Doha debilita la seguridad estadounidense patrocinando al radicalismo islámico.
CHARLES WALD Y MICHAEL MAKOVSKY
El Secretario de Defensa Jim Mattis visitó a muchos de los socios meso-orientales de Estados Unidos la semana pasada—incluido uno dudoso. Qatar alberga una base aérea importante pero debilita también la seguridad norteamericana patrocinando al radicalismo islámico.
Casi todos los ataques aéreos de la coalición contra el Estado Islámico son comandados desde el nervio central de Estados Unidos en la Base Aérea al-Udeid de Qatar, la que también apoya misiones en Afganistán. La Fuerza Aérea de Estados Unidos estaciona muchos de sus aviones más grandes allí, camiones de reabastecimiento, aviones de vigilancia avanzados y de advertencia temprana, y bombarderos pesados. Al-Udeid alberga también el Centro de Operaciones Aéreas y Espaciales Combinadas, el cual comanda todas las operaciones aéreas de la coalición en la región. Con todos estos activos claves en un lugar, el Pentágono espera permanecer hasta el 2024.
Pero la nación anfitriona apoya a algunos de los grupos que la base está acostumbrada a bombardear. Según el Departamento de Estado, “entidades e individuos dentro de Qatar continúan sirviendo como una fuente de apoyo financiero para grupos extremistas terroristas y violentos,” incluido el afiliado sirio de al Qaeda. Qatar también ha suministrado armamento avanzado a militantes en Siria y Libia.
Doha arrojó miles de millones en el gobierno radical de la Hermandad Musulmana del ex presidente egipcio Mohammed Morsi, quien instó a los partidarios a “amamantar a nuestros hijos y nuestros nietos en el odio a ellos: a los sionistas y a los judíos.” El guía supremo de la Hermandad Musulmana, Mohammed Badie, ha llamado a la yihad contra Israel y Estados Unidos “un mandamiento de Alá que no puede ser ignorado.”
Después que cayó el gobierno de Morsi en el 2013, Qatar ofreció refugio seguro a muchos líderes de la Hermandad. La presión de los vecinos obligó finalmente a Doha a eyectarlos, pero Qatar todavía alberga a Yusuf al-Qaradawi, un predicador afiliado a la Hermandad que una vez declaró, “Los muertos al combatir a las fuerzas estadounidenses son mártires.” Qatar es también un financista clave de Hamás, un desprendimiento palestino de la Hermandad Musulmana, el cual ha atacado repetidamente a Israel con cohetes.
Qatar esgrime tremendo poder blando en nombre del Islam radical a través de su canal noticioso Al-Yazira financiado por el estado. Qaradawi tiene un programa semanal, y la red se volvió famosa en Estados Unidos por transmitir vídeos de Osama bin Laden, en forma repetida y sin editar, excediendo en mucho su valor noticioso.
Dada la oposición directa del Presidente Trump al terrorismo radical islámico, tiene sentido preguntar si Estados Unidos debe continuar arrendando activos militares cruciales de un gobierno que apoya tal ideología. Si Qatar no cambia su comportamiento, Estados Unidos debe considerar relocalizar los activos desde la base.
Los Emiratos Arabes Unidos serían un destino lógico. Es un colaborador activo en los esfuerzos estadounidenses para combatir al ISIS, pacificar a Afganistán y contrarrestar a Irán. Funcionarios de Estados Unidos consideran a los E.A.U. uno de sus socios árabes más fuertes. Mattis los ha llamado “Pequeña Esparta.”
Las bases aéreas emiratíes podrían acomodar las operaciones lideradas por EE.UU. que ahora están siendo dirigidas desde al-Udeid, sin colocar a la aviación estadounidense más lejos de sus blancos. El Centro de Operaciones Aéreas y Espaciales Combinadas tendría que ser reemplazado, pero el costo sería fácilmente superado por los beneficios para la seguridad. Los Emiratos Árabes Unidos son un actor mucho más responsable que Qatar, y ya trabajan con el ejército estadounidense para entrenar pilotos de otros aliados del Golfo y coordinar operaciones aéreas de la coalición.
Si la Casa Blanca de Trump espera terminar el galope libre de los aliados de Estados Unidos, puede empezar enviando un mensaje claro a Doha: “Los beneficios de al-Udeid no pesan más que el apoyo de Qatar al extremismo.”
Charles Wald fue vicecomandante del Comando Europeo de EE..U. y es miembro del Instituto Judío para la Seguridad Nacional de Estados Unidos. Michael Makovsky, ex funcionario del Pentágono, es el presidente del instituto.
Fuente: The Wall Steet Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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