Enlace JUdío México.- El Profesor Avi Rivkind es el cirujano de trauma más conocido dentro de Hadassah. El día 20 de abril del 2017, viajó a Polonia para honrar al Justo entre las Naciones que salvó la vida de su madre.
Esta es la conmovedora historia, la cual fue relatada en la embajada de Varsovia, Polonia, en donde se llevó a cabo la ceremonia.
“He venido a Polonia desde Jerusalén, la capital del Estado de Israel.
Gracias por haberme invitado.
Se trata de un viaje muy emotivo para mí.
Actualmente tengo 67 años de edad, nací en Israel, fui hijo único de dos sobrevivientes del Holocausto. Mis padres eran polacos, ellos lograron salvar sus vidas gracias al apoyo de justos entre las naciones. Lamentablemente varios miembros de su familia no tuvieron la misma suerte.
Quiero contarles la historia de mi madre Lucia Epstein.
Mi madre y su hermana crecieron en la ciudad de Grondo. Ambas asistían a un colegio público y hablaban el idioma polaco de manera fluida, sin embargo, en casa se comunicaban en Yiddish con sus padres. En el colegio que asistían se practicaban rezos pertenecientes a la religión católica, sin embargo ellas siempre se consideraron profundamente judías. En noviembre de 1941 los judíos fueron obligados a permanecer dentro de ghettos.
Su padre era un productor de lino y un reconocido líder dentro de la comunidad. Estando dentro del gueto incluso se le ofreció salir, sin embargo, su padre se negó diciendo que no iría a ningún lado a no ser que todos fueran liberados.
Ante su acto de rebeldía se le negó la salida y fue capturado. Se le hizo caminar en frente de todo el pueblo con una olla llena de excremento sobre la cabeza y posteriormente fue sacrificado.
Mi madre era una brillante estudiante. Era muy cercana a una de sus maestras llamada Zofia Modzelewska, quien se ofreció a salvarla a ella y a toda su familia.
El plan estaba listo. Mi madre abandonó el gueto antes que nadie y se encaminó a casa de la maestra. La noche siguiente, su madre y hermana tenían planeado hacer lo mismo. Era exactamente la mitad del mes y la luna llena iluminaba las calles. Los perros las atacaron y las destruyeron en pedazos.
Mi maestra reconfortó a mi madre tras la terrible tragedia, se encargó de limpiar su cuerpo eliminando los piojos que se encontraban en su cabeza y cuerpo además de que mi madre estaba contagiada de tifus. Zofia salvó la vida de mi mamá.
Mi madre, una mujer hermosa de cabello oscuro y ojos claros, fingió ser cristiana durante el resto de la guerra. Se colocó una cruz en el cuello y asistía a la iglesia. La experiencia que había vivido en el colegio le fue muy útil para no levantar ninguna sospecha. Al terminar la guerra se fue a Vilna y posteriormente a Lodz, en donde conoció a mi padre.
Hace poco dentro del museo Yad Vashem se mostró una exposición que trataba sobre los maestros que fueron víctimas del Holocausto.
Durante el Holocausto muchas personas se vieron obligadas a abandonar a sus vecinos judíos, se hicieron de la vista gorda e incluso se prestaron a ser asesinos de sus propios judíos. Entre ellos había varios maestros quienes fueron testigos de los daños que se les ocasionó a los estudiantes mientras eran heridos, humillados, discriminados, masacrados y asesinados. Solamente algunos sintieron que les correspondía educar e inculcar valores dentro de sus aulas de clases ya que sabían el peligro que corrían en caso de hacerlo” comentó un cura durante la ceremonia.
Yad Vashem reconoce a aquellos maestros como justos entre las naciones.
El día de hoy agregamos el nombre de Zofia Modzelewska.
Después de casarme, mis padres se mudaron a Israel para formar parte del pueblo judío. Un tío de mi padre ya vivía allí, se dedicaba a cultivar la tierra.
Mis padres se sintieron muy orgullosos cuando me integré a las fuerzas de defensa de Israel. Como parte de mis tareas tenía que encargarme de llevar a cabo actividades relacionadas con investigación los cuales me acercaron al mundo médico. Ahí fue cuando me percaté de que quería estudiar la carrera de medicina.
Me convertí en cirujano con especialidad en trauma. He salvado cientos de vidas en conjunto con mi equipo dentro del Hospital Hadassah en Jerusalén. Entre mis pacientes por supuesto que he salvado la vida de varios judíos, cristianos y musulmanes así mismo víctimas de terror y terroristas.
Cada decisión que he tomo la baso en el sentimiento de que deseo que todos mis pacientes vivan. Eso fue lo que aprendí de mi familia.
A veces este credo me obliga a intentar la llamada cirugía heroica cuando todo parece perdido.
Por ejemplo, en octubre de 2000, Shimon Ohana, un policía fronterizo de 18 años, fue declarado muerto en el campo. En ese momento pedí al conductor de la ambulancia que lo llevara al hospital. Al llegar descubrí el cuerpo del paciente, abriendo en ese momento su cavidad torácica el hombre logró sobrevivir a pesar de haber permanecido en coma durante 17 días. Hoy en día, es un joven que lleva una vida normal, padre de dos hijos. Cuando lo veo, no puedo resistirme a abrazarlo: es mi continuo recordatorio de que no podemos renunciar a la esperanza.
Las líneas de ambulancias, inevitablemente, traen un buen porcentaje de pacientes árabes al Hospital Hadassah. No podemos decir si son perpetradores o víctimas. Incluso si pudiéramos, no importaría: Todos los que entran en el patio del Hospital Hadassah son tratados por igual. Y sí, he operado con terroristas.”
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