La primera vez que leí con seriedad el libro de Ruth fue hace un par de años, unos días antes de Shavuot. Llevaba como medio año cumpliendo con las fiestas y Shabat, con todos los mandamientos y detalles que marca la halajá (ley judía) y jamás me había sentido tan sola como en ese día. No recuerdo qué estaba pasando, ni cuál era la situación que me rodeaba, pero recuerdo el sentimiento intenso, el leve dolor corporal que ocasiona y el alivio de encontrar letras hebreas entre mis manos.
Recuerdo, como en ese día, los versos del libro se clavaron como una flecha en mi mente y hasta la fecha cada vez que los escuchó algo en mi interior se mueve:
“No me incites a abandonarte, a voltear mi camino y dejar de seguirte, porque a donde tú vayas yo iré; donde tú vivas yo viviré. Tú pueblo será mi pueblo y tu D-os mi D-os.”
Son las palabras que todo converso escucha y dice cuando ha decidido adoptar el judaísmo. Creo que son tan importantes para mí porque Ruth y libro entero contaban mi historia en ese momento. Si leemos bien, el texto sagrado cuenta la historia de cómo la determinación de dos mujeres caminando solas abrió la posibilidad de Redención al mundo. No hay mayor soledad que la de un converso, pero al mismo tiempo, no hay vientre más puro ni mérito más grande que el de una mujer que ha adoptado el judaísmo. Para la Torá el converso es capaz de renovar el tiempo; del vientre de Ruth, una conversa, vendrá el Mesías.
Ruth y Naomi, de Israel a Moab
Moab es uno de los tres pueblos que se declaran enemigos de Israel en el desierto; especialmente destaca por su orgullo y su egoísmo. Junto con Amón se negó a ofrecer comida y agua a los israelitas en los momentos de mayor necesidad. Por esta razón, la Torá prohibió a los miembros de ambos pueblos entrar a la nación de Israel, la única excepción fue hecha a las mujeres quienes no participaron en las envidias de sus esposos.
El camino que hacen Ruth y Naomi de Moab a Israel representa un cambio espiritual en su persona. Ambas perfeccionan su carácter y alteran su forma de comportarse al acercarse a Tierra Santa. Naomi se encontraba en Moab porque padecía del mismo defecto que los moabitas; era egoísta.
Naomi
Un midrash (enseñanza talmúdica) nos cuenta que Naomi y Elimelej (su esposo) tenían una posición privilegiada en la tierra de Israel. Él era un líder importante la comunidad, cuando una enorme sequía azota la tierra, Naomi y Elimelej dejan Israel y se instalan en la tierra de Moab (la tierra del egoísmo). No es claro si lo hacen para preservar sus propiedades y evitar compartirlas con la gente que les pide ayuda, si lo hacen por temor al rechazo del pueblo o porque creían que desde otra tierra los podrían ayudar. Lo cierto es que abandonan al pueblo en el momento de mayor necesidad; un error que pagan caro. Sus hijos se casan con moabitas y mueren en tierra extraña.
“a donde tú vayas yo iré; donde tú vivas yo viviré. Tú pueblo será mi pueblo y tu D-os mi D-os.”
Ruth
Ruth se convierte en el ejemplo de fe más fuerte que hay en los textos bíblicos. Su amor tiene dos aristas principales, uno es el amor tan desmedido que expresa a Naomi y el segundo es el amor a D-os y el judaísmo que lo expresa a través de aceptar la vida y la ley judía. De haber sido princesa se ve obligada a mendigar; de tener uno de los estatus sociales más altos dentro de un reino desciende a más bajo y aun así se mantiene firme en su decisión, sin voltear nunca la vista atrás, sin exigir algo más, luchando día a día por lo que ama y cree.
El amor como centro de la fe ¿Por qué leemos el libro de Ruth en Shavuot?
