Perdonen, pero debo preguntarlo: ¿alguien les paga? ¿Les dan petrodólares bajo mano, les prometen bellas huríes, viajes de ensueño, hoteles de mil estrellas? No sé, cualquiera de las maravillas estratosféricas que se compran con el rutilante oro negro y que, en lenguaje terrenal, llamaríamos corrupción. Por supuesto, es una pregunta al azar, uno de esos caprichos del pensar mal, que siempre tienden a la impertinencia. Al fin y al cabo, es preferible imaginar que se trata del vil dinero que de un ataque de locura o una epidemia de indignidad.
PILAR RAHOLA
Ojalá que lo que ocurre en la ONU sea el fruto de una corrupción sistémica porque al menos tendríamos una explicación, sucia, perversa, delictiva, pero explicación, al fin y al cabo. Pero si no es eso, si no se trata de corrupción, o de tráfico de influencias, o de intereses espurios indecibles, ¿cómo se explican los despropósitos que acumula la venerable institución, antaño sueño democrático y hoy un agujero negro, donde se blanquean y legitiman las peores dictaduras? Y donde las decisiones que se toman superan los más extravagantes delirios del surrealismo.
La última es de traca, y sería de carcajada si no fuera porque es un insulto a las víctimas de la brutalidad misógina: Arabia Saudí ha sido elegida –en sesión de voto secreto– como miembro de la comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, el principal órgano mundial dedicado a la lucha por la igualdad. Y su elección se ha producido un mes después de que creara su primer “consejo de mujeres”…, exclusivamente con representantes masculinos. Es decir, se ríe de las mujeres en plena cara del mundo y la premian con formar parte del organismo que tiene que velar por ellas. Lo mejor ha sido el panfleto de presentación de su candidatura donde se aseguraba que la charia –que obliga a las saudíes a la segregación social, a la tutela masculina de por vida e incluso a la lapidación si hay delitos de “honor”– es la garantía de la igualdad de género. No es extraño que Hillel Neuer, el director de United Nation Watch, haya asegurado que han elegido “a un pirómano como jefe de bomberos”.
Esta aberración llega después de otra anterior: cuando la misma ONU eligió a Arabia Saudí como miembro de la comisión de derechos humanos, en las mismas fechas en las que el reino ejecutaba a un opositor político. Si sumamos la decisión de la Unesco de negar toda relación del pueblo judío con el Monte del Templo de Jerusalén, y las decenas de resoluciones arbitrarias contra Israel, tenemos el circo completo.
Pero ¿qué les pasa a estos tipos? ¿Cómo tienen la vergüenza de legitimar la represión de tiranías brutales? ¿Cómo tienen la indignidad de reírse así de las mujeres y de las víctimas? Esto apesta, huele a mierda. Y lo que es peor, convierte a las Naciones Unidas en cómplices de los horrores que sufren las mujeres saudíes. Lo dicho: huele a mierda.
Fuente:lavanguardia.com
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