La presencia musulmana en la Península Ibérica durante ocho siglos, 711-1492, representó un complejo proceso militar, político y cultural; fue un periodo que explica la formación y consolidación del Al-Ándalus, España musulmana, así como la formación de los principales reinos cristianos peninsulares. La conquista del reino visigodo por los musulmanes, en su mayoría árabes y bereberes, fue relativamente rápida; en solo 15 años ocuparon todo el actual territorio de España y Portugal. La consolidación de los territorios vencidos demandó de constantes esfuerzos militares y de pactos con los núcleos resistentes.
LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Por otra parte, la importante fractura existente en los grandes grupos godos en su lucha por el poder había creado inestabilidad, lo que facilitó el dominio de los musulmanes, al igual que el apoyo de la población judía que residía en los principales centros urbanos. La mayoría de los judíos eran “conversos forzados”; empero fingidos, quienes constantemente eran hostigados. España se islamizó con el tiempo y adoptó gran parte de las costumbres, la cultura y la lengua de los invasores. Durante el dominio musulmán, Al-Ándalus vivió un gran esplendor en arte, arquitectura, ciencia médica y literatura. Córdoba era una de las ciudades más grandes e importantes de Occidente.
La reconquista de la Península empezó en el siglo XIII cuando se produce un gran avance cristiano en virtud a la victoria en la batalla de Tolsa (1212) que provoca que el poderoso Imperio Almohade (país bereber de la Edad Media) entre en decadencia, aprovechando las monarquías cristianas para conquistar grandes territorios y arrasar a las principales ciudades hasta quedar solo el Reino Nazarí de Granada como último reducto musulmán en la Península Así, la reconquista de esta última se formalizó en 1492 por parte de los Reyes Cristianos que anexionaron al Reino de Granada a la Corona de Castilla; se expulsaron alrededor de 300 mil musulmanes de España y un número indeterminado de los 800 mil judíos que allí vivían.
Los historiadores destacan las graves consecuencias económicas de la decisión de expulsar a musulmanes y judíos, “que fue tan salvaje para retumbar los cimientos de la profunda islamofobia y el antisemitismo que reinaba en Europa”. Al igual que con los judíos, miles de musulmanes recibieron el agua del bautismo, sin embargo, un gran número de ellos siguieron practicando el Islam en secreto.
En este marco se registró una silenciosa nueva invasión musulmana a Europa, no solo a España, cuando las empresas alemanas afrontaron en 1959 una grave falta de mano de obra, en aquél entonces el ministro de trabajo de Alemania promovió la contratación de trabajadores de Grecia, España, Turquía, Marruecos, Túnez y Yugoslavia, principalmente. En el presente en Alemania residen aproximadamente 6 millones que profesan la fe musulmana, 7.5% de la población total que asciende a 81 millones.
El número de inmigrantes musulmanes a Europa se ha multiplicado en el último lustro, provienen del Medio Oriente, África del Norte, Pakistán, Nigeria, entre otros muchos países; se trata de individuos y familias que huyen de la guerra, de regímenes represivos, de falta de empleo y con pocas expectativas de desarrollo en sus naciones de origen.
Francia es el segundo país de Europa con una importante población musulmana, 5.5 millones, en Inglaterra es de 3 millones, en Italia de 2 millones, en España de 1.8 millones; en Holanda un millón, en Bélgica de 700 mil, en Grecia, Suecia y Austria de 500 mil, respectivamente y Suiza y Noruega 400 mil, en cada caso, para Dinamarca se estima una población musulmana que oscila entre 200 mil y 700 mil; principalmente. A estas comunidades habría que sumar los musulmanes que han residido desde hace mucho tiempo en Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Croacia, Montenegro, Bulgaria, principalmente, que hacen que en Europa vivan aproximadamente 55 millones de musulmanes.
El aumento de la población musulmana en Europa ha representado un cambio de grandes proporciones y que se acentuará en el futuro porque se multiplicará de manera significativa en las próximas tres décadas, dada su alta tasa de fertilidad, las migraciones y las conversiones. Los críticos de la política de inmigración de puertas abiertas advierten que el cambio de perfil demográfico de Europa será para siempre. Existe preocupación por el creciente número de musulmanes que se resisten a integrarse a las comunidades locales y, peor aún, de imponerles su cultura, su sistema religioso y sus leyes.
Existe preocupación porque 20 millones de refugiados esperan a las puertas de Europa: 10 a 12 millones de Siria, 5 millones de palestinos y 3 millones de otras naciones. Cabe destacar que la ola de inmigrantes musulmanes que se inició en el 2015 ha causado una crisis humanitaria y elevados costos para alojarlos, para su atención alimentaria, médica y de servicios públicos en general, así como los relacionados con la vigilancia policial.
La afluencia masiva de musulmanes a Europa ha originado descomposición social; los jóvenes son más radicales que sus padres y abuelos. Un tercio de los musulmanes que viven en Europa son afines a la Yihad (la Guerra Santa contra los infieles), distribuidos sobre todo en Francia, Bélgica, Alemania, Holanda, Reino Unido y Suecia; solo una pequeña proporción son terroristas, no obstante, un importante número son “colaboracionistas”. Los terroristas son un “Ejército Invisible” que tiene desplegadas sus fuerzas por toda Europa y que pueden realizar atentados en cualquier momento.
La mayor expresión del fracaso de la integración de los musulmanes a la sociedad europea es la existencia de cientos de zonas “nongo” en las principales ciudades que son controladas por los musulmanes en las que la policía y otros representantes del orden no se atreven a entrar por miedo a ser agredidos o de que se desencadenen disturbios. Jóvenes musulmanes radicales patrullan sus calles para imponer la estricta ley islámica, la Saharia; en estas zonas está prohibido el consumo de alcohol, el uso de “ropa inapropiada”; escuchar música o realizar conciertos; la homosexualidad está prohibida. En donde prevalece la Saharia se producen crímenes de honor, la mutilación genital femenina, la expulsión de los que se consideran apóstatas, matrimonios forzosos y con menores, el velo obligatorio y existe la poligamia.
Los grupos islámicos europeos en Gran Bretaña han lanzado una campaña para convertir 12 ciudades, incluyendo Londres en Estados islámicos independientes. Estos emiratos funcionarían como enclaves autónomos regidos por la Saharia y su operación estaría completamente al margen de la Jurisprudencia Británica. El mandato de la Ley Islámica rige en la práctica en las calles y ciudades europeas; la Ley Islámica debe ser impuesta en los países no musulmanes.
En este contexto, los propios multiculturalistas británicos abren la puerta a la introducción de la Saharia. Sir James Monby, importante juez, dijo que el cristianismo ya no influye en los tribunales y que estos deberían ser multiculturales, lo que determina ser más islámicos. Asimismo, el juez Lord Philips, sugirió que la ley británica debería incorporar elementos de la Saharia. No solo en Inglaterra, en diversos países de Europa, los gobiernos están aceptando las anacrónicas exigencias de los radicales islámicos. Europa está capitulando frente al Islam; a la vez que se muestra incapaz de frenar el creciente número de atentados terroristas.
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