Por amor recibimos la Torá y por amor la aceptamos. El midrash más citado de este día es que D-os le ofreció a todas las naciones la Torá, todas preguntaron que había en ella y al escuchar los mandamientos se dieron cuenta de que les pedía ir en contra de sus instintos y decidieron no recibirla. Mientras que la nación de Israel conocía el amor de D-os y no quiso saber que había en ella porque sabía que la fuente de D-os produce un agua buena. Los israelitas dijeron: “Naase VeNishmá” “Haremos y escucharemos” y de esa forma aceptaron la Torá sin preguntar; decididos a luchar contra su naturaleza para ser merecedores de ella. En ese día se convirtieron en un pueblo, en la nación de Israel. El pueblo que ama a D-os y es amado por Él.
El final del libro termina mostrando la genealogía que se desprende de Rut. Ella sola fue la madre de Obed, abuelo de David. De Ruth nació toda la casta de reyes judíos y de su vintre nacerá el Mesías. Al final del libro se nos recuerda la futura Redención.
La Redención, el perdón y la dualidad de los opuestos.
En el judaísmo hay tres conceptos básicos que se desarrollan en casi todas las fiestas y prácticas judías: la Revelación, el Exilio y la Redención. Se basan en la idea de que D-os, el Creador de todo lo que existe, busca al hombre en este mundo. Finalmente todas las cosas son buenas porque Él permitió que existieran, y todo lo que sucedió fue para bien, tiene un sentido y acerca al mundo a Su llegada. Se cree que el bien y el mal son errores de percepción, que todo lo que es creado por D-os es bueno.
Sin embargo, es nuestra labor no sólo regresar a ese mundo sino elevar este mundo al nivel de recibir nuevamente la presencia de D-os. Es nuestra labor purificar la materia para que pueda sostener un alma renovada, juntar los opuestos para que el nombre de D-os sea uno sólo y construir Su reino en esta tierra para que Él pueda habitarlo con nosotros. Ésa es la idea de la Redención: el momento en que todo hombre alcanza su máximo potencial espiritual, se redime de todos sus pecados y purifica su cuerpo renaciendo de la muerte. Creemos que esa es la lábor del hombre en esta tierra.
¿Por qué Ruth? El Mesías, el tiempo y el hombre
El Talmud presenta varias formas de entender la llegada del Mesías. En algunos pasajes dice que el Mesías únicamente llegara por los méritos del hombre. En otros pasajes abre la posibilidad de que no sea el hombre quien merece la llegada del Mesías sino D-os quien lo manda; existe la posibilidad que el mundo entero abrace un decaimiento moral tan bajo, que D-os mande el Mesías como purificador, bajo esta posibilidad se dinuja un mundo poco agradable. Sin embargo, ambas posibilidades muestran concepciones distintas del tiempo en el judaísmo.
Una versión muestra un mundo donde el hombre determina el tiempo y la otra muestra un mundo donde D-os determina el tiempo. En el judaísmo se piensa que ambos manejan el tiempo (ver aquí para más información sobre el judaísmo y el tiempo). D-os marca los sucesos de la historia, pero es el hombre quien cuenta los días y les da sentido. Lo mismo es la Redención, todo momento, todo suceso avanza hacia allá. Sin embargo es el hombre el que lo hace avanzar, porque es el hombre quien da sentido a todas las cosas que fueron creadas.
Naomi se arrepiente por miedo y logra limpiar su nombre. Pero Ruth camina hacia el judaísmo por amor, su fuerza es tan grande que es capaz de alterar los pecados de todo su pueblo. El nacimiento de Ruth redime a Lot de su pecado, porque ella nace de Moab. Finalmente se convierte en la salvadora del pueblo donde nació y del pueblo que escoge para ella, porque en su vientre carga la posibilidad de la salvación para el mundo entero. Su hijo (el Mesías) será el redentor del ser humano y el redentor de todas las criaturas.
Y el camino que seguimos para llamarlo es la Torá, que nos fue dada en Shavuot; el mismo día en que el mundo material y el espiritual se unieron, el día en que nació el Rey David, la desendencia de Ruth.
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