Doña Gracia Mendes en Turquia: una vida dedicada a los demás

En el año 1553 Doña Gracia Mendes Nasí llegó a Constantinopla, la ciudad capital del Imperio Otomano (Turquía). Estaba acompañada por un séquito de unas 200 personas y 40 custodios. En Constantinopla Doña Gracia fue recibida con los honores que se hacen a una reina.

RABBI YOSEF BITTON

En Turquía los judíos vivían muy bien bajo los auspicios del Sultán Suleimán el magnífico (1520-1566). Antes de Suleimán, el anterior Sultán Bayaceto II (1447-1512) había ordenado a los gobernadores del imperio Turco que recibieran generosamente a los refugiados Sefaradim y que facilitaran su residencia permanente. Esta misma política fue continuada por Suleimán, a quien se le atribuye la frase referida a Fernando, el rey de España: “¿A este le llamáis rey inteligente, que empobrece a sus estados para enriquecer los míos?”.

En Turquía, y mientras sus cada vez más exitosos negocios eran administrados por su sobrino Yosef Nasí, Doña Gracia se dedicó exclusivamente a obras de caridad y en especial a ayudar al restablecimiento de los anusim, refugiados judíos de España y Portugal, que regresaban a su fe.

Cecil Roth escribe algo que no dejó de sorprender incluso a los admiradores de Doña Gracia. Cuenta que Doña Gracia, viva en una mansión muy lujosa… “y tenía en su casa todos los días, 80 personas pobres comento en su mesa.” (p.103). Así, los ricos comían junto a los pobres, lo cual elevaba el prestigio de los pobres. Aparte de eso, otras personas de dinero, que estaban siempre tratando de imitar a Doña Gracia, también comenzaron a recibir a los pobres y tenerlos diariamente en su mesa.

Y pobres no faltaban… porque cada vez llegaban a Turquía más y más refugiados de España Portugal y otros países Europeos, por la posibilidad de vivir allí abiertamente como judíos.

Los refugiados Sefaradim se instalaban mayormente en la ciudad de Salónica un puerto muy importante que llegó a ser en estos años la única ciudad del mundo con una mayoría de población judía. Doña Gracia se preocupó que no les faltará a los refugiados Sefaradim ni comida ni lugar de residencia. Y también trabajo. Además de absorberlos en la actividad portuaria (especialidad de los Mendes), Doña Gracia fundó en Salónica una empresa textil. Muchos de los habitantes de Salónica, donde el idioma predominante era el ladino, habían sido liberados de manos de piratas. En esa época era muy común que los piratas atacaran otros barcos y capturaran a los pasajeros para venderlos como esclavos. Los piratas siempre encontraban compradores para los esclavos judíos, ya que sus hermanos Yehudim hacían lo imposible para liberarlos. Permanentemente llegaban al puerto de Salónica barcos con cargamento humano judío. Doña Gracia, como no podía ser de otra manera, estaba detrás de los esfuerzos y negociaciones para liberar a los cautivos Yehudim y cumplir así la Mitzvá, que es considerada una de las más importantes de toda la Torá: Pidyón Shebuim (rescate de prisioneros). Hay documentos, por ejemplo, de un barco que fue secuestrado por piratas de Malta y que fue llevado a Salónica donde se ofrecía a la venta 70 judíos. Se dice que a veces el precio era exorbitante y se llegaba a pagar hasta 500 ducados (=monedas de 3.5 gramos de oro) por persona. Gracias a los esfuerzos de Doña Gracia miles de Yehudim fueron rescatados y liberados de su cautiverio.

En Salónica Doña Gracia también fundó un Talmud Torá, escuela judía, que con el tiempo llegó a tener 10.000 alumnos y 200 maestros. También fundó y mantuvo una prestigiosa Yeshibá (academia rabínica) encabezada por el famosísimo Ribbí Shemuel de Medina. Esta era una Yeshibá muy especial. Además de los alumnos regulares, cada año Doña Gracia invitaba y apoyaba a 3 Rabinos de otras comunidades judías para que estudiaran por un año con Ribbí Shemuel de Medina, la mente Halájica más brillante de la diáspora en esos tiempos.

Doña Gracia también fundó una Sinagoga muy especial en Salónica, Leviyat Jen. Esta Sinagoga había sido concebida exclusivamente para los anusim, aquellos Yehudim que habían sido convertidos por la fuerza en España y Portugal al cristianismo, y en esa Sinagoga lentamente se les enseñaba Torá y Tefilá antes de que se integraran directamente a la comunidad.

NOTA AL LECTOR: Originalmente pensé en escribir uno o dos emails sobre Doña Gracia, pero a medida que fui escribiendo me pareció que es muy meritorio conocer la historia de esta excepcional Tsadequet, ya que no solo es un honor a su (injustamente olvidada) memoria sino que creo que puede inspirar a muchos de nosotros a seguir sus pasos y dedicar nuestros esfuerzos y nuestros medios a la Torá y a las buenas acciones con nuestros hermanos.

 

 

Fuente:halaja.org

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