Entre la maldad y el fanatismo

¿Cómo debe ser una “persona” para forrar su cuerpo con innumerables cartuchos de dinamita de alto poder explosivo, cargarse, además, con incontables clavos y tornillos para lastimar a la mayor cantidad de gente posible, acercarse a un grupo de niños y jóvenes deseosos de presenciar un espectáculo musical y en ese preciso momento detonar una bomba para inmolarse (lo cual me tiene sin cuidado, pero me aterra la idea de asesinar o herir gravemente a chiquillos o jóvenes inocentes que nacen a la vida)?

FRANCISCO MARTÍN MORENO

Dicen los expertos en terrorismo que Salman Abedi, de 22 años, quien mató a 22 personas e hirió a más de 64 en Mánchester, era un individuo irascible y violento, muy manipulable y religioso, que fue radicalizándose gradualmente hasta llegar al terrorismo. Llama poderosamente la atención que los atacantes de París eran franceses y el salvaje de Mánchester había nacido en Inglaterra, es decir, no se trata de asesinos nacidos en el Oriente Medio que viajaron a Europa para cometer las atrocidades, si bien fueron capacitados a gran velocidad, tal vez en Siria por ISIS. Todos eran naturales del viejo continente, la inmensa mayoría de sexo masculino y en plena juventud al contar con un máximo de 30 años de edad. Existen explicaciones de carácter social, motivaciones psicológicas, resentimientos familiares y políticos para unirse a la yihad, pero la mayoría pertenece a la clase media, han recibido educación y, por lo general, no se han detectado patologías psiquiátricas ni traumas emocionales, aun cuando este último punto es difícil de discernir porque la fuente de información parte de los comentarios de los familiares y amigos de los terroristas.

De acuerdo con lo anterior, me cuestiono: ¿En qué momento termina la maldad y comienza el fanatismo religioso? Un sujeto que asesina a una o varias personas porque sus líderes espirituales lo han convencido de que tendrá garantizado un espacio en el paraíso o tal vez será premiado por Alá. ¿En estos eventos trágicos y sangrientos interviene la maldad o simplemente se trata de criminales convencidos de que al matar se salvarán o serán premiados por alguna divinidad? Los secuestradores de los aviones de las Torres Gemelas al estrellarse contra los edificios gritaban: “Alá es grande”. Me abruma la confusión. Desde que se inventaron los locos, se acabaron los perversos, los malditos, ¿Ahora nada más hay locos y fanáticos, pero los malos no existen, reflexionaba yo en tono burlón? ¿Hay maldad en los líderes religiosos que mandan a matar? ¿Son unos cobardes porque no se suicidan en su lugar? ¿Es maldad o cobardía o fanatismo o todo junto?

La yihad no puede ser clasificada como una guerra religiosa porque no se trata de un conflicto armado entre fieles e infieles. Sí, hemos presenciado ataques de los fundamentalistas islámicos, pero no hemos visto que los protestantes o cristianos coloquen artefactos explosivos en La Meca o en un cine en Yemen o en Omán, a modo de ejemplo. No hay tal guerra, se trata de un ataque violento, cruel, cobarde y unilateral de los fanáticos musulmanes para vengar quién sabe qué. ¿De quién se estarían vengando al matar a los chiquillos en Mánchester o a los jóvenes que bailaban en el Bataclán en París?

Las guerras religiosas siempre fueron verdaderamente sangrientas y brutales, basta recordar las cruzadas o los conflictos religiosos en Francia, como la matanza de San Bartolomé o la bestial rebelión Cristera en México o las pavorosas guerras religiosas que conoció la humanidad durante la independencia de la India, entre otros ejemplos más. En el caso de Mánchester y de diferentes ciudades europeas, no nos encontramos con un enemigo visible ni se trata de una batalla de trinchera a trinchera, como se libraban en la Primera Guerra Mundial, ni mucho menos de ataques aéreos, como los que destruyeron a Europa de 1939 a 1945. No, aquí el enemigo puede ser un pequeñito de 9 años forrado de dinamita y que al apretar un botón hace estallar una bomba en un mercado para matar a decenas de personas, fundado en la creencia que al masacrar a los infieles gozará de la eterna consideración de Alá. ¿Cómo ganar una “guerra” así?


Fuente:cciu.org.uy

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