Enlace Judío México.- Aprender el idioma hebreo y la falta de conexiones ha sido uno de los principales retos en el proceso de adaptación.
ARACELI MARTÍNEZ ORTEGA
La emigración de latinos a Israel aumenta cada año. La Agencia Judía para Israel (The Jewish Agency for Israel) reporta que en 2016, llegaron 1,519, en 2015, 1403 y en 2014, 1080.
Yigal Palmor, portavoz de la Agencia Judía para Israel revela que no hay estadísticas sobre las motivaciones para emigrar o las circunstancias especiales como casarse.
A continuación le presentamos la historia de dos mujeres mexicanas quienes nunca pensaron que un día vivirían en Israel.
Ni Mariana Viñas ni Grace Villanueva son judías pero la vida les tenía preparada una sorpresa a estas dos jóvenes mexicanas: se enamoraron de judíos y dejaron México para empezar una vida del otro lado del mundo, en Israel.
Villanueva vive desde hace cuatro años aquí. Ella es de Monterrey, México y en un viaje de vacaciones a Las Vegas en 2010 conoció a quien es hoy su esposo Tal Ben.
“Nuestra relación fue a larga distancia. La facilitó mucho que yo trabajaba en una aerolínea y con los beneficios, cada tres o cuatro meses nos veíamos en México o en Israel sin que nos costara. Tres años después, nos casamos”, platica esta regiomontana.
“La verdad nunca imaginé casarme con un judío y mucho menos venir a Israel a vivir”, reconoce Grace Villanueva.
A los ocho meses, le dieron un permiso de trabajo y hace un año se hizo residente.
“El proceso fue lento porque me hacían falta documentos. Pero ya estoy en camino de hacerme ciudadana. Eso puede tomar otro año más”, precisa.
En Tel Aviv, la segunda ciudad más importante de Israel después de la capital Jerusalén, trabaja en el área de comunicación interna del departamento de atención al cliente en una empresa de alta tecnología con sede en Nueva York.
Los desafíos
Su mayor dificultad al emigrar a Israel fue conectar con gente como ella: mexicanos que viven en Israel, pero que no son judíos.
“Hace un año y medio abrí un grupo en Facebook al que le puse Israel para Mexicanos que me ayuda a compartir y encontrar respuestas a preguntas relacionadas con trámites de gobierno para emigrar, qué hacer en caso de guerra y hasta dónde conseguir comida mexicana”, dice.
El grupo ya cuenta con cerca de 100 mexicanos que se han casado con israelíes o que tienen novios israelíes. También está formado por mexicanos que vienen a hacer sus prácticas médicas a Israel.
“No vas a creerlo pero ahorita hay un auge de mujeres mexicanas que se casan con israelíes y también de hombres y mujeres que vienen con sus parejas del mismo sexo”, comenta.
El idioma hebreo ha sido todo un reto para Villanueva. “Sigo tomando mis clases y entiendo la mayoría de lo que hablan pero no me desenvuelvo como Mariana Viñas. Ella nos impresiona a todos con su dominio del hebreo en tan poco tiempo”, dice.
Una de las cosas que más le ha costado a esta inmigrante mexicana es acostumbrarse a que en Israel no festejan la Navidad.
“Aunque puedes celebrar con tus amigos católicos mexicanos, no es lo mismo. Cuando sales a la calle, no hay un pino, no hay luces”, se lamenta. Sin embargo, aclara que sí se celebra en las comunidades árabes que son cristianas, pero en fechas diferentes y con diferentes tradiciones.
Cuando Grace Villanueva llegó a Israel, tenía la intención de convertirse en judía pero con el tiempo dejó de interesarle. “Quizá porque mi esposo no es un judío muy activo en su religión”, considera.
En estado de alerta
La parte más estresante para esta mexicana ha sido la posibilidad del estallido de una guerra o el lanzamiento de un explosivo.
