Enlace Judío México – A Joan Pujol García lo llamaban el mejor actor del mundo por algo: durante la Segunda Guerra Mundial, este catalán creó una red tan intricada de espías falsos que ayudó a engañar a los nazis sobre nada más y nada menos que el desembarco en Normandía: el famoso Día D.
THOMAS SPARROW
Esa inmensa acción militar, de la que este viernes se cumplen 70 años, fue el punto de inflexión de la guerra y contribuyó a la victoria de los aliados. Pujol García, más conocido como el agente Garbo, jugó un papel clave.
Garbo era un doble espía. Su nombre clave para los alemanes era Arabel. Era su espía estrella, un hombre que les estaba proveyendo datos de inteligencia valiosos -aunque algo tardíos- sobre los movimientos enemigos. Al final de la guerra, incluso, lo condecoraron.
En realidad Garbo era el arma secreta de los británicos, un doble agente experto en el peligroso arte del engaño.
En los meses previos al desembarco en Normandía, Garbo les envió cientos de mensajes a los alemanes informándoles que la invasión principal no sería en esas playas de Francia sino mucho más al norte, en Pas-de-Calais. Los nazis le creyeron hasta el punto que dejaron buena parte de su tropa allá incluso semanas después de que los aliados hubieran echado anclas.
“Garbo es el ejemplo primordial de cómo se le da información incorrecta al enemigo para usarla en beneficio propio”, le dice a BBC Mundo el historiador Vince Houghton, curador del Museo Internacional del Espionaje, en Washington, donde Garbo está destacado.
“Él lideró una red de espionaje falsa de más de 20 personas, los alemanes le pagaron miles de dólares sin saber que les estaba mintiendo todo el tiempo y mandando basura, y al final de la guerra hasta le dieron una medalla. Mejor que eso no se puede hacer”, agrega.
¿Cómo lo logró? ¿Cómo pudo este espía que tras la guerra terminó sus días en Venezuela mantener satisfechos tanto a los alemanes como a los ingleses?
Un espía de biblioteca
La respuesta está en algunos de sus rasgos personales -como su increíble capacidad inventiva y su persistencia- pero también en motivaciones que tienen sus raíces en la Guerra Civil de España.
Nacido en 1912 en el seno de una familia moderadamente rica, Pujol García parecía una “persona común y corriente que llevaba una vida común y corriente”, según contó el historiador Mark Seaman en un documental sobre Garbo producido por el canal BBC 4. “Pero los eventos en España que lo rodearon fueron mucho más controversiales”.
El conflicto en España no sólo trastocó la vida del joven Pujol, sino que le generó un desprecio profundo por el totalitarismo en general y el nazismo en particular, que lo llevó a actuar.
Decidió convertirse en espía sin saber que, a falta de contactos y experiencia, no tendría mucha suerte en el comienzo. En Madrid se acercó a las autoridades británicas tres veces sin suerte antes de lograr su cometido por una vía alterna: convenció a los alemanes de que espiaría para ellos y, una vez con su confianza en el bolsillo, buscó cómo volverse un agente doble.
Los alemanes le dieron un curso rápido de espionaje con las instrucciones de trabajar en Reino Unido. Pero Pujol no viajó a las Islas Británicas sino que se asentó en Portugal. Desde allá comenzó a enviarles mensajes que pretendían ser reales, pero que en realidad estaban creados con ayuda de revistas, almanaques y libros de referencia que encontraba en una biblioteca. También comenzó a crear su red ficticia de espías.
Como no dominaba el inglés ni conocía Inglaterra, algunos de sus reportes tenían errores factuales (como cuando aseguró que Londres en el verano era tan caliente que las embajadas se habían trasladado temporalmente a Brighton, en la costa), pero los alemanes no parecieron reparar en las fallas.
Los que sí repararon en su trabajo fueron los ingleses, que en 1942 decidieron finalmente reclutarlo para que les ayudara en algunas de las operaciones más importantes de la guerra. Le dieron el alias “Garbo” para honrar sus habilidades de actuación.
Información correcta… pero demorada.
De la mano de Tomás Harris, un oficial británico que hablaba español, Garbo inventó al menos 27 espías ficticios para engañar a los alemanes, cada uno con una historia personal elaborada (ver recuadro).
Según recuerda la agencia de inteligencia británica, MI5, entre los personajes irreales se encontraban un sargento estadounidense, un venezolano en Escocia y un nacionalista galés.
Ellos resultaron fundamentales para que los alemanes no sospecharan de Pujol. Él, por supuesto, no iba a darles información real. Lo que sí hizo fue proporcionarles información correcta, que sin embargo llegaba demasiado tarde para que pudieran actuar. La culpa recaía entonces en los mensajeros, sus espías falsos.
La red ficticia también jugó un papel importante en los meses que antecedieron al desembarco en Normandía, cuando los aliados estaban planeando su invasión. Uno de los argumentos consistía en que el éxito de tal misión dependía en buena medida de que los alemanes fueran engañados sobre el lugar exacto de la llegada.
“Los combates son los que ocupan todos los titulares”, le dijo Houghton a BBC Mundo. “Pero es la interacción tras escena la que realmente puede cambiar las reglas de juego en una guerra”.
Esa interacción consistió en más de 500 mensajes que Garbo y su red enviaron a los alemanes entre enero de 1944 y el desembarco, según recuerda MI5.
Como el objetivo era despistarlos sobre las intenciones de los aliados y pretender que Normandía iba a ser el prólogo de una invasión posterior mayor, también se creó un “ejército fantasma” de 150,000 hombres en el sureste de Inglaterra, que supuestamente estaba preparado para invadir en un punto muy alejado de los planes verídicos.
Los alemanes mordieron el anzuelo. “Todo lo que pasó el 6 de junio de 1944 fue una apuesta dramática sobre la que dependería el futuro de Europa”, dice el historiador Nigel West en el documental de BBC 4.
“¿Entonces por qué aceptaron los alemanes completamente la historia de que el ataque en las playas de Normandía sería una distracción? ¿Por qué, incluso dos semanas después de que los aliados llegaron a Normandía, había más soldados alemanes en Pas-de-Calais que antes de la invasión?”, se pregunta.
“La respuesta es el engaño. El engaño estratégico”.
Nueva vida en Venezuela
Ese engaño ni siquiera fue descubierto inmediatamente después del desembarco, pues Garbo recibió la notificación de que Alemania quería condecorarlo por sus esfuerzos en la guerra. Poco después, en una coincidencia inusual, también lo premió Reino Unido.
Al final de la guerra y con los temores de ser descubierto o de que los nazis sobrevivientes pudieran perseguirlo, decidió desaparecer. Lo hizo muy a su estilo: fingió su propia muerte en Angola por malaria. En realidad, sin embargo, se instaló secretamente en Venezuela, donde diferentes versiones aseguran que tuvo un cine, un hotel o una librería.
Casi todos lo creían muerto, pero Garbo reapareció en 1984. Tuvo una audiencia con el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, y viajó a Normandía para el aniversario 40 del desembarco. Cuatro años después murió en Venezuela.
“Él no ganó ni perdió la guerra por su propia cuenta”, concluye Houghton. “Pero no sólo les dio a los ingleses mucha información buena, sino que también les dio a los alemanes mucha información mala.
“Y la información mala puede ser tan beneficiosa si se le entrega el enemigo como la buena información que se recabe”.
Fuente:bbc.com
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