Enlace Judío México.- El Congreso anunciará, esta semana, nuevas penalidades contra el sistema bancario libanés por su vinculación al grupo terrorista.
GEORGE CHAYA
El diario libanés An-Nahar publicó, el pasado lunes, sobre la segunda ronda de sanciones financieras que prepara el Congreso estadounidense para dar a conocer esta semana sobre la organización chiita considerada terrorista por Estados Unidos. El mismo día, una delegación de diputados y expertos en finanzas partía a Washington para tratar de morigerar el paquete, ante el temor que afecte a todo el sistema bancario libanés y, en general, a la economía del país.
El director del Banco Central del Líbano, Riad Salameh, ha impartido la orden a todos los bancos y entidades financieras de “cumplir con lo que las medidas indiquen y bloquear a toda persona física o jurídica relacionada con Hezbolá desde el momento en que las sanciones sean dadas a conocer oficialmente”, algo que podría suceder entre el jueves y el viernes.
Según el diario Al Jumhurya, Salameh aseveró que “esta vez no sucederá lo de junio 2016”. En aquella oportunidad, Hezbolá amenazó a los bancos libaneses e incluso al propio Salameh, con represalias si las entidades bancarias acataban la medida. Así, el 26 de junio de ese año, una bomba de alto poder estalló de madrugada frente la sede del BLOM Bank, uno de los más importantes del país.
El atentado con explosivos fue un mensaje muy directo, dijo Salameh, los bancos ignoraron las sanciones de aquel momento por temores y porque la Administración Obama no ejerció mayores presiones.
Estas escenas no se han repetido, en primer lugar, por el involucramiento político y militar de Hezbolá en la guerra civil siria en apoyo al régimen de Bashar al Assad, y en lo económico, porque el partido ha estado bajo presión internacional durante años para que revele sus fuentes de financiación, algo que nunca ha hecho.
Estas presiones se han concentrado en Estados Unidos, donde se espera que el Congreso anuncie esta semana la segunda ronda de sanciones y medidas adicionales para castigar y perseguir las operaciones financieras delictuales de Hezbolá en materia de lavado de dinero y de los fondos que la organización obtiene del tráfico de drogas.
Encontrar un equilibrio entre la necesidad de neutralizar las finanzas de Hezbolá y la frágil situación en el Líbano es un desafío, pero no es imposible para la nueva Administración y para el Tesoro estadounidense. “Lo que debe ser considerado es que el nuevo paquete de medidas y sanciones no asfixie a la economía del Líbano y termine perjudicando al pueblo libanés”, dijo Salameh.
Las nuevas sanciones serán más duras que las anteriores, especialmente con la ampliación de la lista para incluir organizaciones que ayudan a Hezbolá, como el movimiento Amal y el canal Al Manar, propiedad de Hezbolá. Lo mismo será con cualquier persona cercana o afiliada a Hezbolá que tenga dinero en un banco en Líbano. Los que no quieran perder su dinero depositado, deberán alejarse y desafiliarse del partido.
Lo que preocupa a muchos bancos en Líbano y la región es que la información filtrada acerca de las sanciones sugiere que, a diferencia de las anteriores, “Líbano no podrá tomar medidas financieras para evitarlas”. Esta vez, incluso Hezbolá, que está directamente involucrado, ha limitado su posición de pedir al gobierno —que deberá controlar la aplicación— que no cumpla.
“Observamos aquí el grado de secreto y cautela que rige las posiciones de los funcionarios libaneses a la luz de sus esfuerzos por encontrar una salida a la crisis que genera el grupo terrorista proiraní”, dijo un funcionario del Tesoro estadounidense consultado por la revista libanesa L´Orient le Jour.
Los banqueros, incluso los que están en rivalidad con Hezbolá, se están uniendo porque el nuevo enfoque estadounidense podría dañar la economía del Líbano, que se basa —en gran medida— en la vitalidad del sector bancario. La clasificación de un banco como “poco cooperativo” en la aplicación de las sanciones estadounidenses sería muy perjudicial. La penalidad a los partidos y personas libanesas en la órbita de Hezbolá podría ampliar la confrontación partidista con un escenario político crítico que no puede soportar tales choques sin graves fracturas.
El Tesoro de EE.UU. no necesita más que una declaración formal para colapsar la economía del Líbano, no sólo las arcas de Hezbolá. Con la Administración del presidente Donald Trump, todas las posibilidades están abiertas.
Encontrar un equilibrio entre la necesidad de vaciar las finanzas de Hezbolá y la frágil situación en el Líbano es un reto, pero no es imposible. El secretario general de Hezbolá, Hassan Nasrallah, se ha mantenido en silencio sobre este punto, está focalizado en la guerra civil siria y las pérdidas, que allí no han sido económicas sino de miles de sus combatientes. Hacia dentro del escenario político, Nasrallah continúa su retórica amenazante para con el Estado de Israel y promete una nueva guerra en el corto plazo.
La calle libanesa sabe que una nueva guerra con los israelíes sería devastadora para el país en todo aspecto. Las manifestaciones anti-Hezbolá y anti-Nasrallah están creciendo. La prensa también está perdiendo el temor a Nasrallah. An Nahar publicó sobre él: “Esta vez no ganarán sus amenazas a los bancos como en 2016, y es de esperar que no lleve al país a un nuevo conflicto con los israelíes, donde tampoco ganó en 2006”.
Fuente:infobae.com
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