“En el periodo cuando no estaba autorizada a trabajar, la cuadra donde vivía a 17 kilómetros de Tel Aviv en la ciudad de Rosh Haayin se quedaba sola. Yo escuchaba las sirenas y solita me iba al cuarto de seguridad y me encerraba. A veces eran cinco veces al día. Hay ocasiones que escuchaba la detonación cuando se desintegraba el misil”, narra.
Se puso tan nerviosa, dice, que se le empezó a caer el cabello. “Cuando fui a Monterrey, me dijeron en el salón, que traía círculos en la cabeza donde no tenía pelo. Me los enseñaron en el espejo. Casualmente dos meses antes había sido la guerra”, recuerda.
A pesar de las dificultades Villanueva reconoce que vivir en Israel es toda una experiencia.
Encontró su hogar
Mariana Viñas es una joven de Puebla, México que al terminar de estudiar turismo se fue a trabajar a un hotel a Playa del Carmen en el caribe mexicano. Ahí fue donde conoció en 2014 a su hoy compañero, un judío de Israel que llegó de vacaciones.
“No nos soltamos desde que nos vimos. A los cuatro meses, decidimos que queríamos estar juntos y que yo me iría a vivir a Israel. Estuvimos separados un año y un mes mientras ahorrábamos para el viaje”, recuerda.
Antes de salir de México, tuvieron que cumplir con la familia.
“Aunque ellos son muy liberales. Le dije a mi novio, ‘tienes que ir a conocerlos’. Fue y se pasó 20 días en Puebla”, recuerda.
En el verano de 2016 llegaron a Israel. “Mientras nos cambiábamos a nuestra propia casa, vivimos con mis suegros. Ellos no hablaban inglés y yo no hablaba hebreo. Así que al principio fue difícil por el idioma, la soledad y la frustración de no hallar empleo”.
Pero Viñas tuvo mucha suerte porque al mes de llegar a Israel ya tenía ocupación en su propia especialidad, el turismo.
“En Tel Aviv hay mucho trabajo en hotelería pero no te contratan si no hablas hebreo. Me puse a estudiar de inmediato pero se toma tiempo aprender un idioma”, observa.
Cuando solicitó trabajo en un lujoso hotel boutique en el centro de Tel Aviv, les explicó que hablaba inglés y español pero un hebreo muy básico.
“Pero me dieron la oportunidad y ya tengo seis meses. Mis jefes son increíbles y el ambiente laboral es hermoso. La verdad es que hablo mucho inglés y más español porque viene mucho turista español a Israel”, platica contenta.
A Mariana Viñas, la vida en Israel le ha encantado. No sólo se enamoró de su compañero Amit Cohen con quien vive en la ciudad de Bat Yam sino del país.
“Lo que más me gusta es la comida, la seguridad y que la gente te ayuda mucho”, reconoce.
“Para darte un ejemplo, una amiga me invitó a su cena de Navidad. Mi esposo no podía ir porque estaba trabajando. La cena terminó a las dos de la mañana. Regresé a mi casa caminando sin problema. ¿Cuál inseguridad? ¿Cuál miedo a que te asalten?. En México no me sentía segura para nada”, dice.
A diferencia de Grace Villanueva, Mariana quiere convertirse en judía. “Curiosamente, antes de conocer a Amit, mi pareja, me empecé a interesar mucho por el judaísmo porque en Playa del Carmen hay una comunidad muy grande de judíos”, cuenta.
Ambas mexicanas coinciden en que la cultura mexicana y la israelí son muy parecidas por la importancia que se le da a la familia. Ninguna de las dos se ha sentido rechazada o recibido ningún tipo de comentario racista.
Y Viñas cuenta que cuando le preguntan de dónde es y les dice que es mexicana, a los israelíes les da mucho gusto. “Me dicen que les gustaría ir, conocer México. Me preguntan por qué dejé México si es mejor que Israel. Muchos piensan que México es solo Cancún, Puerto Vallarta o pura playa”, dice.
Ambas admiran el espíritu emprendedor de la comunidad judía en Israel. “Son muy lanzados, no temen iniciar proyectos y no le dan tanta importancia a fracasar. El fracaso lo ven como parte del proceso para lograr su objetivo”, coinciden.
Fuente:laopinion.com
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