitio, su historia tiene que ser conocida y entender que la gente que vive en paz, es porque así lo desea, sin importar cuál es su creencia. Y sin embargo, en este caso utilizaron el lugar, además de su destrucción, para enviar cohetes a algunas poblaciones Israelíes en el Sinaí o cercanas durante la fiesta que justamente recuerda lo sucedido allí.
No es la primera vez que a través de mis escritos solicito a la humanidad que pongan sus ojos en el peligro real, inminente, certero, inmediato y falto de raciocinio que es el Estado Islámico. La masacre de los cristianos que está llevando a cabo en Egipto es un grito al resto de los países que siguen estas mismas creencias. ¿No habrá nadie que luche por ayudar a su hermano, a ese hombre que vive con las mismas convicciones?
El lunes celebramos Yom Hashoá. El Día del Holocausto. Todos los judíos encenderemos seis velas en nuestros hogares recordando a los seis millones de víctimas del nazismo, y nos volveremos a preguntar: ¿Dónde estaba el mundo? ¿Por qué nadie intentó salvar a seres inocentes contra estas mentes totalmente incongruentes, enfermas, psicóticas, faltas del sentido de compasión más básico?
Y las lágrimas volverán a nuestros ojos, y rezaremos para que nuestros hijos recuerden los horrores que vivieron sus abuelos, sus bisabuelos, “en un PASADO que podemos llamar PRESENTE”.
¿Acaso mañana el número de velas aumentará? ¿Serán otros los pueblos que repitan esta tradición?
Es el momento de poner un alto a los asesinatos sin nombre que se están cometiendo alrededor del globo llevando como bandera el nombre de algún dios. No importa cuál sea el nombre de ese dios, pues de acuerdo a su doctrina, les da la razón, les da el permiso, les implora acabar con los infieles (¿Infieles a quién? Me pregunto una y otra vez. ¿Acaso no respetamos la vida, los valores, los sentimientos, la creación misma y la historia?)
Y sin embargo el mundo acusa a Israel, a un Estado democrático recién creado (pues en la historia del mundo su existencia aún sigue siendo fugaz), que lucha por una libertad adquirida a base del sudor y de la sangre de sus hombres, de sus hijos, de sus mujeres.
Aquellos hombres que creen conocer la “verdad” acusan a un Israel, a un pueblo que lucha por salvar vidas de las enfermedades que hasta el día de hoy nadie ha podido curar. Que lucha por cultivar el alimento que tantos países no tienen y ven morir a sus habitantes todos los días, a sus niños enfermar por falta de higiene y agua pura y que estudia duramente todos los días para comprender cómo funciona la tierra y adelantar a través de la tecnología el avance de ésta, la comodidad para la existencia.
¿Hasta cuándo?, ¿Hasta cuándo: mundo, serás capaz de ver la realidad?
¿De observar con los ojos MUY ABIERTOS que el peligro se cierne sobre nuestros propios hijos?
No lo sabemos, pero en cada judío está la clave para que esto termine.
Está la clave para que llevemos en alto el aprendizaje que nos deja la Torá y sigamos luchando contra esa esclavitud nacida en Egipto… por un error o por la sabiduría de Yosef y su capacidad infinita de mejorar la historia, o por egoísmo o por comodidad al vivir en un país donde todo se les dio hasta que el Faraón se dio cuenta de que su D’s era un D’s único, y jamás éste lo sería.
¿El mundo, se dará cuenta de donde surge tanta crueldad?
Las maravillas que ha creado la historia de la humanidad nos pertenecen a todos, así como ese monasterio olvidado por todos, por muchos, quizá ha sido ignorada su existencia.
Ha llegado el momento de revivirlo, de ponerlo en el mapa, de luchar contra quienes le han profanado y esperar de una vez por todas… que los humanos tengamos los ojos abiertos. Abiertos ante la maldad.
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