Enlace Judío México.-Los colegios electorales sólo abren sus puertas en Cisjordania ante el boicot de Hamás en Gaza.
JUAN CARLOS SANZ
Los palestinos llevan más de diez años sin votar unidos. Lo intentaron el año pasado, pero las disputas entre los nacionalistas de Fatah y los islamistas de Hamás obligaron a aplazar los comicios municipales convocados en octubre. Este sábado han abierto los colegios electorales, pero solo en Cisjordania, feudo del partido del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, ante el boicoteo del Movimiento de Resistencia Islámico (Hamás), hegemónico en la franja de Gaza. Las declaraciones en favor de un Gobierno de unidad nacional para afrontar el proceso de paz en Oriente Próximo han caído en saco roto por la profunda división con la que ambos bandos abordan la relación con Israel.
La victoria de Hamás en las legislativas de 2006 desencadenó una fractura política —con la toma del poder de los islamistas en Gaza tras expulsar por la fuerza de las armas a Fatah de las instituciones del enclave un año después– que no ha dejado de agrandarse. La Autoridad Palestina, en manos del partido de Abás y que controla los principales recursos económicos, ha recortado los salarios de los funcionarios en la Franja y ha dejado de pagar las facturas para el suministro de electricidad a sus dos millones de habitantes, que sufren permanentes apagones programados.
Se repite el mismo escenario de 2012, cuando el rechazo de Hamás —al que se suman la Yihad Islámica y la izquierda del Frente Popular para la Liberación de Palestina—ya impidió la celebración de elecciones locales conjuntas en ambos territorios. Los palestinos no han podido renovar tampoco a sus representantes en el Consejo Legislativo ni al presidente de la Autoridad Palestina, después de que el mandato de Abbas expirara en 2009. La votación local —convertida en un trámite administrativo y con los puestos adjudicados de antemano en más de la mitad de las circunscripciones (pequeño municipios de base tribal)— no ha generado gran interés entre la población. Un sondeo del Centro Palestino de Investigaciones Políticas prevé una participación de apenas el 42%.
En las grandes ciudades de Cisjordania, donde en octubre del año pasado se esperaba un avance de Hamás ante la pérdida de popularidad de Fatah, la atención política está centrada en la huelga de hambre que secundan centenares de presos palestinos en las cárceles de Israel desde el pasado 17 de abril. Lo carteles de los candidatos electorales se han visto desplazados por las imágenes de líderes de la masiva protesta de los reclusos, como el dirigente de la Segunda Intifada Marwan Barguti, condenado a cinco cadenas perpetuas. Está por ver si la consigna de voto concentrado dada por Hamás en favor de candidatos independientes afines puede marcar un giro en los consejos locales de Hebrón, Nablús o Ramala.
Las elecciones estudiantiles en la Universidad de Birzeit, la más prestigiosa de Palestina, han adelantado esta semana un primer termómetro de la tendencia de voto. La lista apoyada por Hamás se ha hecho con 25 de los 51 puestos en el Consejo Universitario frente a los 22 de la candidatura impulsada por Fatah. Se trata de la tercera victoria consecutiva de los islamistas en este campus próximo a Ramala, sede administrativa de la Autoridad Palestina.
A los 82 años y después de más de una década de controvertido mandato, el presidente Abás parece haber relegado su presencia en la política doméstica, donde su popularidad está en entredicho, para intentar jugar la baza de la diplomacia. El veterano rais confía en que la visita del presidente estadounidense Donald Trump a Israel y Palestina de los próximos días 22 y 23 contribuya a reactivar las negociaciones de paz que quedaron paralizadas hace tres años. Fuentes palestinas citadas por The Jerusalem Post apuntan a que Abás no va a exigir ahora la congelación de la expansión de los asentamientos judíos en Cisjordania —una condición que bloqueó el diálogo en 2014— y que se muestra dispuesto a aceptar un intercambio de territorios con Israel el marco de un acuerdo para crear un Estado propio.
Para ello el presidente palestino se ha desmarcado del islamismo que gobierna en Gaza —calificado como organización terroristas por EE.UU. y la UE— aún a riesgo de que el recorte financiero que ha impuesto agrave el malestar social en la Franja, donde se registra la tasa de desempleo más alta del planeta, según el Banco Mundial. El reciente giro de Hamás, que por primera vez ha admitido en sus estatutos un Estado palestino en las fronteras anteriores a la guerra de 1967, no parece haber propiciado por ahora un acercamiento entre los dos bandos rivales palestinos. Los islamistas han librado tres guerras con Israel desde 2008.
Fuente:elpais.com
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